Confusión

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El rubio aceleraba su caminar a cada paso que daba por los pasillos y escaleras de la mansión, casi corriendo cuando al fin llegaba a la habitación de su joven amo, a quien se le escuchaban sus regaños desde afuera.

—Sebas... —Llamaba agitado al entrar observando la escena donde Agni era contenido por Sebastian mientras el otro demonio sonreía burlón frente a ellos.

—¡Les dije que lo dejaran! ¡Esto no es asunto tuyo Soma!

—¡Pero Ciel... Él debe pagar por lo que te hizo¡ —Exclamaba indignado el príncipe hindú que se parecía estar un poco ebrio— ¡Obedéceme Agni... Dale una golpiza a ese idiota!

—Señor Agni... No tiene que hacer esto, ¿Usted cree que yo no quise golpearlo al verlo? —Le hablaba Sebastian tratando de detenerlo porque aunque él hindú no quisiera debía obedecer la orden de su amo— Abajo hay invitados y no queremos que todos se enteren del estado de mi amo, así que evitemos el escándalo.

Agni tomando una bocanada de aire se calmaba sabiendo que su colega mayordomo tenía razón así que acercándose a su amo trataba de tranquilizarlo también.

—Creo que todos me odian en esta mansión. —Murmuraba Anthony con una sonrisa.

—No fue el mejor momento para aparecerte. —En un murmullo Ciel le recriminaba con mala cara mientras veía como Soma se quedaba dormido en su cama sollozando con un puchero.

—Me voy a quedar... Aquí contigo... Ese tonto no volverá a tocarte... —Entre sollozos de ebrio hablaba el príncipe mientras aprovechaba a recostarse junto al conde.

—Amo Ciel... Perdone nuestra imprudencia.

Eran las palabras de arrepentimiento por parte del mayordomo hindú, a la vez que se separaba de Sebastian quien solo miraba de reojo a Anthony, de alguna forma había intuido que su aparición no traería nada bueno y eso se comprobaba ahora. Agni viendo a su amo dormido lo tomaba entre sus brazos, saliendo en silencio se dirigían a la habitación designada para ellos.

—¿Estás bien Sebastian? —Cuestionó Bard abrazándolo pues notaba como estaba molesto aunque no dijera palabra alguna o se moviera, su mirada lo delataba.

—Si... —Murmuró este con el ceño fruncido.

—Lamento de verdad arruinarles su día tan especial. Creo que mi Ciel tiene razón al decir que fue mal momento para aparecerme. —Hablaba Anthony con esa socarrona sonrisa que irritaba más al otro demonio— Ya que están los dos aquí, los felicito.

—Gracias... —Entre dientes hablaba Bard en medio del tenso e incómodo ambiente que se había formado— ¿Por qué regresaste?

—Ahh... Bard... Así te llamas ¿No? Veo que eres más directo que tu esposo. —Con una sonrisa le respondía— Bueno... Volví porque alguien me llamó.

Ciel agachó la cabeza mientras su demonio parecía cuestionárselo con la mirada reflejando un poco la decepción que sentía.

—¿Quién te llamó? ¿El joven amo?

Vaya Bard si que eres curioso... Supongo que por eso le atrajiste a Sebastian. —Decía mientras se acercaba a Ciel ante la mirada de ambos, sentándose junto a él en la cama— Quién me llamó...

Antes de que terminara de responder a su duda fueron interrumpidos por alguien que entraba abruptamente.

—¡Ciel...! —Entraba Lizzy llamándolo en un grito agitando una espada— Escuchamos que estaban como discutiendo. ¿Estás bien?

Detrás de ella algunos de los invitados aprovechando esta intromisión se colaban también en la habitación notando como ese hombre que conocieron antes en una cena estaba en la cama junto al conde.

—¿Qué hacen aquí? —Era la pregunta casi al unísono de mayordomo y amo al verlos irrumpirla habitación sin avisar.

—Vaya conde que escondido se lo tenía jiji... —Murmuraba con burla Undertaker, Ciel empujaba a Anthony al sentir la mirada de todos sobre ellos.

—Ahora veo porque Ciel no quería besarte... —Susurró sonrojada Sullivan a su amiga que se quedó paralizada ante la comprometedora escena.

—No es lo que creen... —Murmuró Sebastian con una falsa sonrisa— Es solo que Anthony es médico lo llamamos para que revisara al joven amo que ha estado sintiéndose mal.

—Un médico muy confianzudo... Mira que sentarse en la cama de su paciente. —Hablaba Lau con una picara sonrisa— ¿Es médico o prostituto?

—Un médico prostituto... —Decía el peliblanco con su escandalosa risa.

—¿No era el primo de Sebastian? —Cuestionaba Finny confundido.

—Es mi primo y es médico.

—¿Por qué está aquí sino lo vimos ni en la ceremonia ni en la fiesta? Que raro... Murmuraba con duda Lau, quien solo por molestar cuestionaba la situación.

—¡Todos salgan quiero estar solo! ¡Quiero dormir! —Era la orden de Ciel quien también extendió esa petición al demonio a su lado.

Sebastian aprovechando su orden sacaba a todos, incluido al otro demonio de la habitación antes de complicar más el asunto además todos parecían haberse pasado de copas así que negaría cualquier cosa al día siguiente.

—Tú también Sebastian... —Murmuraba el conde con molestia al ver como su mayordomo se quedaba a solas con el cerrando con seguro la puerta.

—No voy a irme hasta tener una explicación de lo que está haciendo. ¿Usted lo llamó?

—Si fuera así, eso no es asunto tuyo... —Con una mirada desafiante respondía pero solo suspiró casi de inmediato— Pero yo no lo llamé deja de verme así, fue esta cosa dentro mío es lo que dijo ese idiota.

—¿Eh? —Confundido Sebastian lo escuchaba viendo como el conde frustrado le daba respuesta— ¿Qué le dijo?

El conde dudó en responder así que lo llamó para que se acercara y decírselo al oído por si alguien estuviera oyendo tras la puerta, este se acomodó en la cama junto a su gruñón pero tímido amo.

—Dijo que si él no estaba cerca de mi mientras este bebé crecía podría morir... O moriríamos los dos ¿Es cierto? —Cuestionaba al oído de Sebastian con cierta duda.

—Creo que depende del vínculo que haya entre ustedes, la verdad que estos temas de embarazo entre demonios y humanos no les presté demasiada atención antes porque pensé no me pasaría... Pero...

—¿Es probable?

—Puede ser... —Con mala cara Sebastian admitía— Pero solo puede mantenerse cerca suyo no es necesario que ustedes estén juntos de nuevo como pareja.

—Voy a pensar que estás celoso Sebastian.

—No diga eso... Solo me enoja todo esto porque yo fui fiel testigo de como sufrió cuando lo dejó después de lo que le hizo, pero si usted quiere estar con él yo no soy quien para impedirlo.

El conde no dijo nada solo esperó que su demonio se fuera para que su mirada se tornara llorosa y su semblante reflejara una extraña mezcla de tristeza y melancolía.

—Creo que te amo Sebastian... —Murmuró sonrojado para si mismo el conde recordando el beso de antes con su mayordomo, quien ahora le era más inalcanzable pues este ya estaba enamorado y felizmente casado con alguien más.

Ese demonio... Tendrá un bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora