Desayuno

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Sebastian sabía que el otro demonio espiaba a través de la puerta su conversación así que pretendía seguirla solo con el afán de fastidiarlo.

—Joven amo... Esos pensamientos perversos suyos son clara evidencia de que usted no es más un niño inocente —Con una sonrisa picara murmuraba— Y hasta es codicioso queriendo tener dos hombres para usted solo.

Con un gesto de fingido asombro le hablaba mientras notaba como el conde lo miraba con fastidio, ya sabía que lo hacia por molestar pero y ¿Si lo estaba diciendo en serio? Quizás había descubierto sus sucios pensamientos lascivos y se le estaba insinuando, aunque no era precisamente a los dos a quienes deseaba, solo con su demonio bastaba para que saciara sus ansias.

—Deja de decir estupideces y prepara el baño... —Le ordenaba molesto mientras aparentaba no dar importancia ya al tema porque sentía que de seguir se delataría sin querer. Entonces unos golpes en la puerta interrumpían la extraña conversación de amo y mayordomo.

—Es Anthony ¿Lo dejará entrar? — Murmuraba Sebastian con un poco de molestia.

—¿Por qué te molesta tanto Anthony? No creo que estés celoso ¿O si?

—Si estoy celoso... —Le respondió sin dudarlo ni un poco, notando como su amo se sonrojaba más, avergonzado solo desviaba la mirada— ...Pero no ese tipo de celos...

El mayordomo pudo entender un poco como su pequeño amo estaba confundiendo esta situación, podría ser la causa de su extraña actitud de antes y justamente después de que sus labios rozaron en ese pequeño beso que era para comprobar ese embarazo sin ninguna otra intención.

—Yo no estoy insinuando nada. —Apenado Ciel le dijo con algo de soberbia— ¡Puedes pasar Anthony...!

El demonio solo se encogió de hombros mientras se alejaba para ir al cuarto de baño a cumplir su petición de antes, notando como Anthony entraba con una flor blanca en su mano.

—Ridículo... ¿Cómo si te fuera a hacer caso por traerle una estúpida flor de su propio jardín? —Murmuraba malhumorado Sebastian ante esa actitud de supuesto romanticismo por parte del otro. Para su sorpresa, notó como Ciel la aceptaba dedicándole una tímida sonrisa como agradecimiento haciéndole molestar aún más mientras preparaba la tina con agua tibia se le oía refunfuñar.

—¿El joven amo me va a cambiar por ese idiota? Solo yo debo ser tu demonio. Soy su demonio favorito... —Eran algunos de sus murmullos en una clara evidencia de extraños celos al hacer pequeños pucheros calmaba a los bebés dentro suyo que se inquietaban. Al salir del baño vio como Anthony sentado a su lado en la cama le hacia conversación a su amo, quien comía su desayuno sin decir palabra alguna solo lo escuchaba atento.

—Ya está su baño, joven amo...

—¿Puedo bañarte? —Cuestionaba Anthony a manera de ruego lleno de emoción.

—¡Claro que no...! —Respondieron amo y mayordomo al unísono, uno con vergüenza y el otro con enojo por tal atrevimiento.

—Bueno pero no es necesario que me griten los dos...

—Puedo bañarme solo —Murmuró apenado el conde porque ya no quería que ninguno de los dos lo vieran desnudo y a ambos por distintos motivos.

Minutos después los dos demonios salieron de la habitación.

—Sebastian...

—Estoy ocupado debo ir a preparar el desayuno a las visitas. —Se excusaba este casi ignorando el llamado de Anthony mientras se dirigía con prisa a la cocina.

—Sebastian, esposo mío... Ya terminé de preparar las frutas para el desayuno. — Animado Bard le decía enseñándole el bol con lo que había preparado pero solo notó como su querido esposo lo ignoró— ¿Y ahora que te pasa?

Ese demonio... Tendrá un bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora