Separación

192 27 7
                                    

Un decepcionado Bard se encontraba en uno de los salones tratando de hallar lógica alguna en lo que el pelirrojo shinigami le había confesado sobre todo trataba de entender los motivos por los que su ahora esposo quien llevaba en su interior a sus bebés le obligaron a que le ocultara algo tan importante.

—Creo que debo irme... —Murmuraba nervioso Grell al darse cuenta de lo que había hecho, sabía que Sebastian seguramente le daría una paliza por haberse tomado el atrevimiento de confesar que a el no le correspondía hacer. El rubio ignorándolo ni notó cuando este con pasos presurosos se marchaba, estando sumergido en sus propios pensamientos no acertaba que hacer, no quería arruinar el día de su boda peleándose con él pero tampoco se podía permitir fingir el no sentir el enojo que le embargaba, aunque quisiera no podía siendo emocionalmente abierto le era difícil.

Mientras este con cabeza fría trataba de pensar que hacer, en la habitación del joven señor de la mansión una peculiar escena se desarrollaba, el mayordomo se acercaba a su amo quien sonrojado y algo tenso permanecía recostado en la cama.

—Parece que estuviera muerto con lo rígido que está, no tiene que tensarse tanto por un solo beso.

—¿Cómo no tensarme? Eres mi mayordomo...

—Su mayordomo casado travestido y para colmo embarazado —Le decía en un tono burlón— No lo olvide.

—De verdad es necesario el besarnos? Creo que solo buscas un pretexto para besarme.

—¿Por qué querría besarlo? Tengo un esposo que puedo besar cuando quiera, hasta arrancarle los labios si quisiera.

—¿Por qué soy irresistible? —Con sarcasmo le respondía —Además creo que tu concepto de matrimonio es algo tétrico, no porque te hayas casado con Bard te da derecho de poder arrancarle partes de su cuerpo.

—Solo bromeaba, no sea tan serio. No crea que esto es incomodo sólo para usted pero no veo otra manera de hacerlo... A menos que quiera buscar a Anthony para que le confirme sus sospechas.

El gesto del joven mostraba su enojo al escuchar ese nombre, mirando con odio a su demonio por nombrarlo.

—Antes de hacer eso prefiero que metas tu cosa en mi... —Murmuraba a regañadientes el conde.

—Vaya que tentadora propuesta. —Se le burlaba un poco Sebastian haciendo una mueca de falsa seducción— Pero démonos prisa no puedo desaparecerme de mi boda tanto tiempo.

—Bueno... Yo cierro los ojos y tú lo haces.

—Será un beso rápido. —Aclaró Sebastian en un murmullo muy cerca de los labios de su amo percibiendo lo errático de su respirar, el enrojecimiento más notable a cada milímetro que se acercaba. El roce de labios fue sutil entre los dos que se miraron mutuamente con sorpresa en lo que duró ese efímero beso, entonces cuando se disponían a separarse cuando la puerta se abrió interrumpiendo tan comprometedora escena.

—¡Ciel! ¿Qué haces?

—¡Señor Sebastian!

Eran las expresiones con mucho asombro y confusión al interrumpir aquello por parte de Soma y Agni quienes llamaban a sus respectivos amigos.

—No es lo que creen... —Nerviosos Ciel y su demonio parecían decir al unísono, aunque lo dijeran no aclaraba el asunto más bien lo hacia verse más sospechoso.

Los dos en la cama dándose un beso en los labios daba a entender hasta para el más ingenuo que algo ocurría romántico entre los dos y no que era solo una prueba de embarazo. Sebastian de inmediato se levantó dejando a su amo que abochornado se escondía bajo las sabanas solo empeorando el asunto.

Ese demonio... Tendrá un bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora