Actualidad; New York 2019.
Luchaba con todas mis fuerzas por escapar de aquella pesadilla al punto de estar arañando mi propia piel mientras intentaba salir de aquel túnel entre el sueño y la realidad.
Me desperté repentinamente, en medio de la oscuridad, agitada, notando mis pulmones ardiéndome por la falta de aire mientras un sudor frío recorría mi espalda por completo. Sentí al instante todo mi cuerpo tembloroso a causa de aquel mal sueño. Durante un momento me quedé, simplemente, allí tumbada, temblando casi aprisionada. Poco a poco la pesadilla se fue disolviendo pero por el efecto de los somníferos no lograba recordarlo muy bien, así que trate de alejar aquella fría sensación centrándome en mi existencia y en el ahora. No había sido más que un sueño, concéntrate en tu respiración Yulia, me dije a mi misma. Observé a mi alrededor buscando algo de normalidad. Detuve mi vista en los primeros rayos de sol que se filtraban a través de las persianas. Estaba en mi cama y en mi apartamento, solo debía pensar en ello. No era la primera ni la última vez que tendría una maldita pesadilla.
Limpié el sudor de mi rostro con mis manos aún frías, sabía las consecuencias, las consideré por un instante. Lo superaría, al igual que las había superado en otras ocasiones anteriores. Me puse en pie poniéndome a tientas por encima de mis hombros aquella cachemira gris que tanto había significado en el pasado y que aún conservaba. Con pasos lentos fui acercándome hacia el inmenso ventanal de mi habitación, observando la calidez que me provocaba el comienzo de la primavera y poder así terminar de ahuyentar definitivamente aquella inquietante impresión con la que me había despertado.
Observé detenidamente como los árboles y las plantas ya comenzaban a echar sus primeras hojas y frutos, su variedad de tonos y texturas, como las flores de apoco invadían las aceras de Brooklyn enmarcando la asombrosa vista hacia el horizonte de Manhattan y al puerto de Nueva York. Pero aún así, ante aquel espectacular panorama, mi vida estaba opacada por mis oscuras sombras y por el turbio silencio de aquel amplio apartamento.
Después de dos años, seguía sintiéndome exactamente igual. Con el alma hecha pedazos, y con un gran vacío en mi interior que me empujaba a lo más profundo de mí misma, perdiéndome en mis propios recuerdos. Agotada emocionalmente al punto de no querer saber nada más de nadie y refugiándome en mi único refugio, mi soledad. El golpe de la puerta de entrada al cerrarse me produjo un leve temblor. Esperaba llegar a superar en algún momento ese frenesí que se movía dentro de mi ante esas pequeñas cosas.
- La amargura te hará envejecer antes de tiempo Yulia. - La voz de Yigit me sacó de mis pensamientos.
No volteé para verlo, sabía que trendría mis ojos hinchados por la falta de sueño, mi piel estaría pálida, como a menudo lo estaba cuando me veía al espejo por las mañanas. Él aún continuaba llamándome por mi antiguo nombre y eso me recordaba a diario que había sido otra persona en el pasado. Le había entregado las llaves para que pudiera entrar sin tener que estar tocando a la puerta cada vez que viniera a verme. Prácticamente me visitaba infinidades de veces durante el día ya que vivía frente a mi apartamento. La vida nos había hecho amigos inseparables en las buenas, pero más que nada en las malas.
- ¿Qué hice de mi vida Yigit? - Pregunté mientras seguía observando la ciudad a mis pies a través de aquel extenso ventanal escuchando el pesado zumbido del denso tráfico de la ciudad que ya había empezado a despertar.
Exhalé y esta vez me volví para observarlo, sus ojos oscuros y soñolientos me estudiaban sigilosamente mientras se aproximaba hacía mi envuelto en su albornoz color turquesa junto a un par de pantuflas del mismo color en forma de conejos con unas largas orejas las cuales caían hacia los costados. Al verlo así, su aspecto me robó una sonrisa que me lleno el alma de alguna manera. Agradecía cada día de mi vida el poder contar con su presencia. Se había convertido en un publicista exitoso y a pesar de ello nunca, ni por un solo segundo había dejado de acompañarme, jamás me había abandonado.

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Yulia Primera Parte
RomanceYulia lleva una vida tranquila en Atlanta Georgia, junto a su familia y dedica sus días con sus amigos y estudiando fotografía. Pero esa actitud de una vida pacífica no es más que una fachada para esconder la crueldad de un brutal suceso que vivió e...