Ni un hombre.

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#Julieta

Estuvimos más de media hora ahí fuera. Sentadas en el borde de la cera con las piernas cruzadas y fumando mientras Melody me consolaba. Habíamos vuelto a los dieciochos años y no sabía ni cómo. De un momento a otro, simplemente me había dado cuenta de cuanto me había perdido a mí misma en este tiempo.

¿Era Kilian algo más definitivo que el baile? ¿Sería capaz de quererme de verdad? ¿De hacerme tan feliz como la danza? ¿De darme siempre el primer lugar para todo?

Pues para quienes creáis que sí, la respuesta es no. Y lo supe en cuanto me armé de valor y entré totalmente decidida a verlo en su descanso. Para mí sorpresa, estaba en su camerino, el solo y con una tía encima comiéndose la boca con desesperación mientras él le tocaba el culo y ella se movía como si estuvieran folla*do. Todo lo que hice fue aplaudir.

Clap. Clap. Clap.

- Bravo.

Vi como sus ojos se abrieron y su piel palidecía. Él no me esperaba allí. Obvio.

- Sal de mi cabeza, joder - susurró Kilian con voz ronca mientras echaba la cabeza hacia atrás y la tipa volvía a moverse sobre él mientras se lanzaba a su cuello.

- Apártate z*rra - le digo desafiantemente mientras cruzo los brazos sobre mi pecho.

- ¿Qué me has llamado? - dice saliendo de su escondite para mirarme a la cara.

Doy uno, dos, y tres pasos hasta que llego a donde están ambos y me agacho un poco hasta quedar a la altura de su cara.

- Te he dicho que te apartes de mi hombre, ¡pu*a z*rra de mi*rda!

En cuestión de segundo la he quitado de encima de Kilian en un jalón de pelos. Le he deshecho la cola, y ahora no me importa una mierda nada más que partirle la cara. Estoy encima de ella, ambas en el suelo. Se defiende bien, pero yo soy más rápida. Rodamos por la habitación, y está apunto de tirar de mi pendiente hacia abajo y rajarme la oreja, cuando tomó sin cuidado su muñeca y me centro en doblarle los dedos mientras aguanto el dolor de su mano libre tirando de mi cabello.

- ¡Ahhhhhh!

Hasta que siento como dos cuerpos me toman de los brazos y me apartan de ella. La muy z*rra intenta volver a alcanzarme, y a mí me da tiempo a arrancarle dos uñas postizas de golpe, haciendo que si grito se escuche en toda la habitación.

- ¡Saca a esa puta enferma de aquí! ¡Está loca! - grita el que ha cogido a la tipa por detrás.

Le miro mal, muy mal. A él también le partiría algún que otro dedo para castigarle.

- A mi, no se me habla así.

- Sácala de aquí, ya.

Me fijo en que son seguratas lo que tengo tras de mí, y me remuevo como una loca de psiquiátrico intentando que me suelten. No pienso irme de aquí.

- ¡Me ha mordido, joder! - grita uno de ellos mientras se aparta y me suelta el brazo derecho para sostenerse el suyo, que ahora sangra.

Suficiente ventaja para mí.

- ¡Mierda, se escapa!

Me muevo alrededor de ellos hasta llegar corriendo a Kilian, que ahora está de pie completamente serio y rígido mirando la escena. No hace ni dice nada. Tiene los ojos ensangrentados, está drogado y huele a marihuana desde aquí. Pero me mata cuando coge por el cuello al segurata que intenta llegar hasta mi.

- Vuelve a acercarte a ella y no vivirás para contarlo.

PUM. PUM. PUM.

Es mi jodido corazón, recordándome que estoy viva.

- Es nuestro deber mantener el orden en este local - dice el otro gorila que me sujetaba segundos atrás.

Kilian aprieta aún más su mano sobre el cuello del tipo, tanto que esté empieza a ponerse rojo. Y yo sonrío tras el rubio.

<<Jod*os, hijos de p*ta>>

- Fuera.

- Tienes un contrato, lo vas a perder - vuelve a chinchar este. Kilian se harta, y aprieta hasta dejar débil al tipo y dejarle caer al suelo como un saco de patatas.

- ¡HE DICHO QUE TODO EL MUNDO FUERA JODER!

El gorila se asusta, y no tarda en salir por la puerta arrastrando a su amigo. La zorr* y el tipo que la tiene cogida como si de una presa se tratara, salen por la puerta también. Kilian respira fuertemente antes de retorcerse el cuello y girarse hasta mi.

Oh oh.

- Deja de mirarme así, sabes que no soy ninguna santa - le digo de malas. No me gusta como me está mirando.

- No, desde luego que no. ¿Pero sabes una cosa, Teufel? - dice acercándose peligrosamente hacia mí.

- ¿Qué? - susurro cuando estoy a milímetros de su boca.

Siento de repente su mano agarrando todo mi cuello.

- Qué tú puedes hacer y deshacer como te da la gana, pero aquí el gallo no canta hasta que yo me levanto.

Y con esas, me tira del cuello hacia atrás hasta a hacerme caer al sofá. Algo se derrumba dentro de mi. Y mientras le miro, veo como se aleja de mí y me da la espalda hasta llegar a la botella de ron que tiene abierta por ahí.

- No sé ni cómo tienes la poca vergüenza de presentarte aquí, montando todo este numerito... es patético.

Un puñal habría dolido menos.

- Yo... - el se gira tan sorprendido como yo cuando escucha mi voz rota. Tengo los ojos nublados, esperando el momento para romper a llorar.

- No llores, no voy a caer otra vez Julieta. La última vez que te consolé, acabé perdiendo. Eso se ha acabado.

- Yo... te quiero Kilian. Te...

No me da tiempo a repetirlo, cuando tira la botella contra la pared y la hace añicos antes de darme la espalda y respirar fuertemente.

- Eres... - pero lo único que escucho es el puñetazo que le da a la puerta de lo que supongo que es el baño, partiendo la madera con la forma de su puño.

- Me voy a ir a París, no sé cuándo volveré. Ni siquiera sé si voy a volver... - por primera vez en la noche, nos mantenemos la mirada. No quiero achantarme ahora - Tenía que decírtelo.

- ¡Vete Julieta! - grita acercándose tan amenazadoramente hasta mí, que mi cuerpo se levanta automáticamente para echarse a andar - ¡Vete y no vuelvas nunca! ¡No vuelvas a acercarte a mí porque te juro que voy a matarte!

Mi corazón se rompe al escucharlo, y con él mi llanto.

- ¡Que te vayas joder! ¡Lárgate antes de que haga algo de lo que pueda arrepentirme!

Y de un empujón, me saca de la habitación como una basura. Un portazo resuena tras de mí. Segundos más tarde, sus gritos y el sonido de las cosas chocar contra el suelo, me hacen volver a mi. Levanto la cabeza y me limpio las lágrimas mientras echo a andar con el paso firme.

No hay ni habrá nadie, ni un solo hombre o mujer que pueda conmigo.

Ni siquiera Kilian Stone.

JUGANDO CON EL DIABLO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora