Muchas ganas.

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#Julieta

Salgo de la barra tan pronto como tengo oportunidad sin querer mirar ni un solo segundo hacia el escenario otra vez. Acelero mi paso, mi respiración está completamente agitada y mi sexo está ardiendo, deseando por una acaricia. Asi que en cuanto llegó al almacén, cierro la puerta tras de mí y apoyo mi espalda en ella mientras cierro los ojos y me llevo la mano a mi entrepierna sobre la tela del pantalón. Dios mío, ¿porqué de repente estoy tan excitada? ¿Porqué me ha gustado tanto la voz de ese hombre? ¿Porqué tiene que cantar una de las canciones más sexuales que había escuchado en mi vida con esa voz ronca? ¿Y porqué no podía dejar de imaginarme lo que sería tenerlo sobre mí?

- ¡Julieta! ¡Julieta dónde estás! ¡Te necesito! - escucho decir a... ¿Marc? ¿Qué hace Marc aquí? ¿Y como iba a salir yo ahora ahí sin ni siquiera poder mirar a la cara a ese hombre que canta en el escenario?

Dejo de morderme el labio y aparto mis manos de donde estaban, deseando haberlas dejado ahí un poco más antes de reincorporarme y contar hasta cinco. "Tengo que trabajar, solo es un hombre" "Solo es un hombre más" "Puedes satisfacerte con cualquiera, Julieta" "Hay muchos de hombres en la compañía que morirían por follarme", trato de decirme a mí misma mientras cojo una caja de cerveza para cargar las neveras y que parezca que he tenido un mínimo motivo para venir aquí y encerrarme porque sí. Pero en cuanto llego de nuevo a la barra, veo a Marc corriendo de un lado a otro mientras sirve copas y Melody recoge vasos vacíos por todas partes. Parece que ha llegado aún más gente al bar en los dos minutos que me he ausentado.

- ¡Quiero escucharos gritar joder! - grita el rubio desde el micrófono mientras señala a la multitud con la misma mano que sostiene el vaco ahora vacío. Lo observo rápidamente, con su otra mano agarrando el micrófono y su pelo alborotado de tanto tocárselo. Canta con tanto gusto, tanto placer... que me hace pensar en mil cosas prohibidas. Cosas que me encantaría hacer ahora mismo.

- ¡Vamos Julieta! ¡Guarda eso! ¡Te necesito en la barra! ¡Conmigo! -grita Marc desde su sitio. Yo me pongo en marcha rápidamente, deseando que se acabe ya está tortura andante y pueda irme a casa pronto.

- ¡July, dame dos de esas! - me grita Mel sobre la música. Por lo menos ella puede moverse entre la gente para recoger los vasos, yo tengo que aguantar las constantes órdenes de Marc diciéndome lo que tengo y no tengo que hacer, como si él hubiera llevado el bar mejor de lo que nosotras lo habíamos hecho alguna vez.

El tiempo pasa, la banda no deja de tocar, la gente no deja de beber y de gritar. Nuestro gorila de la entrada ya ha tenido que echar a dos o tres jóvenes por estar excesivamente drogados, pero tengo la sensación de que incluso así, nadie está flotando más en su mente ahora mismo que nuestro guapísimo cantante. Dios mío, tengo que dejar de pensar así en el. Él chico lleva cantando más de dos horas como si nada, completamente relajado mientras suelta letras de canciones sobre drogas, toxicidad y sexo, con voz de ángel. Bueno, un ángel pervertido en todo caso.

- ¿Tú también lo estás pensando verdad? - escucho decir a Melody en mi oído mientras limpio la barra y Marc sigue atendiendo.

- ¿El qué? - pregunto sin mirarla. Sé perfectamente lo que mi mejor amiga me va a decir, es imposible no darse cuenta de eso.

-Su voz cuando canta... es la misma con la que hablan los tíos cuando dicen algo antes de correrse.

Nadie podría haberlo definido mejor.

- La verdad es que... - me callo cuando me doy cuenta de que me he quedado sola embobada en el trapo que tengo en la mano pensando en lo que Melody había dicho, y ella ya se había ido a otra parte.

- ¿Te lo puedes creer? - dice Marc llegando hasta mi- le he dicho al batería que ya se han pasado de tiempo. No voy a pagarles más de dos horas por cantar aquí, tenemos un acuerdo.

- ¿Y qué pasa?

- El cantante, dice que está bien, que le gusta nuestro bar. Va a seguir cantando hasta que se aburra.

- ¿Y cuando vamos a cerrar? - pregunto algo molesta. Yo necesitaba descansar.

- Pronto Julieta, pronto - me dice con una sonrisa mientras me acaricia la mejilla suavemente. No es esto lo que necesito esta noche, no creo que la maldita delicadeza con la que Marc me toca cuando follamos, sea lo que necesite en este momento.

- ¡¿Alguien me puede poner otro de estos?! ¡¿Es que nadie me puede servir un trago en este bar?! - retumba por todo el garito. Aprovecho que Marc se separa rápidamente de mí para preparar el trago de lo más nervioso. Mis ojos se van a los del rubio, que esta con el micro pegado a su boca, apoyado sobre él mientras me mira. No es el único, ha conseguido que sus amigos dejen de tocar por la sorpresa, al igual que el público, toda la gente de este maldito garito está mirando en nuestra dirección.

- Toma, llévaselo rápidamente Julieta - me dice Marc extendiéndome el vaso. Estoy a punto de protestar por tener que ir yo, cuando él vuelve a abrir la boca para hablar. -No tengo ganas de lidiar con un borracho.

Mierda.

Doy gracias a Dios porque la música vuelva a sonar, y porque la gente pase mi presencia por desapercibida y me dejen moverme solo por trabajar aquí. Así que cuando llego hasta el pequeño escenario, me pongo frente a él y alzo el vaso esperando a que esté la reciba. Y para mayor sorpresa, él se agacha como puede ante la mirada de todos allí, y toma el vaso sin dejar de mirarme a los ojos fijamente. Ahora lo veo más rubio que antes.

-Gracias, muñeca - dice por el micrófono antes de guiñarme el ojo y ponerse nuevamente de pie para seguir tocando. Yo me doy media vuelta y me deslizo rápidamente entre la gente deseando que esta noche se acabe ya. Hasta que le escucho volver a hablar.

- ¿Queréis saber de lo que tengo ganas esta noche? - pregunta al público.

- ¡De que! ¡Dí! - empieza a contestar la gente a voces- ¡De drogarte! ¡De lo mismo que yo! ¡De follar!

- Sí. De follar - escucho decir mientras siento más de una mirada quemándome la espalda - de follar muy, muy duro.

Suspiro algo agitada por el tono de voz con el que ha dicho tales palabras. Y pienso: Dios mío, ¿en qué me estoy metiendo?

JUGANDO CON EL DIABLO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora