Reacciones

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—Sebastian... —Susurraba aun confundido el cocinero al ver como el mayordomo más que molesto se le alejaba. Ahora se daba cuenta que su reacción ante tal inesperada noticia no fue la mejor, pudo haberse desmayado de la impresión o algo así... Pero no insinuarle eso.

Cuestionarle aquello fue ofensivo y un poco cruel pero la duda importante que le revoloteaba en su cabeza hueca en este momento era ¿Cómo se puede embarazar a un hombre? ¿Por qué Sebastian es hombre? Se cuestionaba para si mismo mientras caminaba tras de él a paso lento porque no sabía como afrontar este tipo de "broma".

Al final el demonio se le perdió de la vista, esté comenzó a buscarlo por todos lados en la mansión a la vez que pensaba como afrontar la situación.

—¿Qué sucede Bard? —Cuestionaba la sirvienta cuando lo encontre por el pasillo que llevaba a la escalera principal— Te ves pálido...

—Ehhh estoy buscando a Sebastian... ¿Lo has visto?

—No hace rato que no lo veo... Ustedes no pueden estar separados. —Murmuraba ella toda sonrojada al imaginarse el amor de los dos.

—No es eso... Se enojó conmigo... —Dijo este entre dientes mientras encendía un cigarrillo— ¿Te puedo contar algo privado?

—¡¡¡Si!!! Sabes que guardo muy bien los secretos. —Más emocionada y sonrojada le expresaba ella, pensando que le diría algo referente a su discreta actividad sexual.

—Bueno... —Se rascaba la cabeza nervioso— ¿Los hombres se embarazan?

—Ahhh ¿A qué te refieres? —Ella igual nerviosa le preguntó, no queria confirmar ni negar nada de esa duda se suponía no podía revelar el secreto.

—Yo nunca he sabido que eso sucede... ¿Por qué lo dices?

—Es que Sebastian dijo que lo estaba... Pero creo que es una broma... —Confesaba el rubio con un ligero sonrojo y sonreía nervioso.

—Sabes que el señor Sebastian no es de los que hagan ese tipo de broma. O no sé como se lleven ustedes— Meyrin le decía con una pequeña sonrisa
— ¿Entonces tu no le creiste y se enojó?

—Casi... Le pregunté ¿Si era mi hijo?

La mujer lo miraba mal al escucharlo obviamente no fue su mejor reacción, entendía el enojo de Sebastian hasta ella misma se molestó por eso y ni era la embarazada ofendida.

—Ya sé que estuvo mal... Pero fue lo primero que se me ocurrió decir... —Arrepentido murmuraba, sea o no cierto lo del embarazo fue malo lo que insinuó.

—Los hombres son tan insensibles... El pobre señor Sebastian anda mal con lo del embarazo y tú le dices eso.

—¿Tu ya lo sabías? —Con algo de enojo cuestionó el cocinero a la mujer que nerviosa le miraba.— Al parecer todos lo sabían menos yo.

—Tal vez por tu estúpida reacción, estaba pensando como decirtelo.

Bard agachó la cabeza se quedó en silencio como reflexionando, la levantó segundos después mostrando una sonrisa.

—Entonces... Es en serio ¿tendré un bebé? —Emocionado parecía llorar de la alegría tomaba las manos de la mujer y las movía como bailando.

—Ahora... ¿Qué sucedió? —Con mala cara cuestionaba el conde al ver de nuevo a su demonio en su sillón— ¿Crees que soy tu pañuelo de lágrimas? Se te está haciendo costumbre venir a lloriquearme.

—Ya le conté al idiota ese sobre el embarazo...

—Ahhh entonces no se lo tomó muy bien al parecer sino no estarías lloriqueando aquí en mi despacho... ¿Sabes? Cuando hice este pacto contigo no me imaginé nada de esto, de haberlo sabido hubiera preferido morirme.

Ese demonio... Tendrá un bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora