Perdón

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Sebastian se secaba las lágrimas en una mezcla de tristeza y frustración aunque trataba de no derramarlas no podía evitarlo, sin decir nada solo se alejaba a paso lento para no exponerse más con este extraño sentir que le avergonzaba. De reojo le miraba a cada paso que daba dejando atrás al idiota que amaba, de alguna forma no lo culpaba por su enojo después de todo su amo tenía razón tuvo que haberle confesado aquello antes de casarse, ahora se arrepentía de no haberle hecho caso. Cómo se había enterado, no venía al caso ahora, después lo averiguaría aunque sospechaba quien se atrevió a delatarlo en un asunto que solo a él le correspondía confesar pero ya se lo cobraría, pensaba con enojo.

—Ehh Sebastian... —Se escuchaba el tenue murmullo de Bard a unos pasos de él, este ante su llamado solo hizo un puchero a la vez que detenía sus pasos— Espera...

Era la petición del rubio cuyo tono de voz reflejaba confusión evidente, porque parecía enojado pero a la vez un poco nervioso como si algo le obligara a detenerlo.

—¡Si vas a decirme algo hiriente no quiero oírlo ahora! —Le gritaba el mayordomo muy resentido.

—Ehhh yo soy el enojado y tú me gritas... —Con una pequeña sonrisa el cocinero le hablaba al ver su actitud, se rascaba la cabeza en una forma de expresar su propia confusión, en un suspiro fumaba su cigarrillo— Entonces ¿Es cierto?

Sebastian agachaba la cabeza sin atreverse a mirarlo, que más que ese silencio para confirmar aquello que aún dudaba su amado.

—Ya veo... Por eso eres bueno en todo, ya decía yo que era extraño el ser tan perfecto... —En un tono casi resignado el rubio le hablaba sin dejar de fumar— ¿No vas a decir algo?

—¿Qué quieres que diga? No puedo disculparme por mi naturaleza, por ser quien soy.

—Yo no quiero que te disculpes por eso, si me conoces sabes bien por qué pediría una disculpa.

—Lo sé... Debí decírtelo... Pero... —El demonio sumisamente le miraba de reojo aun dándole la espalda se acariciaba el vientre.

—Pero... ¿Temías que te dejara? ¿Qué ya no te amara más?

El demonio asintió con su cabeza con pesar.

—Pensé que si ya te tenía atado a mi por medio del matrimonio no me dejarías cuando te lo dijera.

—Ahhh... ¿Y yo soy el idiota aquí? —El rubio reía bajito por la tonta respuesta aunque le provocó ternura haciendo que el enojo se disipara un poco de su interior.

—No soy idiota, deja de reírte. Pues el hecho de que me estás dejando ahora solo confirma mis temores.

—Es que me enojé al enterarme por alguien más y no por ti, además tu y yo se suponía no teníamos secretos. ¿Cómo no iba a enojarme?

—Mis planes se arruinaron, se suponía que te lo diría en nuestra luna de miel y después te daría todo el placer que quisieras en compensación.

—No todo se resuelve con eso Sebastian... —Murmuraba Bard en medio de un suspiro— Ven acá...

—¿Y tú por que no vienes a mi?

—Porque se supone que tu eres el que vienes a justificar tu falta.

—Si pero... La mansión está por allá mejor tu ven aquí... -

—Mejor nos juntamos en un punto medio entre los dos —El rubio cedía con molestia, dando unos pasos veía como Sebastian también se le acercaba hasta que quedaron en el punto medio establecido, ambos al tenerse cerca desviaron la mirada.

—Sebastian... —Bard le llamaba tomando su rostro dulcemente para que lo viera— Yo solo quería conocer todo de ti, no debiste ocultarme algo así.

—Odio pedir perdón... Pero no tengo más opción... —Decía un poco malhumorado el demonio chasqueando la lengua.

—Te pareces mucho al joven amo a veces... Igual de berrinchudo. —Le hablaba Bard resignado con una menuda sonrisa al ir cediendo, pero ese hombre delgado que estaba frente a el, ese que lo tenía tan enamorado era su hermosa debilidad por eso era principalmente el motivo de su huida porque no podía enojarse con él

—No me parezco a él...

—¿No puedo enojarme contigo por más de una hora? Seguro me lanzaste un hechizo.

—Soy demonio... No un brujo... —Con mala cara Sebastian le aclaraba.

—¿Seguro no me hiciste algo raro? Porque cuando me enojo contigo pero miro tu carita de aparente inocencia y aún más cuando lloras siento que se me parte el corazón en pequeños pedacitos... Es difícil enojarme contigo.

—No te hice nada... —Murmuraba un poco apenado en respuesta a esa tierna declaración— Perdón por haberte ocultado ese detalle, juro por Satanás que te lo iba a decir en estos días.

—No jures por él... Me da miedo. —Con fingido nerviosismo el cocinero le hablaba sintiendo como el demonio le abrazaba— Eres muy lindo cuando pides perdón.

—Cállate.

En un susurro el demonio le ordenaba mientras sentía sus brazos rodear su cuerpo sintiendo como dentro suyo los bebés se alteraban más.

—Eso explica estos bebés... ¿No? Yo que pensé que era un superhombre por embarazarte, me siento un poco desilusionado.

—Lo siento por arruinar tus ilusiones pero los hombres no se embarazan. —Sarcástico y un tanto burlón le aclaraba.

—¡Entonces... El joven amo es un demonio! —Exclamó con asombro el rubio— Ustedes son demonios, ¿Él es tu hijo?

—Ehhh ¿De dónde sacaste eso? Claro que no es mi hijo no me veo tan viejo para ser su padre. —Un poco ofendido le reprochaba.

—Es que los dos se parecen.

—NO... El joven amo es un humano normal.

—Pero el se embarazó... Eso dijiste hace un rato cuando... —Se quedó pensativo— Ahora recuerdo que ustedes estaban bajo las sabanas cuando entré a la habitación. ¿Qué hacían? Eso también me hizo enojar y por eso te lancé el anillo así.

Recordando ese detalle malhumorado Bard le hablaba separándose de ese abrazo con evidentes celos.

—Lo que te dije, estaba confirmando el embarazo del joven amo.

—¿Le estabas confirmando o lo estabas embarazando?

—No digas eso, idiota... A él lo embarazó Anthony, yo también podría haberlo hecho pero no...

—¿Anthony es demonio? Y tus supuestos primos seguro lo son... ¿No? Por eso todos eran tan extraños.

—Yo no soy extraño...

—¿El joven amo lo sabía?

—Claro que lo sabía pero nunca creí que se embarazaría después de ese único y primer encuentro. —Dudoso Sebastian se quedaba pensativo porque se suponía que ellos no estaban enamorados, solo un vínculo de amor junto a ese desfogue sexual se necesitaba para concebir un bebé entre humano y demonio. ¿Anthony amaba a su joven amo? Si esto era así ¿Por qué lo abandonó?

—Oye Sebastian... ¿Qué sucede?

El demonio reaccionó ante la voz de Bard que extrañado lo miraba, este en un impulso repentino le daba un beso sorprendiendo a Bard que lo abrazaba de nuevo, correspondido a ese dulce beso pero cuando ya se estaba entusiasmando a profundizarlo era apartado por su infernal esposo.

—Debemos buscar a Anthony...

—Ehhh Sebastian ¿Por qué eso tan repentino? Quiero besitos... —Refunfuñaba con un puchero el rubio mientras era halado de la mano por el demonio encaminándose a la mansión.

Sebastian sonreía al ir caminando de vuelta con Bard, quien asimiló mejor de lo que pensó la noticia de su naturaleza demoníaca, aunque se notaba que tenía muchas dudas sobre el asunto que le aclararía después; pensaba el demonio colocándose de nuevo el anillo en su dedo sellando con ello su reconciliación.

Ese demonio... Tendrá un bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora