La diabla.

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#Julieta

Me miro al espejo del camerino una última vez, revisando que todo esté en orden y que nada se salga de su sitio. Luego me fijo en la máscara que llevo, necesito que se mantenga en su sitio toda la noche, no puedo permitir que nadie me vea.

- Recuerdas lo que te he dicho, ¿no, Peter? - le digo al castaño que está tras de mí con una estúpida sonrisa en la cara - ¿se puede saber que miras tanto? ¿Es que acaso nunca has visto a una mujer en lencería? ¿En bikini? ¿Un tanga?

Ruedo los ojos. Hombres.

- Desde luego que no a una mujer así - suelta reparando su vista en mis pequeños pechos.

<<Puede que las tengamos pequeñas, pero a todos les gusta>>

Sí, eso era cierto.

- Peter, un comentario más sobre mi... y te dejaré sin poder procrear para el resto de tu existencia- le digo con una falsa sonrisa en el rostro. Me gustaba tener a los hombres detrás de mí, era un hecho. Pero no me gustaban los babosos, desde luego que no.

- Entendido, entendido, apagaré las luces de inmediato si se te cae la máscara o si alguien te conoce - sonrío satisfecha en su dirección.

- Eso es.

- Que voy a hacer contigo, si eres el mismo diablo enfundado en un cuerpo para pecar. Hasta con la máscara pareces una modelo de Victoria Secret. Estoy seguro de que me vas a hacer ganar mucho dinero esta noche - sonrío asintiendo.

Es lo que pretendo.

- Vamos - digo comenzando a caminar entre el resto de mujeres y transexuales. Peter me sigue a paso rápido mientras coordino los pasos de mis piernas con los tacones de aguja, había sido todo un reto llegar a controlarlos sobre la barra.

Esto no se parece al ballet, no es el ballet y tampoco hay el ambiente que se respira día a día en los ensayos de la academia. Aquí hay mujeres, heteros, transexuales... pasándose el maquillaje de uñas a otras y ayudándose las uñas a las otras a colocarse las tetas de plástico mientras se maquillan frente al espejo, todas se ríe escuchándose entre ellas y contando anécdotas sexuales del trabajo. Esto no es ballet.

- Atenta a mi señal, Julieta - me dice Peter al oído antes de marcharse a cualquier parte y dejarme sola tras el telón del escenario.

Escucho las voces de los hombres pidiendo por más, aún hay quien aplaude por el espectáculo anterior. Yo me quedo esperando tras las cortinas a la señal, no era la primera vez que hacía esto. Y como siempre, sobre un escenario, yo tenía todo el control.
Me acuerdo de las veces que me ha repetido Melody que no vuelva más a este lugar antes de salir de aquí, pero ella me conoce, y sabe que necesito vivir esto. No sería la primera vez ni la última.

<<Espabila que sales, guapa>>

Ya voy, conciencia.

Miro a Peter al lado del técnico de sonido mirando en mi dirección con una sonrisa. Veo como hace la señal levantando el pulgar hacia arriba en mi dirección. Alzo la cabeza y espero a que la cortina se abra para dejarme ver ante el público con mi conjunto de lencería negro. Veo por una pequeña rendija el público de esta noche, hombres solteros, casados, divorciados, viejos, niñatos... todos estaban allí por una cosa.

Por mi.

- ¡Con todos ustedes! ¡La diabla!

La gente empieza a gritar en el lugar y yo comienzo mi show. Camino lento al ritmo de la música mientras billetes y billetes llegan a ambos lados de mis pies, pero no me detengo. Sigo mi camino lentamente como si de una pasarela se tratase mientras escucho silbidos y algún que otro comentario obsceno por parte de los tipos que más cerca se encontraban. Cuando llegué a la barra, la rodeé con una mano en ella, y en cuestión de segundos estaba subida y sosteniéndome únicamente con mis brazos mientras hacía los movimientos más sensuales que conocía. Giraba la barra, la giraba con mis piernas a su alrededor, con los brazos solo, incluso me apoyaba en ella y bajaba con la espalda pegada a esta bajo la atenta mirada de los hombres.

JUGANDO CON EL DIABLO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora