Desánimo

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—El joven amo anda deprimido ¿No?

Era la pregunta de Bard mientras estaba en la cocina preparando un postre junto a su amado mayordomo quien en un suspiro asentía con la cabeza. Habían pasado unos dias desde su decepción amorosa, la primera de su corta existencia aunque el trataba de negar que esto lo había afectado se le notaba triste, malhumorado y lo único que le complacía era comer dulces.

—El joven amo se va a engordar si por la tristeza come tanto dulce... —Hablaba el cocinero mientras batía una crema para el postre que preparaban para su amo—Deberías dejar de consentirlo así, le estás haciendo daño.

—No exageres... No me regañes, esto le durará unos días y ya volverá a la normalidad.

—Ehhh Sebastian no te enojes... Si lo haces porque te sientes culpable debo decirte que no fue tu culpa lo que le pasó al joven amo.

El demonio agachaba la cabeza ante esas palabras sentía como Bard lo abrazaba por la espalda y acariciaba su vientre apenándolo un poco porque temía que descubriera su secreto, que no era solo un bebé sino tres que comenzaban a crecer rápidamente y se haría notorio pronto.

—Estás más gordito nuestro hijo está creciendo muy rápido.

Codeándolo el demonio lo apartaba con mala cara, que le dijeran eso por muy cariñoso que fuera lastimaba su vanidad, el siempre verse delgado y ahora imaginarse con el cuerpo más grande le fastidiaba.

—Ahhh Sebastian... Que irritable andas —Murmuraba con algo de molestia el rubio—Tú y el joven amo son tal para cual creo que deberías casarte con él y no conmigo.

—Ya vas a comenzar con tus celos y rabietas...

—No son rabietas... Solo trataba de animarte tu si haces rabietas...

Los dos se quedaron viendo con el ceño fruncido, el cocinero solo encendía un cigarrillo y se disponía a marcharse de la cocina.

—¿Te vas así nomas?

—No puedo fumar en frente del bebé... El humo puede hacerle daño.

El mayordomo se sintió un poco mal al verlo alejarse de esa manera cuando solo trataba de animarlo con una conversación, le parecía muy tierno ese detalle de no fumar frente suyo por amor a sus pequeños pero como era un poco orgulloso no lo detendría.

—Le traje el postre que quería...

Era lo que el mayordomo anunciaba al entrar con charola en mano en la habitación de su señor quien en su cama permanecía recostado a pesar de que era mediodía. Este comenzó a comer ansioso el postre preparado, era lo único que parecía levantarle los ánimos.

—Estaba delicioso.

—Joven amo... ¿Hasta cuándo estará deprimido?

—Yo no estoy deprimido solo me siento enfermo... —Apenado el joven le respondía.

—He pensado mucho esto... Para proponerle algo importante —Murmuraba el demonio con un poco de nervios.

—El que ya no sea virgen no significa que me acueste con cualquiera.

—No sé que anda pensando pero no es una propuesta de índole sexual— Con mala cara Sebastian le aclaraba—yo quería pedirle que vaya preparando nuestra boda, creo que eso lo distraería.

—Ohhh... Me propones eso aún sabiendo que podría hacer mas humillante tu vida de demonio enamorado y embarazado.

—Es que no me gusta verlo tan desanimado... —Murmuraba apenado el mayor sentado al filo de la cama—Aunque ahora que lo pienso... Quizás ya no haya una boda que celebrar.

Ese demonio... Tendrá un bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora