Paseo

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Días de esta nueva convivencia en la mansión Phantomhive transcurrieron con aparente tranquilidad, Sebastian estaba asimilando mejor la situación de su vida familiary laboral mientras ayudaba también a su joven amo en su labor de padre soltero a la vez en el lanzamiento de su nueva línea de juguetes. La noche avanzaba en ese usual frío jueves.

—Los niños están creciendo rápido ¿No crees? —Era la conversacion que trataba de iniciar Bard con su demonio, cuando los niños finalmente se quedaron dormidos.

—¿Tú crees? Yo los veo igual.

—Que frío eres... Hoy los medí y desde la semana pasada han crecido un centímetro también subieron de peso unos gramos.

Sebastian lo oía refunfuñar criticando su integridad paternal, obviamente estaba al pendiente de los cambios de sus pequeños solo le gustaba fastidiarlo al fingir desinterés. Se prestó a quitar su uniforme para ponerse la pijama que su esposo le obligaba a ponerse antes de dormir.

—¿Te ayudo? —El rubio sugerente se le acercaba para lanzarlo a la cama y terminar de quitar ese molesto uniforme, sin darle opción a que el demonio diera respuesta y con fingida sumisión se dejaba someter.

—Acabas de insinuar que era mal padre y aún así... ¿Quieres hacerme el amor? —El demonio cuestionó entre besos furtivos que su excitado amante esposo le regalaba dando inicio a esa velada romántica, su cuerpo era desnudado con ansiedad en esas cálidas manos.

—Quizás seas mal padre pero un perfecto amante... Ya se me puso duro solo con desnudarte.

—Debería ofenderme pero eres mi desfogue... Te necesito... —Excitado
Sebastian le ayudó a quitar la pijama de su rubio esposo, estaba tan ansioso.

Había sido un día complicado como los anteriores y de alguna forma el sexo era la manera en que se reanimaba, entre besos se dejaba seducir antes que alguno de los niños se levantara y los interrumpiera en la mejor parte. Minutos después la pareja estaba unida en un coito que los deleitaba en cuerpo y alma, el vaivén errático de caderas estremecía sus seres, así mismo la cama que los sostenía en esa candente entrega.

—Ahhh Sebastian estás tan apretado...

—Ni se te ocurra venirte dentro.

Extasiado Sebastian entre gemidos  aclaraba mientras boca abajo en la cama sentía como su cavidad anal era tan exquisitamente llenada, los gruñidos de su esposo le advertían que estaba por llegar al orgasmo y aunque extrañaba ser llenado debía evitarlo para no volver a embarazarse, casi al instante el demonio sentía como su espalda era salpicada por esa potente eyaculación.

—Ngh.. Sebastian... ¿Te gustó eso?

Era el erótico susurro del rubio que el demonio escuchaba cerca de su oído a la vez que sentía el peso de ese cuerpo acalorado sobre el suyo, estando tumbado boca abajo en las sábanas desarregladas sentía la humedad de su miembro caliente rozar su trasero.

—Amor... Quiero más... Dame más...

—¿Si te gustó entonces? —Susurró Bard con el respirar agitado, sentía derretirse cuando Sebastian lo llamaba de esa amorosa manera, tan sumiso y ansioso ¿qué más necesitaba para ponerse duro de nuevo? Estaba a punto de cumplir su petición cuando un llanto de bebé los interrumpió, ambos chasquearon la lengua al unísono, el rubio se levantó a regañadientes en medio de un suspiro de resignación.

—Bueno al menos lo hicimos una vez.. ¿No?

—No irás con los bebés llevando esa erección?

—No puedo sacármela... —Burlón Bard respondía mientras buscaba
su pantalón para ir a la habitación de los niños. Sebastian desnudo se sentaba al filo de la cama, con una pícara sonrisa de un tirón atraía al rubio para si— ¿Qué haces? Los niños están llorando.

Ese demonio... Tendrá un bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora