Celos

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A la mañana siguiente todos estaban en la cocina menos el rubio cocinero que estaba enfermo por excederse en alcohol el día anterior.

—¿Bard está bien? —Cuestionaba la sirvienta al notar la ausencia de este.

—Si... Solo le dolía la cabeza y lo dejé dormir.

—Awww que tierno Señor Sebastian al cuidarlo... —Le decía ella con una sonrisa.

—Prefiero verlo dormido que esté aqui quejándose, basta con mis achaques para aguantarlo a él.

Murmuraba malhumorado el mayordomo con una falsa sonrisa mientras sentía un poco de calor a pesar de ser una mañana muy fría.

—¿Se siente bien Señor Sebastian? —Cuestionaba Finny al ver como el demonio estaba acalorado y sudando un poco.

Al parecer el cuerpo de Sebastian estaba sufriendo cambios drásticos que le afectaban más que el de un embarazo normal, y era de suponerse un niño mitad humano creciendo en un cuerpo de apariencia humana pero que no lo era parecía ser muy complicado.

—Estoy bien... Iré afuera a tomar aire... —El mayordomo al decir eso salía al jardin para sentir el frío que calmara su calor.

—Pobre Señor Sebastian... Tener un bebé es todo un lío. —Murmuraba con algo de tristeza la mujer con una sonrisa nerviosa— Por eso nunca tendré bebés.

—Igual no tienes novio a menos que te cases con el señor Tanaka. —Se le burlaba un poco el jardinero— Además a el si no le va a funcionar el líquido que hace bebés, ya está muy viejo.

—¡Cállate Finny! —Avergonzada la mujer miraba de reojo al viejo mayordomo que estaba a unos pasos de ella.

—Jo jo jo... Todavía me sirve no le haga caso señorita Meyrin... —Algo sonrojado Tanaka bebía de su té tranquilamente.

—¡Ahhhh en esta mansión son todos unos depravados!

Exclamaba la mujer mientras salía corriendo de la cocina toda sonrojada por esas insinuaciones, encontrándose de repente con Bard en el pasillo quien con muy mal aspecto la espantaba.

—¡Bard! Me asustaste, te ves fatal... —Murmuraba la mujer con la voz temblorosa.

—Debo trabajar sino Sebastian se enoja. —Le respondía con mala cara mientras se rascaba la cabeza.

—El dijo que estabas mal y te dejaría descansar... Tal vez algo de té caliente te ayudará a mejorar ¿Qué te duele?

—La cabeza y el trasero...

—¿El trasero? ¿Te caíste al estar ebrio?

—No precisamente, Sebastian se aprovechó de mi anoche y me violó hasta el cansancio.

La mujer se sonrojaba aún más ante esa confesión.

—¡Definitivamente en esta mansión son todos unos depravados! —Gritaba mientras salía corriendo se alejaba de él

—No grites así mujer... Me duele la cabeza...

El rubio refunfuñaba al llegar a la cocina donde estaban sus demás compañeros, estos le miraban de reojo al ver su mal estado además con ese secreto que le ocultaban se sentían algo tensos ante él.

—Sebastian ¿Dónde está? Quiero un té... —Cuestionaba Bard sentándose en un banco de la cocina.

—Está en el jardín... —Respondía nervioso Finny que parecía no servir para guardar secretos se sentía tenso al no decirle algo importante, notaba como Snake callaba a sus serpientes.

—¿Qué les pasa? Si es por alguna tontería que hice estando ebrio solo olvidenlo... Iré a buscar a Sebastian, extraño a ese estirado...

Se levantaba y caminaba en dirección a la puerta que daba al jardín, al salir notaba como su querido Sebastian conversaba muy cercano con el joven amo, llenándolo de celos volvía a entrar ya que estaban tan concentrados en su conversación que ni lo notaron.

—Joven amo... Usted se burla de mi y si con todo esto ¿yo me muero?

—No dramatices, bueno si te mueres que sea después que nazca este niño.

—¿Por qué quieres a mi hijo?

—Solo imagina tener un demonio pequeño a mi favor, lo criaría y moldearía a mi manera... Me sería mas útil que tú.

—Usted es un poco tenebroso, pero si sale un niño como tú prefiero morirme.

—Idiota... ¿Por qué sería como yo? Ni que fuera mi hijo... —Sonrojado el conde desviaba la mirada.

—Tal vez porque cuando Bard tenía su cosita en mi pensaba en ti... —Con una perversa sonrisa le hablaba el demonio con la firme intención de molestarlo, solo sintió como su amo lo bofeteaba.

—Es broma... Cuando él y yo tenemos sexo solo somos nosotros... —Con un suspiro comentaba.

—Que cursi y sucio eres...

—Además si me muero quedaría con su idiota padre... Ahhh ¿sabe? El muy tonto se embriagó hasta las patas ayer... —Le contaba el demonio con un gesto de desánimo.

—¿Ah si? ¿Le contaste y estaba celebrando la feliz noticia?

—No nada de eso... Cuando regresamos de allá el estaba así, creo que como he andado raro con estos síntomas piensa que no lo quiero o algo así. —Le contaba con mala cara— Ustedes los humanos son tan sensibles a veces.

—Bien que te enamoraste de uno...

—Y podria enamorarme de otro. —Coqueto le insinuaba el demonio con una sonrisa.

—¿Qué te pasa hoy? Que andas de zorra...

—Ando con la hormona media alborotada... Lo siento.

—Pues te prohibo que andes de zorra ... Es una orden... —Con seriedad le ordenaba.

—Si mi señor... —Desanimado Sebastian le afirmaba— Vamos adentro está haciendo frío para ti, te vas a resfriar.

Los dos comenzaron a caminar para entrar a la mansión.

—Por cierto Sebastian, anoche no encontré mi anillo no recuerdo donde lo dejé... Búscalo.

—Usted no tiene consideración, me siento mal y anda perdiendo sus cosas. —Con una forzada sonrisa le hablaba viendo como su amo se le burlaba con la mirada.

Mientras tanto en la cocina, Bard refunfuñaba molesto al recordar la escena anterior, cuanto le molestaba esa extraña cercanía que últimamente tenían amo y mayordomo.

El demonio minutos después volvía a la cocina sintiéndose un poco mejor de su bochorno anterior, notando que su cocinero estaba allí con los brazos cruzados y una cara de enojo.

—Parece que el bello durmiente amaneció de malas... —Insinuaba Sebastian con burla se prestaba a prepararle una buena taza de café para aliviarle cualquier malestar que tuviera por la resaca.

—¡No me digas nada maldito mayordomo infiel! —Con enojo le reprochaba ante todos, eso sorprendió al demonio que agachaba la mirada.

—Que el joven amo me insinúe lo de zorra no me duele tanto como cuando tu lo dices. —Resentido Sebastian le hablaba, se acercaba a él y le daba con la jarra en la cabeza.

—Ahí vas de nuevo... Nombrándolo... Si te vas a quedar con él dimelo de una vez.

—Eyyy tranquilos... —Sollozante Finny se ponía entre ellos para calmarlos, no le gustaba cuando oía discusiones.

—¡Si me da la gana me quedo con él o con cualquiera hasta con Tanaka! —le gritaba Sebastian mientras salía molesto de la cocina.

—Jo jo jo... —Tanaka sonreía sonrojado mirando como Sebastian se alejaba, los demás miraban mal a Bard por su comportamiento celoso injustificado.

Ese demonio... Tendrá un bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora