Todo por ella.

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#Killian

Dos horas componiendo en ese puto garaje, y ni una frase que me salga bien. Estamos a punto de recibir una buena oferta y no tengo nada. Nada. Esa mujer endiablada de piernas infinitas me ha dejado en blanco, vacío, sin un hueco para poder pensar tan siquiera en los acordes de una guitarra. Me tiene loco, enfermo, cabreado.

- Esto es una mierda - digo para mí mismo antes de tirar la libreta y el boli de mi mano al suelo.

- Deja ya de pensar en ella. ¡Solo es una tía Killian! ¡Solo es una maldita tía más! ¡Te has tirado a miles de tías en tu vida! ¡Asúmelo, no es nadie especial! - grita Denise mientras se agarra la cara con las manos y da vueltas por el lugar.

- No te metas en esto, imbécil.

- ¿Qué tiene ella de especial? - pregunta Ashton mientras juega tendido en el sofá con un cubo de rubik.

Eso. Qué tiene ella de especial.

- Le ha dado fuerte, parece ser - escucho decir a Travis por algún lado.

- Las tías no son tan difíciles tío. Ve a dónde sea que vive y regálale unas flores. Luego dale el mejor orgasmo de su vida, y volverá a quererte - dice Ashton.

- Sí tío, invítale a cenar o algo de eso - le apoya Travis mientras Denise niega con la cabeza mirando en mi dirección.

Flores. Já. No tienen ni idea de cómo es esta tía.

- Esa mujer no es como vosotros creéis. Julieta me tiraría las flores a la cara, a ella no le interesan esas cosas. Estoy seguro.

- ¿Que sí? - sonríe Ashton en mi dirección.

- Me haría una llave y me dejaría plantado en el suelo tras una patada en las pelotas.

- Pues no sé tío, yo nunca he necesitado más.

Como siempre, Travis y sus consejos de mierda.

- Igualmente, yo no tengo que pedirle perdón a nadie. Es ella la que se folla a un viejo por querer ser alguien en la vida.

- ¡¿Qué dices tío?! - exclama Ashton reincorporándose en el sofá de lo más sorprendido.

- Lo sabía. Esa piba no era de fiar - interviene Denise de lo más orgulloso por lo que dice.

Imbécil.

- Yo ni siquiera debería está hablando con vosotros de esto - digo poniéndome en pie y señalándolos con el dedo a todos y cada uno de ellos - y si a alguno se le ocurre abrir en algún momento esas enormes bocazas que tienen para hablar por ahí de esto, le estrangularé hasta que se quede sin voz.

Observo a Denise tragar duro antes de bajar mi mano y encaminarme hasta la puerta.

- ¿Qué haces? ¿A dónde vas? - pregunta esté poniéndose en pie con uña botella de ron en la mano.

Puto niño pijo.

- A ti no te importa. Si me quedo no voy a hacer nada bueno aquí.

Tan pronto como me subo en la moto, arranco para salir de ahí. Pero me arrepiento enseguida de no haber cogido por otro camino cuando paso por el club de donde la saqué aquella vez en un diminuto conjunto de ropa interior. Esa noche le partí la cara a uno por ella. Con su asqueroso profesor, me había quedado con las ganas.

Aparco tan pronto como veo un hueco oculto tras de un árbol. No me hace ninguna gracia tener que dejarla aquí, pero algo me dice que la única forma de calmar la sed de furia que siento, es entrando ahí.

- ¡Eh! ¡Qué haces tú aquí!

Esa voz.

- Nada tiene que importarte lo que haga yo en ninguna parte, imbécil - digo dándome media vuelta dirigiéndome hacia él.

- ¡Guardias!

Gruño cuando veo como se acerca un tipo grande hacia mi con cara de mala ostia.

- Páralo. No voy a hacerte nada - musito con ambos puños cerrados. Controlar mi ira no es algo que se me hubiera dado bien nunca.

- Estifen, quieto - le dice al orangután de al lado, haciendo que este le mire con las misma cara de pocos amigos que yo, antes de que ambos vuelvan a centrar su atención en mi. - ¿Qué quieres?

- Tomarme algo, disfrutar. ¿No puedo? - digo dando otro paso hasta el con las manos abiertas.

Hasta aquí puedo oler el miedo.

- Ju - le cortó antes de que pueda terminar su maldito nombre.

- No vengo a ver a nadie.

Y sin dar una puta explicación más, me doy media vuelta y dejo ahí al pringao ese con la cara descolgada mientras le indica al orangután que me deje pasar. Parece que por fin ha entendido algo.
Me siento en la barra mientras me sirven el primer wisky que se me ha venido a la mente, y me bebo el primer trago mientras visualizo todo a mi alrededor imaginando las escenas que esa maldita condenada habrá tenido que dar aquí. Cuantos tíos habrá besado. En las piernas de cuantos habrá bailado. Cuantos serán los labios que habrá rozado solo por el placer que le produce provocar.

- Maldita venenosa - gruño dándole un porrazo a la barra antes de volver a beber del trago amargo.

- Calma amigo - me dice un tipo medio borracho al lado- ¡Que la diabla haya dejado esto, no significa que no haya más mujeres para nosotros!

Quito su mano de mi hombro en dos segundos, en cuanto le siento tocar mi cuerpo. No estoy para que me toquen los coj*nes en este momento. Pero el tío se ríe y dice algo a otro hombre que también está en la barra. Yo no lo puedo escuchar, porque acaba de salir una tía a bailar y la gente ha gritado como loca, pero mi cuerpo sigue completamente alerta por lo que pueda pasar.

- ¡Me ha amargado la vida! - grita el nuevo llamando mi atención y la de algunos más mientras bebe también de su copa - ¡Llevo soñando con esa mujer tres años! ¡Tres putos años! ¡Una vez me miró bailando, Frank! ¡Me cogió de aquí y me miró a los ojos! - exclama señalando su barbilla.

- Y que lo digas hombre- contesta el otro mientras yo desvió la mirada. Apostaría mi vida a que están hablando de ella- No estes mal amigo, no estés mal. Todos hemos querido a esa mujer.

Ya está bien. Me largo.

- ¡Pero había algo entre los dos, Frank! ¡Había algo! - escucho mientras levanto la mano para pagar. Pero está empieza a picarme, necesito que el tipo se calle ya.

- ¡Solo es una bailarina tío! ¡Nada más! ¡Nada más! - vuelve a hablar este sujetando la cabeza del otro para que le preste atención.

Mis ojos se abren de par en par cuando veo la cara del tipo. Está borracho y llorando por ella. Un pensamiento que me obliga a tirar el billete de mi mano y salir de ahí antes de que me vuelva loco.

- ¡Yo lo hubiera dado todo por ella, Frank! ¡Todo por ella!

Y con esa maldita frase en mi mente, me subo a la moto y la arranco sin mirar atrás mientras siento como el corazón se me va a salir del pecho de un momento a otro.

Ese que he visto era yo.

Era yo ayer.

Soy yo mañana.


JUGANDO CON EL DIABLO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora