Sustos

222 25 1
                                    

Sebastian por momentos se sentía hastiado por el cambio en su cuerpo, su mente, de su demoníaca vida en general recostado en su cama a veces solo deseaba desaparecer, sentir su orgullo ser pisoteado con este embarazo era demasiado abrumador en su actual estado de vulnerabilidad.

—¿Estás deprimido? —Cuestionaba en voz baja Bard mientras solo asomaba su cabeza por la puerta semiabierta de la habitación donde su demoniaco esposo descansaba.

—No sé que es eso... Los demonios no nos deprimimos... —Le respondía con mala cara desde la cama, el rubio se arriesgaba a entrar al notar su desanimo era peor dejarlo solo y después se lo reprochara, así de variante era su humor.

—También dijiste que los demonios no se enamoran, no se casan y no tienen bebés pero aquí estas refunfuñando por eso... ¿Te animaría si te dejo hacérmelo? —Le proponía colocando seguro en la puerta se acercaba a la cama a paso lento tratando de mostrarse seductor.

—No todo lo puede resolver el sexo fue eso lo que produjo esto.

Bard le dirigía una mirada que reflejaba una mezcla de enojo y tristeza al darse cuenta de como renegaba de sus bebés al señalarse su abultado vientre, en un suspiro se calmaba tratando de comprenderlo ya que sabía que en ocasiones le daban estos berrinches, que de alguna manera eran justificados.

—Sé que esto es difícil para ti pero no lo digas de esa forma los bebés podrían entender que no los quieres.

—Ellos no son tan inocentes como crees.

—¿Qué cosas dices? Ellos son unos bebés inocentes. —Le decía sentándose al filo de la cama acariciaba su vientre sintiendo como ellos se movían, emocionado los sentía.

—Claro... A ti no te muerden las entrañas a propósito solo para fastidiarte.

—Tal vez solo tienen hambre. ¿Verdad Barditos bebés?

—No les pongas nombres ridículos... Y no, no tienen hambre lo hacen porque les gusta molestarme así como tu también lo haces.

—Son ideas tuyas —Le hablaba con una sonrisa mientras se acercaba a su rostro para pretender darle un beso— Y a mi no me gusta molestarte solo que mi forma de expresar amor es revoltosa.

Ambos se quedaron viendo mientras sus labios rozaban con firmeza le acariciaba el vientre

—Quizás si les hablaras cariñoso y no le pones apodos feos como "bichos" ellos no te molestarían.

—Son bichos para mi... Bichos odiosos.

El rubio al escucharlo sonreía no podía imaginarse a Sebastian como una buena madre en el futuro pero confiaba que aprendería a serlo como se convirtió en un buen mayordomo, confiaba en ello.

—Bebés dejen de molestar a mami sino podría botarlos en un vómito negro o quizás de otra manera asquerosa. —Les advertía cariñoso acariciándolos sobre la piel pálida del vientre de su demonio, los niños dentro suyo se retorcían al oírlo Bard los sentía moverse emocionándose más— Son tan lindos... Ya quiero verlos y tenerlos entre mis brazos.

—Si quieres vomito uno ahora. —Con malicia insinuaba Sebastian haciendo como sonidos de que fuera a vomitar.

—¡No! ¡No hagas eso! Debes parirlos naturalmente.

—¿Naturalmente? ¿Estás entendiendo lo que me pides? Nada de este embarazo es natural.

—Lo sé... Bueno hazlo de forma media natural —Sonreía nervioso al aclararlo notando su mala cara— Pero... ¿Cuánto falta para que nazcan?

Ese demonio... Tendrá un bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora