Vacaciones [Parte 2]

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Ciel Phantomhive parecía disfrutar vivir una mentira, al menos era una mentira que le haría feliz algunos días, la amistad con este joven le entretenía al igual que le resultaba divertida la convivencia con su falsa familia.

—Joven amo ¿No se estará enamorando de Oscar Segundo?

—¿Segundo?

—Así le pusieron todos porque "Dos" no sonaba tan elegante.

Era la conversación entre mayordomo y amo cuando estaban a solas en una
de las habitaciones de la residencia que ya llevaban ocupando en esos tres días de vacaciones.

—Si así fuera, eso no te incumbe... —Refunfuñó jactancioso Ciel mientras se arreglaba el cabello, al parecer saldría esa noche a caminar con el joven que lo pretendía— Dejaré a mi bebé con Meyrin, así que no te molestaré para que seas niñera.

—Yo no lo decía por eso, a mi me gusta cuidar a su hijo, pero ya no diré nada. Tenga un buen paseo...

Sebastian dijo antes de marcharse, Ciel lo vio alejarse al parecer su demonio se había resentido aunque era obvio por la respuesta que le dio, lo que no entendía era el motivo de esa molesta insinuación de enamoramiento ¿Acaso estaba celoso?
¿Por qué lo estaría? Quizás solo estaba molesto por Norman, quien había estado triste esos días, no era como si estuvieran comprometidos, no debía guardarle fidelidad al pequeño y menos rendirle cuentas a Sebastian. Aunque era firme no entendía el por qué se sentía culpable, el mejor que nadie sabía lo que era sufrir por un amor no correspondido, ahora estaba haciendo lo mismo a un inocente niño.

Con sigilo caminaba por la casa, con el pretexto que iría a ver a su hijo para despedirse llegó donde estaban los bebés en una cuna grande, ahí jugaban todos menos uno que sentado en un rincón solo se chupaba el dedo.

—Joven amo, ¿viene a despedirse de su bebé? —Bard muy animado decía al verlo entrar, a pesar de lo sucedido con su hijo y la tensión con Sebastian esos días, el afecto y respeto por su amo no cambiaba.

—Si, puedes dejarnos solos unos segundos... —Fue su respuesta.

—Claro, aprovecho para ir al baño.

El conde lo vio marcharse al quedarse a solas con los bebés, quienes en su cuna emocionados parecían saludarlo, todos excepto uno.

—Prometan que se portarán bien — Decía el joven apretando sus manitos de forma alternada— Norman, ¿no vas a saludarme?

El bebé ignorándolo seguía babeando su dedo. Ciel sonreía al ver su actitud, debía admitir que era adorable que alguien tan pequeño mostrara celos de esa forma. Acercándose iba al rincón donde él estaba, se agachó un poco para quedar cerca de su rostro, se veíana través de los barrotes de madera de la cuna.

—Norman... Yo... —Nervioso titubeaba al notar la mirada fija del pequeño, esos ojos tan parecidos a los de su fiel mayordomo— Yo no quiero que sufras por mi culpa, eres tan pequeño para esto. ¿Qué debo hacer? Quiero esperarte pero...

Los otros bebés miraban atentos la escena mientras se miraban de reojo también, dedicándose unas miradas de complicidad entre ellos. Norman sonrojado se acercaba al filo de la cuna para acortar la distancia, el conde acarició sus mejillas cariñosamente no pudiendo evitar embelesarse. ¿Este sentir era por lo que aún sentía por Sebastian? No lo entendía.

—Ciel... —Susurró el pequeño al ser consentido de tan dulce manera.

—Dime...

—Espérame... —Era la sincera petición del niño, Ciel esbozó una resignada sonrisa en medio de un suspiro. No creía estar haciendo esto con un bebé y era aún más extraño porque su hijo a unos centímetros sonrojado los observaba. La romántica escena fue interrumpida por la alarmosa entrada del rubio cocinero que canturreaba algo pero se quedó callado al ver a su amo tan cerca de su emocionado hijo.

Ese demonio... Tendrá un bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora