Conversación

220 35 0
                                    

Ciel en su habitación en plena madrugada no podía conciliar el sueño tal vez por la nueva experiencia de esa noche o por la mirada fija del demonio sobre él, podía ver como dos destellos carmesis lo acosaban.

-Déjame dormir... Tu mirada diabólica me incomoda. -Murmuró el joven a su demonio.

-Es el remordimiento o el dolor que no te deja dormir, no mis ojitos llenos de coraje.

-No me arrepiento de lo que hice... Así lo quise. -Se justificaba Ciel aún sabiendo que esas palabras pudieran enojar más al demonio- Solo quería saber que se sentía.

-¿Lo hiciste por curiosidad? No te bastaba solo masturbarte como lo hacen los adolescentes normales.

-Tsk... Ya déjame en paz... Mi alma te pertenece no mi cuerpo, así que no te interesa lo que haga con el.

El demonio suspiraba al escucharlo solo cerraba los ojos y pretendía dormir para ignorar la estupidez que decía.

-Solo espero que no te embaraces... Vamos a ver si después me hablas con tanta jactancia si te dejaron un bebé adentro.

-Idiota... Eso no va a pasar. -Un poco nervioso Ciel le refutaba, porque eso podía ser posible pero no quería que pasara, entró en pánico de sólo pensarlo.

Sebastian se regocijaba al ver el sufrimiento de su joven amo quien lo trataba de disimular ahora con esa duda menos podría dormir.

-No puedo embarazarme ¿Verdad?

-No sé joven amo. Las relaciones amorosas entre humanos y demonios son extrañas... -Le respondía su mayordomo acercándose a la cama- Mireme a mi, me embaracé sin saberlo.

-Solo me asustas... Tal vez si el liquido que hace bebés no me llegó muy adentro nada pase ¿No?

-No lo sé ya le dije.

-Voy a lavarme de nuevo... -Ciel medio alterado se levantaba con dificultad de la cama para dirigirse al baño.

-No creo que pase nada... -Trataba de calmarlo el demonio parándose frente a él- Pero le meto el dedito para limpiarlo bien, si usted desea.

Burlonamente este le hablaba sacándose un guante solo para molestarlo, de pronto sintió como Ciel lo abrazaba en medio de su ansiedad dejándolo paralizado sin saber como reaccionar.

-No quiero tener un bebé... No quiero... Si debes limpiarme con tu dedo, hazlo.

-Ehhh joven amo... No, no... Es broma lo del dedo y lo del embarazo eso no pasará se lo aseguro, le contaré un pequeño secreto sobre eso.

Ciel lo miraba expectante mientras se apartaba avergonzado al darse cuenta del abrazo que era incomodo para los dos separándose de inmediato se recostaba en la cama, el demonio en el filo de esta se sentaba.

-Dime...

-Pues solo te embarazas si estás enamorado sinceramente. -Sebastian un poco apenado confesaba.

-Ah... si es así creo que no hay problema, me gusta Anthony pero no estoy enamorado, eso creo. -Un poco aliviado el joven conde murmuraba en medio de un suspiro - Porque ni siquiera sé como es estar enamorado. ¿Cómo lo sabré?

-Hablar de amor es más incómodo que hablar de sexo. -Murmuraba entre dientes el mayordomo.

-Dime, tú eres un experto en eso señor enamorado del idiota cocinero.

-No se burle joven amo, no crea que he olvidado lo enojado que estoy con usted por lo que hizo.

-No me cambies de tema. Cuéntame que se siente estar enamorado.

Ese demonio... Tendrá un bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora