La invitación

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-¿Estás seguro de lo que hiciste? -Murmuraba dudoso Bard cuando caminaba por el pasillo junto a su atractivo futuro esposo refiriéndose al tema de dejar todo lo de la boda en manos de su amo.

-Deberías apoyar mis decisiones no reprocharlas.

-No vamos a empezar a pelear -En un tono cansino hablaba el cocinero- Yo creo que a mi Sebastian le falta cariñitos para que no ande tan malhumorado.

Dijo mientras lo abrazaba dándole besos en las mejillas juguetonamente apenando al demonio que trataba de apartarlo.

-Deja de jugar... Nos van a ver...

-Nadie nos ve, además eres mi novio puedo besarte cuando se me antoje. -Le habló el rubio un poco jactancioso mientras sonreía para molestarlo sintiendo como este lo golpeaba y caminaba con prisa delante de él- Te amo tanto...

En un suspiro muy enamorado Bard susurraba al ver a ese gruñón hombre de frac negro refunfuñar alejándosele, no podía creer que podía tener tanta paciencia con ese inestable emocional mayordomo que era impredecible en sus actitudes y acciones pero suponía que su amor radicaba en las diferencias tan evidentes que tenían, lo que los hacian complementarse a la vez tan bien juntos, porque no existía la posibilidad de aburrirse uno del otro fácilmente, sonriendo emocionado se daba cuenta de que en pocos días unirían sus vidas y lo hacia tan feliz.

-¡Sebastian...! -le llamaba lleno de emoción corriendo lo alcanzaba.

El demonio al ver como este parecía llorar pero no de tristeza porque no dejaba de sonreírle ya podía sospechar que era uno de sus arranques de desbordante alegría repentina.

-¿Cómo es que me casaré con alguien tan inestable emocionalmente? -Murmuraba apenado el mayordomo dejándose consentir por el rubio cocinero que sollozaba de sincera alegría.

-Eso mismo digo yo... -Diciendo aquello Bard besaba los labios del otro que le correspondía.

-Awww los novios son tan lindos...

-No nos espíes Meyrin. -Le regañaba Sebastian a la sirvienta que embelesada contemplaba sonrojada la escena romántica de la pareja.

Minutos después en el despacho de la mansión.

-Creo que lo primero es hacer las invitaciones después el vestuario, organizar la ceremonia, la comida, la bebida, los regalos, los recuerdos, las fotos y la luna de miel ¿Algo me falta?
-Se le escuchaba al conde hablar con seriedad mientras leía una lista que había previamente escrito, ya se le notaba con mejor animo ante la falsa sonrisa de su demonio que solo lo escuchaba- Deberías sentirte feliz que tu amo te organice tu boda, muchos ni siquiera dejan que se les case el mayordomo.

-Me siento tan afortunado que me dan ganas de llorar. -Sarcástico el demonio le hablaba sin borrar esa falsa sonrisa de sus labios.

-¿Te dije que vendrá Nina a confeccionar sus trajes?

-No me lo había dicho pero lo imaginé...

-Siempre lo mejor para mi mayordomo -Burlón el conde le hablaba con una socarrona sonrisa.

-Si claro -Murmuró el demonio- Pero... Ella es media chismosa si forma parte de esto seguramente lo dirá a todo Londres.

-¿Me crees tonto? Claramente le advertí que no divulgue el chisme de mi mayordomo homosexual casándose con el cocinero explosivo apoyado por su bondadoso amo.

Sebastian suspiraba resignado al escucharlo era algo que ya veía venir pero al menos así su amo estaba de mejor humor ocupando sus pensamientos en esa boda y no en el estúpido demonio que robó su florecita anal.

Ese demonio... Tendrá un bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora