Un tatuaje.

3.9K 410 19
                                    


#Killian

-Déjame verlo - me dice la pelinegra.

Dudo unos segundos en sí ceder o no. Pero la pose de esa mujer de piernas infinitas sobre mí en mitad de un estudio de mala muerte, me hace querer darle todo lo que me pide y más. Mucho más.

- Está en alemán.

- Es mi idioma - digo encogiéndome de hombros.

- Léemelo.

- Las cosas no son así, pelinegra. No puedes ir pidiendo las cosas así como así, sin esperar que yo te pida algo a cambio.

- ¿Qué quieres, rubio?

Rubio. Porqué de todas las cosas que podría llamarme, habrá elegido esa palabra.

Rubio.

- ¿Porqué rubio?

-Es tu color de pelo - dice desafiándome con la mirada.

Es tan peligrosa, tan descarada, y le importa absolutamente tan poco lo que su mala actitud pueda provocar en los demás...

-Schlangengift.

- Suena como si fuese algo sexy. ¿Qué significa?

- ¿Curiosa?- pregunto viendo cómo

- Nunca.

- ¿Estas volviendo a desafiarme, muñeca?

- ¿Estas tratando tu de seducirme?

Me río. Jodida víbora.

- Eres tan provocativa, como tentadora.

-Además de una mujer muy inteligente - añade ella.

- ¿Porqué rubio? - vuelvo a preguntar mirándole a los ojos mientras se escucha de fondo las pistolas tatuando a más gente.

- Tú pelo. Me encanta tirante del pelo mientras me f*llas, porque además de bonito, es tentador.

Joder.

Me reincorporo de un solo tirón sobre el sillón en el que ambos estamos tumbados, y la agarro con una mano de la mandíbula hasta poner su boca sobre la mía sin apartar la mirada de sus ojos ni un solo segundo.

- ¿En qué momento hemos pasado los límites?

- Tú - interrumpe el tatuador de nuevo en el lugar.

- ¿Qué quieres? - le digo fastidiado. Sería capaz de romperle ahora mismo la cabeza por haberse metido en medio de la conversación. Lo único que me mantiene quieto en mi sitio, es el cuerpo de la pelinegra sobre mí, y la mirada de "te voy a cortar las pelotas" que le dirige al hombre sin ninguna pizca de timidez.

- Tengo que cerrar esto, está amaneciendo y la mayoría de tus amigos están borrachos.

La maldita Julieta se levanta de mis piernas sin ni siquiera mirarme, se acomoda la ropa y se marcha de la habitación mientras fulmina al tipo que sigue de pie en la entrada. Yo me quedo mirando como siguen caminando esas largas piernas en tacones como si fuera las de una modelo. Claro, hasta que vuelven a interrumpir mis pensamientos con un horrible carraspeo de garganta.

- Sí tío, sí. Dime cuanto te debo y me voy ya.

- Márchate. Con lo que les he cobrado a tus amigos, me sobra.

-No me jodas.

Sabía que solo era así porque sabía cual era la situación de mi casa.

- Véte hombre, no voy a cobrarte nada. Además, ahí afuera tienes a una tía con dos pares de cojo**s esperándote. No hagas que se arrepienta, no se las ve de las que dan segundas oportunidades.

Asiento y paso por su lado sin querer responder a nada de lo que me ha dicho. No me interesa en lo más mínimo lo que tenga que contarme. Así que cuando salgo de allí, me topo con mis amigos un poco más espabilados que antes, los pongo a todos en marcha. De hecho, escucho a la amiga de la pelinegra diciendo cosas por todas partes mientras observa los tatujes de mis colegas y hace reír a Julieta. Paso. A mí ni se me acerca.

Cobarde...

- Julieta- le digo cuando todos comienzan a subirse en sus coches. Ella se gira con una sonrisa endemoniada en los labios, poderosa y tremendamente orgullosa de tenerme como me tiene. Estoy seguro de ello.

- Dime.

- Esta noche. Quédate esta noche conmigo en la casa del bosque. Tu y yo de nuevo - digo sobre su oído haciendo que se estremezca de los pies a la cabeza en mis brazos.

Se separa de mí al segundo en cuanto se recompone y me mira tras percatarse de que nadie se haya dado cuenta de su estado a nuestro alrededor. No quiere que nadie la vea derritiéndose por mi, y eso me jode. Me jode muchísimo.

- Tengo ensayo en dos horas. Ni siquiera es de noche, rubio.

Me fijo en el cielo que comienza a clarearse y me maldigo por quedar como un tremendo imbecil delante de ella. De hecho, gruño cuando la veo reírse en mi dirección. Y me maldigo nuevamente tres veces por pensar en que hubiera matado a cualquiera que se estuviese riendo por mi fallo, sin importarme su sexo, y en cambio, su mirada traviesa solo me hace querer meterla de nuevo en el cuartillo donde la tenía sobre mí, y foll*rla en la camilla donde me estaban tatuando, tanto como fuésemos capaces de soportar.

- Entiendo - digo antes de darme media vuelta para marcharme. No voy a ponerme encima a rogarle nada, ella sabe dónde estoy.

- Espera Killian...

J.O.D.E.R. Mi nombre de sus putos labios, todavía no me acostumbraba.

- Dime- contestó repitiendo su respuesta anterior.

- Esta noche bailo, por si quieres venir al after party.

- ¿Al after party? ¿Y qué pasa con tu función?

¿Acaso no podía ir a verla?

- No creo que te interese mucho el ballet - me dice con cara de niña buena, haciendo que se me hinchen las pelotas.

Hija de puta, no ha sido buena nunca.

Que pare.

- Puedo hacer un esfuerzo por ti, pelinegra.

Y por verte moviéndote como una serpiente, abriéndote de piernas y danzando para mí.

- Está bien. Pero ni se te ocurra meterte en ningún problema, Kilian Stone.

Malo. Para ella que me meta en problemas es que le peque a algún tío, y si baila solo puedo pegarle a....

- Tu profesor.

- Exacto, mi profesor estará por allí.

- Te liarás con él.

- Eso no te incumbe, Kilian - dice como si se estuviera cansando de escucharme.

¿Esto es enserio? ¿Encima el malo soy yo?

- No vas a liarte conmigo delante de él, es por eso que prefieres que vaya directamente a la fiesta de después, ¿no?

Bingo. Su cara le delata a kilómetros.

- No tendríamos que estar teniendo esta conversación, Kilian. Sabes que para mí el ba...

Pero la corto. Sé de sobra lo que me va a decir.

- El ballet es lo primero. Lo pillo.

- Gracias.

- Pero que te quede claro algo. Si no vas a estar conmigo esta noche, tampoco lo vas a estar con él.

JUGANDO CON EL DIABLO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora