Madrugada

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En esa fría madrugada Sebastian abrazaba a su durmiente esposo que roncaba un poco, se sentía un poco extraño al estar en un lugar que no era la mansión. Pensaba en silencio en su joven amo, le invadía las ganas de escaparse por unos minutos para vigilar lo que este hacia, imaginando que quizás estaba entregando su cuerpo, el que todavía podía mantener algo de inocencia, a ese idiota demonio que no lo merecía. ¿Cuántas posiciones ya habrían probado? ¿Y si lo lastima? Un embarazo en un niño es diferente a un demonio ya adulto solo se preocupaba más en pensar las diversas posibilidades, tal vez había sido imprudente de su parte dejarlo.

—¿A dónde vas? —Murmuraba entre dormido el rubio solo lo volvía a abrazar así lo acercaba a su cuerpo para que no lo dejara.

—Iba al baño.

—Tú no vas al baño. —Le decía algo burlón este con una sonrisa.

—Puedo lavarme la cara ¿O no? —Con el ceño fruncido le respondía el demonio.

—¿Estás de malhumor? —Con fingido resentimiento le cuestionaba el rubio— Tal vez te hace falta algo de amor.

Al decir aquello se restregaba con fuerza a su cuerpo con una mirada y sonrisa lujuriosa para provocarlo teniéndolo de frente se le aferraba en un sensual abrazo, Sebastian no le correspondía tampoco lo miraba se sentía algo contrariado, a esto le sumaba que había evadido el hablar de cierta situación confusa con su joven amo.

—Bard... Te digo algo pero promete no enojarte. —Entre sutiles jadeos le decía sintiendo como el ambiente entre ambos se encendía.

—Me enojaré sino me dejas seguir.

El demonio con enojo le miraba ante aquellas palabras, no era que le molestara tener a un hombre con la libido tan elevada porque sabía que él lo provocaba y se enorgullecía por ello, lo que le fastidiaba era que no aprendiera a controlarse.

—Eh no me mires así, con esa cara ya hasta se me puso flácido. —Murmuró con un puchero el rubio apartándose un poco de él.

—Si ya lo sentí. —Con una sonrisa el demonio se le burlaba apretando su miembro con fuerza solo para fastidiarlo— No todo lo puedes resolver con sexo.

—¡Deja... Ya nos resentimos...! ¡No se pondrá dura de nuevo!

Sebastian sonreía ya más animado rozando sus labios sutilmente soltaba de entre sus manos su miembro dirigiéndole una mirada sumisa porque se prestaba a enfrentar el tema que lo tenía un agobiado.

—Sé que has querido decirme algo todo el día así que dímelo de una vez que no me enojo... Aunque sospecho por donde va el asunto.

—¿Ah si? ¿Cuál es el asunto según tú?

—Obviamente es el joven amo... ¿No?

—Si... Creo que el joven amo está enamorado de mi... —Lo confesó sin titubear.

Bard no se sorprendió mucho ante esa aclaración ya que el no era tan tonto y de algún modo lo sospechaba por las actitudes de su pequeño amo. Sonriendo daba un beso en la frente de su demonio que le miraba extrañado a su reacción.

—¿Por qué sonríes? No es gracioso... El joven amo está sufriendo por enamorarse de mi.

—Sonrío porque es inevitable no enamorarse de ti... Eres hermosamente perfecto...

Enamorado y emocionado Bard le respondía con tal certeza como si aquello era muy obvio, una verdad absoluta, Sebastian que no solía sonrojarse con facilidad se le tiñeron las mejillas en un hermoso rubor que era evidente. Palabras más sinceras y dulces no podía haber sentido tan reconfortantes ahora que estaba un tanto agobiado, abalanzándose encima lo besaba apasionado.

Ese demonio... Tendrá un bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora