Escape

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—¿Qué haces aquí?

La pareja cuestionaba al ver a un misterioso hombre con ropas negras sentado en su cama.

—Ji ji ji ¿Qué más? Haciendo una investigación exhaustiva sobre este hecho tan extraño... —Con una gran sonrisa les respondía Undertaker— ¿Un hombre embarazado? Es extraño ¿No lo creen?

—No es tan extraño... Sebastian tiene órganos femeninos adentro, por fuera es hombre por dentro es mujer... —Con cierta inocencia el rubio le aclaraba era lo que el demonio le había dicho para justificar su embarazo.

Bard un poco molesto miraba mal a ese extraño hombre que irrumpió en su habitación no iba a pertimir que nadie se siguiera burlando de su amor. El peliblanco se echó a reir por esa tonta justificación, recostándose en la cama se retorcía de la risa entonces se atrevió a preguntarle.

—Y cuando estás en tus días Sebastian ¿por dónde...?

Su pregunta fue interrumpida por el mayordomo que le tapaba la boca.

—No es necesario entrar en detalles sobre mi cuerpo... —Murmuraba malhumorado el demonio—Aquí no se puede estar tranquilo... ¡Estoy harto!

Sebastian comenzaba a sollozar mientras se abrazaba a su cocinero que cariñoso lo recibía entre sus brazos, parecía ser que se convirtió de un destacable mayordomo a una burla andante para todos eso lo enojaba y deprimía.

—Owww te pusiste sensible... Eres tan lindo... —le susurraba enternecido Bard al oído en medio de ese abrazo.
Entonces Sebastian recordaba las palabras de sus "amigos" sobre los cambios que tendría en cuanto a su humor y se aferraba con fuerza a su ahora prometido pero con algo de coraje.

—Nunca pensé ver así al señor mayordomo de los Phantomhive. —Se le burlaba Undertaker mientras trataba de calmar su risa, verlo lloroso le causaba reirse más— Ahhh creo que pasaré por aquí más seguido para conseguirme unas buenas carcajadas.

—¿Puede marcharse? Sebastian necesita descansar.

—Si... Si... Ya me voy señor Baldroy de Michaelis. —Murmuraba el peliblanco levantándose de la cama— Iré a molestar al conde ustedes están como amargados y ni casados están todavía.
Bard le miraba mal prefiriendo ignorar su comentario, le daba besos a su querido mayordomo para que se calmara.

—Por cierto... Felicidades... Con rareza y todo un niño siempre es un motivo de alegría.

Con esas palabras el peliblanco se marchaba dejando a solas a la pareja quienes seguían abrazados.

—Tsk... Lo siento Sebastian, ahora entiendo la molestia de todo esto, parece que todos en vez de celebrar la buena noticia solo les provoca burlarse.

—¡Todo es tu culpa...! ¡Tu me hiciste estos bebés! —Sollozante Sebastian le reprochaba.

—¿Bebés? —Sorprendido el rubio le cuestionaba con algo de ilusión en la mirada.

—Me equivoqué... Es solo un bebé...
Bard parecía no creerle porque algo nervioso el mayordomo le rectificaba lo anterior dicho y era extraño que el se dejara llevar por los nervios.

—¡Deja de verme así! Yo también puedo equivocarme...

—Si tuviéramos más bebés yo no me enojo.

—Claro para ti es fácil tu no los llevarías —Murmuraba el demonio con mala cara— Solo con uno siento que me carcome las entrañas.
Y ciertamente era así, los bebés debían alimentarse de algún modo y se retorcían en el interior de su vientre con fuerza a pesar de ser pequeños, le mordisqueaban las entrañas oscuras.

Ese demonio... Tendrá un bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora