Revelación

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En todo el trayecto el mayordomo se mantuvo callado conduciendo el carruaje, pensando en como esta novedad cambiaría su vida, eso lo deprimía y avergonzaba mucho porque ahora todos pensarían que era una mujer.

Casi al llegar, a medio camino detuvo el carruaje se acercó donde estaba su amo medio dormido.

—¿Ya llegamos?

—No joven amo... Falta poco y quería hablar con usted un momento antes de llegar.

—Mmm... Hasta que quieres hablar... Si me vas a decir que me retracte de mi orden de que lo tengas, pues no lo haré, asume tus responsabilidades mala madre.

El mayordomo se sentó frente a él y negaba con la cabeza teniendo su ceño fruncido.

—Deje de molestar, tenía que pensar un poco...

—¿Y qué pensaste?

—Pues sin otra opción... Más que tenerlo, pero todavía no quiero decirlo a nadie hasta asimilar bien la idea, así que le pido de favor no comentar esto y mucho menos a Bard, quiero decírselo yo.

El conde al notar su seriedad, suspiraba resignado aceptando aquello después de todo así podría manipularlo algunos días más con su secretito, sería divertido tal vez.

—Está bien... Está bien... Pero que no pase de una semana o se lo diré yo.

—¿Sabe? Usted es muy entrometido pero me tiene en sus manos así que tendré que aguantarmelo—El conde sonreía perverso ante sus palabras.— Pero eso si, si usted no cumple su palabra y lo dice antes de esta semana que me ha dado contaré a todos un secreto suyo... Y no es el de su nombre, ni el de su hermano gemelo que todos ignoran su existencia.

—¡Ni te atrevas a contar eso!

—Yo cumplo mi palabra veremos si usted cumple la suya —Desafiante el demonio le hablaba ante el ceño fruncido de su amo.

Dando por terminada esa conversación Sebastian se disponía a regresar a su lugar para conducir el carruaje.

—Sebastian... ¿De verdad no te emociona ni un poco tener ese bebé? —Cuestionaba con aparente seriedad el conde al verlo marcharse.

—No sé si usted habla en serio o solo quiere molestarme. Pero ciertamente no me emociona este niño, solo tengo la certeza que me está complicando la existencia y todavia no nace.

—Que cruel eres... Eso debiste pensar antes de que Bard te sacara información tan seguido.

—Muy gracioso...

Sarcástico le respondía el demonio y se alejaba de inmediato el carruaje emprendió su movimiento, ahora era él quien no sabía si su demonio hablaba en serio o no, parecia que era real su fastidio hacia su hijo pero de todas formas así no lo quisiera el lo obligaría a quererlo.

A los pocos minutos llegaban a la mansión, Ciel cansado por su salida a la que no fue invitado iba directo a su habitación a descansar, el mayordomo fue a la cocina para prepararle un té, cuando entraba notó como su querido cocinero parecía dormir con su cabeza recostada sobre el mesón.

Acercándose sin hacer ruido lo miraba, no sabía si odiarlo o amarlo por haberle hecho un bebé, el era el culpable de su ahora confusión pensaba con molestia, aunque el no era del todo culpable porque no fue violado, el disfrutaba mucho de su intimidad con él pero solo quería recargar su frustración en alguien.

Dejando su coraje por unos segundos a un lado, lo veía dormir tan tranquilo que se acercaba a acariciar su rubio cabello, pero solo percibió un aroma extraño que provenía de él, volviéndolo a enojar al discernir a que olía.

—¿Estás ebrio? —En un reproche molesto lo levantaba.

—Tu no... me hables... Hombre... Infiel... —sin levantar la cabeza el cocinero le reprochaba en un tono pausado y medio trabado característico de un borracho, echándose a llorar.

Sebastian confundido no entendía por qué le acusaba de tal cosa, pensando que desde que estaban juntos el no había estado con alguien más.

—¿Qué dices? Yo no te estoy siendo infiel con nadie... —Le hablaba tomándolo de la camisa con fuerza, viendo como este estaba triste y lloroso.

—El joven amo... El es lindo... Tu eres lindo... Los dos harían... buena pareja...

—¿El joven amo? ¿Por qué dices eso? —Cuestionaba con extrañeza ante esa insinuación que le causaba algo de gracia, su cocinero estaba celoso de un mocoso y el usualmente no mostraba sus celos.

—¡Señor Sebastian! —Le llamaba Meyrin interrumpiendo a la pareja. —No le haga caso, está ebrio.

—No estoy tan ebrio... Si vas a dejarme por él, dimelo... Para regresarme a mi país. —Replicaba el rubio de forma casi inetendible, todos los sirvientes se reunían alrededor de ellos.

—Ahhh Bard... Que dramático eres.

—No soy dramático... ya no me quieres solo quieres al joven amo. —Le replicaba sollozante ante el mayordomo que sutil sonreía y lo soltaba.

—Ehhh... —Nerviosa la sirvienta trataba de decir algo para que los dos se calmaran.— Señor Sebastian, digale a Bard que usted lo quiere y así se calmara.

El demonio desvío la mirada, nunca admitiría que lo amaba frente a todos eso sería caer muy bajo pensaba, solo vio como Bard volvía a recostar su cabeza en el mesón y seguía sollozando.

—Dile que lo amas... Dile que tendrás un bebé suyo... Dice Emily... —Murmuraba nervioso Snake a la vez sorprendido.

Todos se quedaron pasmados por la noticia y fijaron su mirada a Sebastian que avergonzado agachaba la mirada, era el colmo que una serpiente lo descubriera, definitivamente ese no era su día.

Un incómodo silencio invadió la cocina y todos esperaban que Bard se expresara de alguna forma pero eso no sucedió.

—Creo que se impresionó mucho y se desmayó. —Murmuraba nerviosa la sirvienta segundos después al no notar una reacción de su parte.

El demonio se acercaba y levantaba su cabeza con enojo, viendo como hasta ya roncaba dormido ni siquiera había escuchado la noticia.

El mayordomo en medio de su vergüenza y enojo sintió como alguien lo abrazaba emocionado por detrás.

—¡Felicidades Señor Sebastian! ¡Que bueno que el líquido del Señor Bard todavía funciona! —Con emoción Finny le hablaba pero este solo sintió como el mayordomo molesto le daba un golpe en la cabeza.

—Ayyy Señor... Sebastian... Lo siento...

Lloriqueaba el joven mientras veía como el mayordomo con prisa salía de la cocina.

—Así empezamos muy mal... Mocoso...—Murmuraba hablándole al niño que pequeñito comenzaba a crecer dentro suyo.

Ese demonio... Tendrá un bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora