Vulnerabilidad

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—Joven amo... ¿Está bien? — Era la pregunta del mayordomo— ¿Por qué se me queda viendo de ese modo? Me está asustando...

Ciel reaccionó en un pequeño sobresalto al sonido de su voz sacándolo abruptamente de sus extraños y perversos pensamientos, con una pequeña tos trataba de disimular su bochorno aunque era algo difícil de ocultar porque sus mejillas sonrojadas lo delataban. El demonio suspiraba un pco resignado ya parecía entender lo que sucedía pero no quería avergonzar a su amo poniéndolo al descubierto diciendo algo incómodo.

—Termina de vestirme... —Le ordenaba el conde desviando la mirada trataba de evitar el tema.

—¿Estabas fantaseando conmigo?

—¡Claro que no...! —Nervioso le respondía, Sebastian solo le dedicó una pequeña sonrisa pero no era del tipo burlona sino más bien como tierna.

—Hablamos después de esto... Dijo en un murmullo el mayordomo guiñándole el ojo lo terminaba de vestir mientras tanto Anthony salía del baño, Ciel se sonrojaba más ante ese gesto coqueto. ¿Su demonio se le estaba insinuando? Eso solo lo confundía más.

—¿Por qué están discutiendo ustedes?

—Nada... —Respondieron al unísono mayordomo y amo con mala cara al cuestionamiento de Anthony, para casi de inmediato ambos salir de la habitación.

—No es necesario que vengas puedes quedarte aquí. —Le hablaba Ciel con seriedad casi como una orden al demonio arrepentido quien solo se encogía de hombros obedeciéndolo.

—Anthony es un idiota. —Murmuraba malhumorado el conde cuando caminaban por el pasillo.

—Lo sé... Pero me recuerda un poco a mi cuando nos conocimos aunque yo mostraba un poco más de dignidad.

—Si como no... Aunque hay una abismal diferencia entre él y tú.

—Claro... Yo no me aproveché de usted aunque si se me hubiera insinuado en ese entonces quizás la historia sería diferente ahora entre nosotros.

Ciel le miraba de reojo en esa y le embargaba una extraña melancolía no sabiendo que responder ante ello.

—¿Quieres hablar al respecto de lo que sucedió hace un momento?

El joven negaba apenado con su cabeza sin decir una palabra solo se sonrojaba.

—Ya me lo imaginaba pero yo quiero decirle algo. —El demonio detenía su andar y se agachaba para quedar a su altura obviamente esto hizo que Ciel se pusiera más nervioso.

—Me halaga que piense en mi de esa manera pero ambos ya escogimos nuestros caminos y debemos seguir. Usted es muy lindo en muchos sentidos, prometo que si yo estuviera soltero, sin un embarazo de por medio y sin un idiota cocinero que... —Se quedó callado el demonio por unos segundos porque era lo que iba a decir— Pero creo que está algo confundido con lo que siente por mi sobre todo porque las hormonas lo confunden a uno mucho más en este estado.

—Si, son las hormonas... —Ciel aclaraba con una sonrisa mientras emprendía de nuevo su andar, dándole la espalda a su mayordomo se adelantaba.

—Joven amo...

Murmuró un triste el demonio porque sin quererlo parece que había hecho sentir mal a su amo, pero pensaba que era mucho mejor ser sincero que darle falsas esperanzas por un amor que no le podpia dar, hasta para un ser vil sería muy cruel hacer algo así, solo decidió seguirlo en silencio. Las visitas después del desayuno empezaron a marcharse agradeciendo a amo y mayordomo los días entretenidos que les habían dado, ellos aliviados ya sentían como la calma aparente volvía a su mansión después de tanto alboroto. El príncipe hindú y su mayordomo fueron los únicos que no se marcharon por petición del orgulloso Ciel.

—Igual no pretendíamos irnos... No te iba a dejar con ese depravado... —Con enojo Soma le hablaba abrazándolo.

—Sebastian tiene que irse a su luna de miel así que alguien debe ayudarme y solo Agni creo que podría reemplazarlo.

El demonio un poco resentido le miraba de reojo al oír esa aclaración, parecía que su amo se estaba vengando sutilmente por lo de antes.

—Oh no amo Ciel... Sebastian no tiene reemplazo alguno pero me esforzaré en cumplir sus expectativas en su ausencia.

—Así que Sebastian ve a preparar tus cosas para que salgan lo antes posible.

Era casi la orden de su amo mientras caminaba presuroso ya que Soma lo seguía para llevarlo en brazos, el demonio asentía con su cabeza acatando su orden a la que no negarse tampoco, además Bard ya estaba bastante ilusionado con este pequeño viaje.

—¿De qué querías hablarme? Me dejaste intrigado con eso — Le hablaba Bard en su habitación cuando arreglaban sus bolsos para viajar.

—Hablemos mientras viajamos.

—Si... ¿Qué sucede? Estás raro... —Le cuestionaba extrañado el rubio notando su semblante un poco desanimado.

—Estoy bien... —Haciendo un puchero comenzaba a sollozar.

—Eh ¿Qué pasó? —Preocupado al verlo como comenzaba a lloriquear le preguntaba.

—El joven amo... El joven amo ya no me quiere... Bueno si me quiere... Pero ya no me quiere. —Entre sollozos respondía.

—No entiendo... ¿Te quiere o no te quiere?

—No, porque dijo que Agni puede reemplazarme... Para él soy reemplazable...

—Cálmate... No es para tanto, el lo dijo solo para que pudiéramos tener este tiempo juntos. No llores... Que me haces llorar a mi también. —Diciendo eso comenzaba a lloriquear también.

—Primero reemplaza mi lugar de demonio con Anthony y ahora el de mayordomo con Agni... Ya no le sirvo... —Seguía sollozando al darse cuenta de ese hecho.

Bard lo abrazaba tratando de no llorar también comenzó a secar sus lagrimas con besos para calmarlo pero solo sentía como lloraba más, si que estaba sensible su esposo pensaba un poco avergonzado. ¿Dónde estaba su Sebastian inexpresivo emocionalmente? Sebastian comenzaba a calmarse al sentir como los bebés dentro suyo se retorcían con fuerza y como Bard parecía demasiado entusiasmado con sus mejillas humedecidas.

—Bueno sino quieres viajar por sentirte mal nos quedamos... —Sugería con una sonrisa el rubio acariciándole el rostro.

Sebastian lo miraba fijamente al escuchar su nada egoísta propuesta, estaba sacrificando ese viaje que tanto anhelaba solo por su bienestar, eso lo conmovió tanto que lo hizo llorar de nuevo.

—No llores... —Murmuraba nervioso el rubio alguien ver su reacción a lo que supuestamente lo calmaría.

—Estaré bien sin Sebastian... —En un susurro triste decía Ciel para si mismo cuando caminaba solo por el jardín a la vez pensaba en la forma sutil en que su demonio lo rechazó antes pero era lógico que lo hiciera, el tenía claro sus sentimientos no estaba todo confundido como el.

Entonces sintió como de repente alguien lo abrazaba por detrás, por impulso solo sonrió al imaginarse que era su mayordomo quien lo atrapaba entre sus fuertes brazos.

—Sebastian...

—No soy tu adorado Sebastian... —Murmuró Anthony a su oído con evidentes celos al tenerlo en ese agarre— Estás enamorado de él ¿Verdad?

Ese demonio... Tendrá un bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora