Manipulación

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La escena sorprendía a algunos a otros les causaba gracia ver una emoción tan genuina en el siempre reservado mayordomo que decidió expresar tan negativa emoción como son los celos y obviamente estos llevados de la mano del enojo.
Sebastian daba bofetadas al cocinero que no abría los ojos quien complicando más el asunto pretendía evadirla ridículamente con un simulado desmayo.

—Sebastian debes calmarte... —Advertía con aparente seriedad el conde pero disfrutaba la escena que su demonio cual mujer celosa y desquiciada hacia a su novio casi esposo.

—¿Nos pueden dejar solos? —Murmuraba con un tono algo siniestro el mayordomo mirando mal de reojo a su amo.

—No me mires así, no te desquites conmigo lo que Bard te hace.

—Yo lamento toda esta situación —Se lamentaba el alemán aunque parecía que no se disculpaba sinceramente— Iré a prepararme algo de comer.

—Ya que Bard no quiere hablarme ¿usted puede aclararme el asunto? — Con una falsa amabilidad Sebastian le cuestionaba levantándose del suelo seguía a la visita que desvío la mirada pero afirmó con un movimiento de cabeza a su pregunta.

—¡Espera! Yo puedo aclararte todo... —Exclamaba nervioso el rubio sentándose en el suelo mientras halaba de la cola del traje de su celoso prometido que de reojo lo miraba con fastidio.

—Ahh ¿tienes miedo que me cuente lo que tienen?

—Sebastian... Mi vida... Él y yo no tenemos algo, eso es el pasado.

—Si pero si fuera muy de tu pasado me lo hubieras aclarado ahora y además de eso todavía se escriben a escondidas. ¿Cómo no quieres que me ponga así?

—Es que me das miedo cuando te pones celoso, aunque tus celos muchas veces no tienen validez.

El demonio suspiraba sintiendo a todos  muy atentos en su conversación que se suponía debía ser privada y los escuchaba murmurar.

—Mejor dejemoslo así... Ya no quiero saber nada. —Con resentimiento el demonio hacia un puchero sacándose el anillo de su dedo enguantado se lo tiraba.

—¡Ehhh Sebastian! ¿No me digas que no vas a casarte? —Un poco alterado el conde le preguntaba al ver todos sus planes de boda desvanecerse en unos segundos.

—No... No voy a casarme con un hombre que ama a otro.

El demonio al decir esas palabras parecía que la mirada se le tornaba llorosa y salia corriendo de la cocina, todos conmovidos ante tan tierna pero patética actitud miraron con odio a Bard que trataba de levantarse para seguirlo.

—No creo que sea buena idea que le hables ahora, deja que se le pase el enojo. —Le aconsejaba sabiamente el conde deteniendo al cocinero, dándole la razón pretendía salir al jardin para alejarse de todas las miradas acusatorias, encendiendo un cigarrillo con una deprimente actitud se disponía a marcharse.

—Lamento esta escena... Solo debo decir que amo a Sebastian—Al decir aquello comenzó a lloriquear en alto apenas se entendía los balbuceos entre sollozos— Es el amor de mi vida...

—Pero Bard es tu culpa si hubieras aclarado este asunto bien Sebastian no se hubiera enojado así. —Le regañaba Meyrin con seriedad.

—Los bebés no tendrán papá... —Finny murmuraba mientras lloraba.

—No me he muerto —Aclaraba Bard con un puchero.

—Nosotros nos encargáremos de esos bebés... Dice Emily...

—Nadie se encargará de ellos, yo soy su padre! —en un murmullo aclaraba llorando más al darse cuenta de lo que había hecho—Mis bebés... Mi Sebastian...

Ese demonio... Tendrá un bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora