Azotes.

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#Julieta.

Pongo una de mis manos en su hombro y le rodeo lentamente mientras veo como se quita lentamente la guitarra de encima. La suelta en el sofá que hay a nuestro lado, pero se queda quieto, no me toca. Y sé porqué, sé exactamente qué es lo que está buscando.

- ¿Quieres que te demuestre lo que soy capaz de hacer por ti? - pregunto hasta acabar la frase encima de sus labios sin romper la mirada del uno con el otro. Él no tarda en coger mi cara con una de sus manos y apretar mis mejillas en ella hasta quedar a centímetros de mi.

- Quiero que me demuestres cuantas ganas tienes de estar conmigo.

Me lanzo a su boca mientras pego su cuerpo al mío, el cual no tarda en responder. Para mi suerte, Kilian es un hombre inteligente y siempre sabe que hacer, así que en vez de avergonzarse, pega aún más su bulto a mis piernas mientras baja sus besos por mi cuello. Yo me dejo por fin, y siento como todo mi cuerpo se deja fluir también.
Pero cuando de pronto se separa de mi, siento como algo me remueve por dentro haciendo que quiera llorar. Y como si él lo hubiera sentido también, levanta la cabeza alarmado y me mira buscando algo en mis ojos que no sé si va a poder ser capaz de encontrar.

- Nunca han sido cosas mías - susurra haciendo que mi estómago se contraiga al saber de que está hablando.

- Cállate, no estropees las cosas.

- Tengo cuatro días para saciarme de lo que después tendré que suplicar. Así que cállate tú.

Cierro fuertemente los ojos al darme cuenta de que habla de mi amor por el.

Amor a secas. Amor sin dinero de por medio. Amor sin lujos y sin codicia.

- Vuelve a besarme, Killian.

Me toma la cara para besarme con furor. Las chispas saltan entre nosotros. Poco a poco el beso y su agarre sobre mi cuerpo se van haciendo más y más intensos, hasta sentir que no puedo más. Y es ahí, cuando comienzo a mover mis caderas descaradamente sobre él, que me toma bruscamente y me hace rodear sus caderas con mis piernas hasta empotrar mi cuerpo con la pared. Sus manos se van a mi cuello, y yo dejo caer en blanco a mis ojos cuando siento el placer al tirarme del pelo.

- Maldita seas venenosa, por disfrutar esto así.

Le muerdo el cuello en respuesta, y él se deshace de mi sujetador sin previo aviso. Agarra y chupa mis tet*as como nunca nadie lo había hecho antes. Esta vez soy yo quien le tira del pelo. Eso le hace mirarme nuevamente, tiene ganas de verme, de observarme, de tocarme... así que me dejo hacer ante él.

- Quiero hacerte todo lo que nunca te hayan hecho, Julieta. Quiero llevarte hasta el punto más álgido de tu ser cuando te corras para mí. Para que si algún día ese imbecil te haga tener un orgasmo, solo te acuerdes de mí. Que solo me veas a mí Julieta, que no se te pase ninguna otra cosa por la mente que esto.

- ¡Ahh!- gritó cuando muerde mi pezó* y pellizca suavemente mi clít*ris.

Siento como la humedad se hace presente entonces en todas mis paredes. No hemos hecho prácticamente nada y yo ya estoy deseosa por lo que viene. A él le gusta que tomemos los roles de amo y sumisa, pero no hay ninguna mujer complaciente porque sí dentro de mí.

- Joder. No me puedes decir que esto no te pone a mil - suelta cuando pasa sus dedos por mis pliegues llenándolos de humedad y haciendo que mi cuerpo se estremezca.

Me lanzo a su boca y lo beso de nuevo con furor, casi enfadada porque no me esté f*llando ya, así que le muerdo rápidamente el labio hasta hacerle un poco de sangre. Rápidamente vuelve a jalarme del pelo para apartarme unos centímetros de su cara y hacer que quede frente a él, instintivamente lleva su gran mano alrededor de mi cuello y me mira de la manera más amenazante y aterradora posible.

Lastima que eso me ponga todavía más.

- ¿Que cojones te crees que haces? - pregunta echando humo por las orejas. No me engaña, su amigo no deja de presionar duramente contra mí.

- Siempre me han gustado los chicos duros, Killian. Y creo que tú eres uno de ellos - digo antes de deshacerme con rudeza de su agarre sobre mi cuello, para acercarme a él de él y lamerlo hasta lograr que su piel se erice.

- Ponte a cuatro - ordena. Y ni siquiera me da tiempo a moverme cuando él ya me ha colocado.

- ¿Qué haces? - pregunto horrorizada cuando lo siento alejarse de mí.

- Quieta.

Y no es hasta que escucho el "clik" de las esposas, cuando noto lo que acaba de hacer.

- ¡¿Me has atado?! - gritó histérica- ¡Nadie nunca me ha atado, Kilian! ¡Ahora desátame!

PLAFF.

¿Acaba de pegarme?

- Me alegro de ser el primero. Ahora cállate, pelinegra.

Las lágrimas se me agolpan en los ojos de la rabia cuando veo que no me puedo mover. El peso de su cuerpo sobre el mío no me permite moverme apenas. Giro mi cabeza hacia él para que me vea, y cuando mis ojos conectan con los suyos, lo siento dudar. Pero rápidamente algo cruza por su mente y aprieta la mandíbula fuertemente para volver a cogerme el cuello desde atrás y darme un beso igual de duro que el que le había dado yo antes. Ahora ambos estamos de rodillas sobre el sofá, jadeantes.

- Killian...

- Solo tienes que confiar en mí Julieta, puedes pararme cuando quieras - dice antes de morderme el hombro.

¡PLAFF! Resuena en toda la habitación junto con un grito desgarrador por mi parte. Esta vez se ha sacado la correa de las asas del pantalón.

¡PLAFF! ¡PLAFF!

- ¡Ahh!

Mi cuerpo cae hacia delante, dejando mi cabeza pegada al sofá y mi culo apuntando en su dirección. Creo que nunca he estado tan expuesta para nadie, puedo sentir como estoy chorreando. Miro por el rabillo del ojo, cuanto puedo, a Killian mirándome desde su posición. Se está tocando.

¡PLAFF!

- Frag mich nach mehr - me retuerzo cuando me levanta para susurrarme lo al oído por segunda vez.

-¿Qué has dicho? - pregunto intentando pan tener la compostura mientras él hace de las suyas.

¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF!

-¡Killian! - gritó con un nudo en la garganta y excitación a la vez.

- Si quieres que pare, solo tienes que pedirlo - me dice con voz ronca al oído.

Entonces vuelve a tirarme hacia delante, sin ninguna pizca de delicadeza. Y tras unos azotes más, pega su miembro a mi entrada y me agarra del pelo para que me gire y le mire antes de seguir.

- No pares, quiero más.

Y por primera vez, juro que me pareció ver al diablo sonreír.

- ¡Ahh!

JUGANDO CON EL DIABLO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora