Un contrato.

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#Kilian
Nos compró el maldito coche. Firmó como si nada y se marchó. Ganamos más dinero que nunca antes con esa venta, Mike estaba tan feliz que me dio el resto del día libre, cerró el garaje y se llevó a su mujer a comer. Sin embargo, justo cuando estábamos por cerrar...

- Toma, - dice extendiéndome un cheque con la mitad del dinero que nos habían dado- te lo mereces. No se que has hecho o que le has dicho, pero le has convencido. Podría permitirme más de un mes de vacaciones gracias a ti... con lo insoportable que eres a veces, y lo bien que se te da el negocio cuando quieres.

Le devuelvo el cheque tal y como llega a mis manos, ante su cara de asombro. No iba a quedarme con el dinero de ese tío por muy rastrero que hubiera sido durante toda mi vida. Ese era el dinero que ganaba tir*ndosé a crías que querían ser algo en la vida mientras él les engañaba, era el dinero que había conseguido f*llandosé a... ¡JODER!

- ¿Qué haces? -pregunta poniéndose en pie lentamente.

- No quiero este dinero, a ti te va a hacer más falta que a mí - le digo mientras me limpio las manos de nuevo, para después sacarme la camiseta.

- ¿Qué dices?

- Renuncio a este trabajo. Dimito para siempre, Mike - anunció antes de darme media vuelta y dirigirme a la salida entre los coches.

- ¿A dónde vas? ¿Cómo que renuncias?

Le escucho, pero ahora todo lo que quiero es ponerme el casco, subirme a mi moto y...

- ¡Kilian! - arrancó el motor y salgo de allí rápidamente despidiéndome con un gesto militar.

Conduzco durante un rato en dirección a mi casa. Me detengo un rato a observarla desde fuera todavía sentado en la moto. Acabo de dejar el trabajo y he rechazado la pasta de mi vida. Ahora solo queda una elección. No hay plan B. Es ahora o nunca.

- ¡Papá! - gritó cuando entro - ¡Papá!

- ¡Estamos aquí, Kilian! ¡Estamos aquí!

Es George quien me contesta.

- George, ¿qué haces aquí? - pregunto cuando llego al salón. Mi padre me sonríe como un niño chico desde su mecedora, y George, coloca las piezas del dominó sobre la mesa para que jueguen los dos.

- He pensado que tu padre siempre viene a mi casa, y que ya era hora de que viniera yo también a la suya. Eh, ¿Ray? - responde George contento. Mi padre asiente, aunque dudo que se esté enterando de algo.

- Está bien, necesito que me escuchéis los dos. Muy atentamente, papá - digo mirándole fijamente.

- ¡Hijo! - exclama como si acabara de verme llegar. Bufo, necesito que me tomen enserio para esto que voy a a hacer.

- ¿Qué pasa, Kilian? - vuelve a preguntar George.

- Acabo de dejar el trabajo.

- ¿Es por amor? - pregunta mi padre de repente, dejándonos boquiabiertos.

- ¿Amor? ¿De que hablas papá?

- En mis tiempos, las mujeres dejaban sus trabajos para criar hijos, y los hombres dejaban sus trabajos cuando tenían que hacerse cargo de sus mujeres porque estaban malas o... ¡vaya otro tres! ¡Así no voy a ganar nunca George!

Lapsus. Demasiado bueno para ser verdad.

- ¿Y qué vas a hacer ahora?

-Amor. Amor. Amor - susurra mi padre.

Mierda, papá.

- Voy a firmar un contrato, haremos más conciertos por aquí cerca. Todos cerca, que me permitan venir a dormir con mi padre.

- ¡Eso es genial hombre! - dice George levantándose para venir a darme un abrazo.

Creo que es la primera vez que George y yo teníamos un gesto así. Nunca le había dicho mucho, ni siquiera le había hecho regalos o algún favor por hacerse cargo de mi padre tantas veces. Solo habían salido unos cuantos "Gracias" de mi parte a lo largo de los años, en ocasiones muy contadas.

- ¿Puedo contar contigo, George? -digo señalándole fijamente a mi padre con un gesto de cabeza .

- Claro que sí. Mi mujer no aguanta jugando conmigo ni media hora.

Dominó. No me imagino siendo ese tipo de viejo. A mi padre tampoco le pegaba, ni siquiera sabía si le gustaba. Pero todo lo que fuese trabajar su mente, estaba a la orden del día en mi casa.

- ¡Me voy papá!

- ¿A dónde?

- A firmar un contrato, se acabó esta vida de mierda para ti.

- A mi me gusta mi casa - le escuché susurrar mientras yo me dirigía al baño para ducharme. No tarde ni dos minutos en meterme bajo el agua fría. Aún seguía en mi mente la cara del estúpido francés. Pensar en sus manos tocando el puto coche hoy, solo me daba malas ideas acerca de como tocaría a Julieta.

- ¡Joder!

Bajé en cuanto terminé de vestirme, con la piel húmeda y el pelo mojado. No me despedí de nadie, salí de la casa y me subí en la moto. Aceleré por el camino cuando me percaté del beso de carmín que me dejó en el retrovisor la última vez que la subí aquí. Creo que sobre mi moto había sido más feliz que en muchas otras partes. Dejé la marca de los labios ahí.

Aparqué cuando llegué a mi destino, sentía por dentro tanta furia. Había quedado como un imbécil por la mañana ante ese hombre, se había creído más que yo por su estüpido dinero de mierda. Y eso iba a terminar en este mismo momento.

- ¡Tío! ¡¿Qué haces aquí?! ¡¿Vienes a ensayar? - pregunta Travis en cuanto me ve entrar al garaje. Estaban los tres ensayando por su cuenta, como tantas veces.

- No. Denise, ¿sigue en pie lo del contrato? - le digo quitándome la chaqueta y tirándola en el sofá antes de sentarme. Denise no daba crédito a lo que escuchaba, todos pararon de hacer lo que hacían para observarme.

- Lo tengo aquí - dice rebuscando en el viejo mueble de las herramientas, donde guardábamos las partituras y letras de canciones que hacíamos.

- ¿Quieres firmar? - pregunta Ashton con una sonrisa de sobrado.

- No es que yo quiera firmar, es que vamos a firmar. Vamos a hacer esa put* gira y vamos a hacer dinero a patadas. Vamos a ser la mejor puta banda de la historia... y de eso me voy a encargar yo personalmente.

JUGANDO CON EL DIABLO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora