Adolescentes

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Ciel en su oficina trabajaba, era algo a lo que ya estaba acostumbrado así que no se hacía mucho lío, ahora siendo un adulto sabía que era más responsabilidad. A pesar de haber renunciado a su título de conde y por ende a ser el perro guardián de la reina su trabajo en la compañía que dirigía era bastante arduo. Se esforzaba por dar un buen ejemplo a su hijo a quien veía reflejado en una foto que tenía sobre su escritorio, él era su mayor orgullo e inspiración pensaba mientras esbozaba una sincera sonrisa.

—Joven amo... Le traje el té de la tarde. —Sebastian advertía al entrar a su despacho— Por esa sonrisa presiento que está viendo la foto de su hijo... ¿Verdad? Se parece tanto a usted cuando tenía su edad, hasta en lo pequeño se parecen.

—Cállate... —Murmuró Ciel un poco malhumorado— Va a crecer como yo a su tiempo.

—Cuando lo veo me parece que regreso al pasado.

—¿Qué pasa Sebastian? ¿Te dio la nostalgia de anciano? —Se burlaba al ver su rostro medio afligido.

—Para nada...

—Sebastian ¿Qué te pasa? Has estado raro desde ayer.

EI demonio desvió la mirada al sentir la preocupación sincera de su señor, si había alguien aparte de Bard que lo conociera bien ese era su amo pero a diferencia de su esposo este era más perceptivo, no podía ocultarle nada.

—No se como decir esto... —Se acercó en confidencia a su amo, acercándose a su oido le susurraba algo que lo sorprendió.

—Pero... —Musitó Ciel al oír lo que su mayordomo confesó avergonzado.

—Lo sé, soy un idiota... ¿Cómo pude descuidarme ahora?

—Sinceramente, creo que se habían tardado mucho en realidad... ¿No?

Un suspiro era lo que Sebastian đio en respuesta al notar el gesto burlón de su amo, ¿qué haría ahora?. Volver a la rutina de cambiar pañales, los desvelos, cada cuidado que un bebé requería, no podía creer que por una noche alocada se hubiera descuidado. Ciel dejó de burlarse al ver el estado  deprimente de su demonio incluso  parecía que iba a llorar.

—Bueno tampoco es tan malo, tendrás más ayuda. Conociendo a Lucile sé que le encantará cuidar bebés, será feliz de cuidar a sus hermanitos.

—Esta vez es solo uno.

Murmuró Sebastian que se veía tan afectado como la primera vez que supo de su inesperado embarazo hace más de trece años, quién creería que algo así doblegara los ánimos de un demonio y más uno que ya había vivido este tipo de experiencia. Su amo con una palmada en su hombro trataba de calmarlo haciendo que se sentara en uno de los muebles de su despacho.

Hace algunos años que sus sentimientos habían cambiado, el amor que sentía por su mayordomo aquel que le causaba tristeza fue cambiado por un sentir más acogedor dirigido a la versión más joven de este, aunque fisicamente eran muy  parecidos eran muy diferentes en muchos detalles.

—Es muy amable joven amo, agradezco su apoyo.

—¿De nuevo soy el primero a quién se lo dices? —Cuestionó Ciel, a lo que Sebastian afirmó con un sutil movimiento de cabeza— Bard se enojará con nosotros otra vez.

—Ni me mencione a ese idiota.. Esto su culpa.

—Ah... Sebastian, un bebé se hace entre dos, eso lo sé muy bien.

—Si pero él tiene la culpa...

—¿Abusó sexualmente de ti? —En tono burlón decía, esa posibilidad era imposible pues sabía lo calenturiento que era su demonio.

Ese demonio... Tendrá un bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora