Veneno de serpiente.

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#Kilian

Estaba siendo una noche de locos. Ni siquiera me había hecho falta meterme nada por la nariz para aguantar sobre el escenario sin aburrirme. Tampoco estaba borracho como otras tantas veces. Estaba por una puta vez en mi vida, tranquilo y en paz mientras cantaba para la pelinegra que bailaba sola resaltando entre la multitud.

- ¡Qué pasa peñaaaa! - grito alzando la copa hacia la multitud antes de darle otro sorbo.

- ¡Killian te quiero!

- ¡Travis cásate conmigo!

- ¡Killian! ¡Killian!

La gente no para de gritar. Creo que la mitad de los que hay ahí abajo van metidos hasta los ojos, pero no me extraña. Este garito es mil veces mejor que cualquier otro lugar donde hayamos tocado alguna vez, aunque la entrada siga siendo gratis para cualquiera.

- ¡Dale hermano! - le grita Denise a Travis para que este comience a tocar la batería con todas sus fuerzas haciendo que la temperatura suba y que la gente enfurezca. Ashton y Denise abren botellas de alcohol y su ponen a echarla sobre la gente que está en el borde del escenario.

Eso me da una idea. Así que abro la única botella de champán que hay entre todo el alcohol que tenemos, y me acerco al extremo donde se encuentra la pelinegra bailando. Se da cuenta enseguida de que me estoy acercando a ella cuando la gente de su alrededor se sorprende por mi proximidad al ponerme de cuclillas mientras ella sonríe y abre la boca. Yo vierto el líquido sobre esta sin dejar de mirar sus oscuros y profundos ojos.

Ella traga y después se limpia sus labios rojos con su mano y una increíble maestría. Su sensualidad en cada movimiento hace que todos los que la rodean dejen de prestarme atención a mí para mirarle a ella sin ningún descaro mientras miles de flashes de ella arrodillada ante mi, cruzan mi mente.

- Sigue cantando - me dice con una sonrisa mientras se mueve en su sitio.

- Dos canciones más, y te veo en el camerino - le digo apartando el micrófono para que solo pueda escucharme ella y algunos de alrededor.

Echo un vistazo por última vez a sus ojos venenosos cargados de excitación cuando escucho la guitarra de Ashton sonar, y me pongo de pie sacando un porr* del pantalón para encendérmelo frente a la multitud sin importarme el contrato una mierda.

¿Que clase de imbécil aplica a eso el término droga?

- ¡Sabéis...! - digo por el micrófono - Yo era ateo... hasta que vi como una serpiente me hincaba su veneno volviéndome adicto a él. Ahora no sé a qué santo rezarle para pedirle por más.

Pum. Pum. Pum.

Las baquetas vuelven a sonar. Las guitarras chirrían en los altavoces. Yo estoy cantando como nunca y la peña está flipando. La gente se besa entre el tumulto, se meten mano. Los gays se lían. Las lesbianas se tocan. Los heterosexuales se restriegan, otros se drogan. Mi pelinegra disfruta alzando los brazos entre el gentío como una adolescente. Travis está completamente metido en lo suyo. E incluso el pelmazo de Denise, está radiando felicidad.

- ¡Descanso! - le digo al resto de la banda tapando el micrófono con la mano mientras mi cuerpo se tambalea.

- ¡Yo también lo necesito! - dice Travis bajando el ritmo de sus manos ante la cara de disgusto de Denise.

Que le follen.

- ¡Todo tuyo el escenario, hermano! ¡Sácate la p*lla!- le grito a Ashton entregándole mi micrófono sin ni siquiera mirarle.

- ¡Cierro yo la noche! - contesta gritando.

Salgo de allí en cuestión de segundos sin mirar a nadie mientras los gritos de las fans enloquecidas me ensordecen los oídos. Esquivo la caja de sonido, los altavoces y algún que otro trabajador de por ahí mientras vuelvo a beber de mi vaso. Estoy borracho, estoy furioso, excitado... deseando meterme otra vez en las piernas de la pelinegra.

- ¡Rubio!

Me giro para buscar a la persona que me ha llamado así en mitad del pasillo. Se mueve sonriente en dirección contraria hacia mí mientras acelera su paso con esos enormes tacones. Sus largas piernas me hacen querer agarrarlas, y trago duro antes de salir corriendo tras ella como un cazador a su presa.

Se mete en el camerino donde la deje antes de salir a cantar, la misma habitación en la que sabía que no iba a aguantar ni media hora. Una mujer como ella no obedecería ni al mismísimo Jesucristo. Pero por algún motivo, me gustaba que estuviera así de loca.

- Ya puedes dejar de correr de mí, - digo mientras echo la puerta por dentro con pestillo- eso no te va a llevar a nada.

Elevó las comisuras de mis labios cuando la veo subirse al único mueble de la sala abriendo las piernas hacia mi. Yo no tardo en situarme donde se me espera y atraerla hacia mí para besarle con furia. Con desespero. Y con la maldita rabia que llevo sintiendo toda la puta noche desde que he visto como ese tipo la miraba. Los nervios de ella al notar su presencia. Y el puto sabor de sus labios.

Asqueroso si no es el mío.

- Para, Kilian - escucho decir.

- ¿No te gusta esto? - pregunto cuando noto como su cuerpo reacciona al mío al jalar de su pelo hacia atrás.

- No me gusta el sexo así, Kilian. No me gusta que me domen. No soy una sumisa.

La suelto para mirarle a los ojos y retarla a qué me lo vuelva a repetir cara a cara. Sé que es una mujer con dos pares de cojo*es bien puestos, pero yo no soy ningún ángel.

- No puedes decir algo así cuando tu cuerpo siempre ha rogado hasta el mínimo roce por mi parte - le digo aproximando su cara a la mía con mi mano en su cuello.

- Que me guste como foll*s, no significa que me guste ver como descargas toda tu furia sobre mí. Puedes pagar todas tus mierdas con cualquier otra pu*a - susurra con rabia hasta hablar sobre mis labios.

- No quiero descargar toda mi furia con ninguna puta. Lo que quiero es follart* tanto y tan bien, que la próxima vez que ese o cualquier otro tipo se te acerque, pienses en lo poco que vas a disfrutar con otro que no sea yo - le digo desafiante.

Pero suelta una pequeña risa en mi cara, que me hace querer estrangularla casi tanto como deseo foll*rla.

- Tú y yo ni siquiera estamos juntos Killian, no tienes ningún derecho a reclamarme.

La escucho mientras me deshago de sus pantalones y tacones para después dejar a un lado los míos y acercarme a ella hasta colocarme nuevamente entre sus largas y finas piernas.

- Tengo y he tenido el derecho que me de la gana sobre ti, desde el primer momento en el que te he hecho sentir viva - le digo haciendo a un lado su tanga antes de pasar mis dedos por su raj*- Y sino... discútemelo.

JUGANDO CON EL DIABLO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora