Náuseas

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Un malhumorado Bard era a quien se veía caminar por uno de los pasillos de la mansión después de que esa extraña mujer impidiera un acercamiento a su prometido a quien anhelaba ver en ese vestido blanco.

—Yo solo quería verlo... —Con evidente molestia refunfuñaba mientras llegaba a la cocina donde aguardaban los demás sirvientes.

—Ahora... ¿Qué te pasó? ¿De nuevo se pelearon ustedes? —Murmuraba Meyrin al notar la mala cara de su compañero que como respuesta solo escucho un chasquido.

—Ciertamente Bard se ha vuelto más amargado desde que está con el señor Sebastian.

Con un poco de pesar murmuró Finny al ver el malhumor del cocinero, este solo desviaba la mirada pensando que eso no era cierto si ahora se sentía más feliz y enamorado que nunca, solo que mantener una relación de este tipo era complicado. Suspirando trataba de relajarse porque quizás si daba la impresión incorrecta así que solo encendió un cigarrillo y en silencio lo fumaba.

—Sebastian se está probando su vestido... —Murmuró segundos después, todos se quedaron viendo no entendiendo bien que pretendía decir.

—¿Vestido?

Cuestionaron todos al unísono con duda y sorpresa.

—Si, un vestido... Esa señorita loca le hizo uno para nuestra boda pero no me dejó ver que se lo probara.

No terminaba de explicarles la situación cuando todos salieron corriendo de la cocina en dirección a donde suponía estuviera Sebastian y la costurera haciendo la prueba del dichoso vestido. Bard nuevamente chasqueaba su lengua con molestia en señal de malhumor además suponía que Nina no los dejaría verlo y los regañaría pero largos minutos pasaron cuando con sonrisas y murmullos llegaban a la cocina.

—Se veía muy tierno... —Sonrojada la sirvienta murmuraba.

—Si... Mucho... —Alegaba Finny con una dulce sonrisa.

Bard los escuchaba mientras su ceja temblaba por el coraje que sentía ¿Acaso ellos lo habían visto en ese vestido? ¿Cómo el siendo su prometido no pudo verlo primero? Celoso se cuestionaba internamente.

—¿Lo vieron en vestido? —Les preguntó en un tono un poco siniestro, los demás nerviosos no sabían que responder al notar su actitud.

—Si y se veía bien travestí... Dice Emily... —Con algo de temor Snake repetía.

—¿Qué dijiste?

—No le hagas caso... Es solo una serpiente.

Aclaraba Meyrin con una nerviosa sonrisa mientras se ponía delante de Snake.

—No es justo que ustedes lo vieran y yo no. —Resentido el cocinero decía en un susurro.

—Bueno es de mala suerte ver al novio en su vestido antes de la boda... No querrás iniciar su matrimonio con mala suerte... ¿No?

—Vaya el señor Tanaka puede ser muy sabio en situaciones extrañas.

—Jo jo jo pero si se veía lindo —Sonrojado el anciano sirviente murmuraba.

—¿Por qué se pone así? ¿Se veía tan lindo? —Lloriqueando Bard les cuestionaba celoso y resentido por no haberlo podido ver en ese vestido.

—Quizás al señor Tanaka le gustan los hombres en vestido. —Insinuaba Finny con aire pensativo.

—Jo jo jo...

—¡Eso lo confirma! —Exclamó Meyrin al ver como el anciano sonrojado parecía afirmar con su típica risita.

—¿Por qué tanto ruido? Deberían estar trabajando.

Era la pregunta mezclada con regaño del serio mayordomo al entrar en la cocina, disimulando lo que minutos atrás había hecho, mostrarse en un vestuario tan ridículo rente a todos. Notó como Bard no le miraba solo lo ignoraba mientras parecía limpiar un mesón.

—Ya vamos a trabajar...

Murmuraron saliendo de la cocina con prisa pues notaron la tensión de la pareja, los dejarían solos para que se pelearan o se pusieran cariñosos cualquiera de las dos opciones que tomaran no necesitarían testigos.

—Bard... ¿Estás enojado? No debes estarlo por un simple vestido.

—No lo estoy... Además ya no importa supongo que tendré que esperar a nuestra boda para verte en ese vestido.

—No lo creo...

—¿No quieres que te vea en vestido? O ¿Ya no te vas a casar conmigo?

—No es eso... Es que accidentalmente el vestido se rompió cuando me lo sacaba.

—¿Lo rompiste a propósito?

—No haría eso...

Bard dudaba de la inocencia de su mayordomo, intuía que le mentía además esa traviesa sonrisa lo delataba, así que desilusionado suspiraba al saber que ya no lo vería en vestido.

—¿Tanto querías verme en vestido? -Con una falsa sonrisa el demonio cuestionó —¿Tienes esa clase de fetiches?

—Solo era curiosidad... —Sonrojado le aclaraba.

—Puedo ponerme un vestido si eso te enciende, después de todo yo disfrutaría esa emoción tuya.

Se le insinuaba el demonio apegándose a él lo miraba con lascivia, uniendo sus labios en un apasionado beso que fue interrumpido por la campanilla que repicaba, un llamado de su pequeño amo desde su habitación.

—Debo ir... Puede que el joven amo se sienta mal. —Le aclaraba Sebastian sobre sus labios cuando este lo apegaba más a su cuerpo para que no se fuera, ante su insistencia lo soltaba al notar como este ya lo miraba mal.

—Sebastian...

—¿Qué?

—Para nuestra noche de bodas ¿Te pondrías un vestido sensual?

—Lo pensaré... —Con un gesto coqueto le respondía mientras salia de la cocina.

Bard sonrojado sonreía ampliamente ante su respuesta ya alucinaba en esa noche que sería especial para ambos, su primera noche juntos como esposos le emocionaba; no pasaron ni un par de minutos cuando la campanilla resonó de nuevo desde la habitación del joven amo, extrañado el cocinero se dirigía con prisa.

¿Qué habrá sucedido? Pensaba el rubio mientras caminaba al entrar vio a su demonio acuclillado al pie de la puerta del baño con la mano en su propia boca se tapaba con fuerza.

—¿Qué pasó? —Cuestionó preocupado y confundido al notar la escena, su joven amo en la cama con mala cara los miraba a los dos.

—Nuestro idiota mayordomo está con náuseas.

Pálido Sebastian parecía contener el vomito tratando de no quitar la mano de su boca, con la mirada llorosa se negaba a quitarla.

—Hazlo... Ven vamos al baño... No debes avergonzarte en tu estado es normal tener náuseas.

El mayordomo se negaba moviendo la cabeza, sobre todo porque Bard estaba allí no sería muy normal un vómito viscoso de color oscuro lo alarmaría y comenzaría a sospechar de su naturaleza.

—¿Y ese olor? —Preguntó Bard olfateando cual perro el aire, entonces hizo mala cara cuando notó al pie de la cama algo extraño, era el vómito de Ciel a causa de la ebriedad— Ya veo por eso las náuseas.

—No es para tanto... Este idiota es un exagerado... —Entre apenado y molesto Ciel murmuraba refiriéndose a su palidecido mayordomo.

Cuando de repente este se levantó de un solo sobresalto no alcanzando a entrar al baño vomitaba en su mano algo viscoso y oscuro ante la mirada atónita de Bard que lo miraba.

—¿Sebastian?

Ese demonio... Tendrá un bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora