Maldita malcriada.

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#Kilian

Parecía mentira, pero poco a poco, el garito donde cantamos fue llenándose cada día más y más. El imbécil del jefe de Julieta, nos llamaba todos los fines semana para que fuésemos a tocar. Y a mí me encantaba meterle mano a la pelinegra en cuanto la pillaba desprevenida sirviendo a mi alrededor o cogiendo algo del almacén. Su jefe no ponía objeción alguna, no después de la advertencia que le hice. Tampoco después de ver como besaba y tocaba a su empleada casualmente delante de sus narices.
Esa mujer de largas piernas empezaba a interesarme más de la cuenta, la había visto correrse multitud de veces desde aquella vez que la follé en el almacén del garito. La había visto gritar mi nombre varias veces en mi coche mientras se deshacía sobre mi. En su trabajo. En su piso mientras su amiga dormía en la habitación contigua. Incluso quise follarla en su academia cuando fui a recogerla y la vi caminando hacia mí mientras se soltaba el pelo recogido como si estuviera en una película a cámara lenta.

Se estaba expandiendo poco a poco por mi mente como si de una enfermedad letal se tratase. No había forma de sacarla de ahí, y se aferraba a mis pensamientos como un maldito veneno.

- No deberías fumar, arruinarás tu garganta.

Si supiera lo que haría yo ahora mismo con la suya.

- Empiezas a preocuparte por mí, pelinegra - le digo con una sonrisa.

- Yo no me preocupo por nadie. Me voy.

- Por qué. Estamos bien aquí.

La miro fijamente mientras se viste para salir de la cochera de Denise. Esa había sido la única recompensa que había obtenido por conseguirle el numero de la amiga de la pelinegra. Pero ahora eran esas finas piernas y su constante mal humor, lo que me estaba haciendo hervir la sangre.

- Tengo que ir a la academia, tenemos ensayo toda la tarde.

Ni siquiera me mira a la cara.

Sé que es una tía difícil, sé que no le gusta el compromiso y que le encanta disfrutar del sexo, pero yo ya me conocía cada rincón de su magnífico y exquisito cuerpo. Ahora empezaba a conocerla a ella, terca, testaruda, peleona, insaciable... era una mujer malditamente capaz de quemar el mundo. Y eso era lo que más me gustaba de ella.

-Entiendo.

-Adiós, rubio - me dice saliendo por la puerta.

- ¡Julieta! - ella se gira lentamente hacia a mí sin ningún tipo de expresión en su cara - Esta noche. Es la primera noche que vamos a tocar en un garito que no es el de tu estúpido jefe.

La veo rodar los ojos. Maldita malcriada.

- Se llama Marc - dice cruzándose de brazos ante mí y apoyándose en una sola pierna.

La imagen es para deleitarse.

- Dämon - susurro apartando la mirada de ella.

- ¿Qué has dicho? - sonrío.

- Esta noche. Sé que no trabajas, ven a verme.

La miro aniquilarme con la mirada. No quiere que vea en ella, lo que estoy viendo. No quiere que sepa lo que realmente es o como piensa. Se esfuerza en exceso para mantener una capa de hielo ante cualquiera que quiera derrumbarla para llegar hasta ella. Pero me importa una puta mierda todo, ahora soy yo el que está aquí.

- No trabajo, pero a lo mejor quiero descansar Kilian.

Asiento mientras aplasto él por*o en el viejo cenicero. Mirar hacia la mesa donde está este, solo me recuerda a la cara de la pelinegra apoyada en ella mientras grita mi nombre. Joder.

- Empezamos a las doce, en otro garito que está cerca del tuyo.

- Empiezas a comportarte como... - le corto.

- No te estoy pidiendo matrimonio, Julieta. Solo quiero que vengas a un concierto, tu amiga también va.

- Lo pensaré. Pero por si acaso, no me esperes allí.

-Hurensohn - gruño.

Tiro mi cabeza hacia atrás cuando la puerta de la cochera se cierra tras ella. Me levanto y me pongo los pantalones para sentarme a la batería y empezar a tocar mientras me enciendo otro por*o. Por algún motivo, me siento de lo más inspirado, y todo lo que toco o canto, suena de lo más sexual.

- Ostia tío, ¿te estás grabando? - escucho decir a Ashton cuando entra por la puerta por la que había salido la ninfa endiablada hace un rato. Niego con la cabeza, pero no dejo de tocar ni de cantar. - ¡Aquí huele a sexo, joder!

Eso me devuelve a todas y cada una de las tías que me he tirado en este mismo sofá. Rubias, morenas, pelirrojas, pelinegras... "PUM". A la mierda las baquetas.

- El demonio....

- ¡¿Qué te pasa?! ¡Hermano eso ha sido una puta joya, te estabas partiendo la po*la con esa canción!

Ni le miro, me importa una mierda su opinión, solo quiero fumar un poco más.

- Dame uno de esos - digo señalando la mesa.

- ¿Otra vez con la camarera?

- También es bailarina.

Y algo más.

- Entiendo que estés así, está buena de cojones.

-También está jodidamente loca.

- Esas, son las que más enganchan hermano. Bueno, me marcho, yo solo venía a por esto - dice señalando las llaves de la furgoneta de Denise.

Ellos dos siempre se encargaban de llevar los instrumentos.

- No le des más vueltas tío, las mujeres están completamente locas. Y mientras más guapas son, peor están. Siempre esperando a que nosotros demos el paso... eso les encanta.

- Hablas de Julieta como si fuese mi novia, y no lo es.

- Porque te comportas como su novio, y no lo eres. Pero está bien hermano, lo entiendo. Quien no querría tenerla como tú la tienes, esa tía parece una...

- Diabla. Eso es lo que parece.

Ashton se echa a reír.

- Sí, ese adjetivo le queda muy bien.

Asiento, y con un movimiento de cabeza me despido de él y salgo del sitio para subirme en mi moto. No sin antes escribirle a mi padre para avisarle de que soy yo quien va a llegar a la casa y no darle un susto. Pero para mi sorpresa, la pantalla vuelve a encenderse en cuanto lo apago.

Mensaje de Venenosa: "A un concierto lleno de adolescentes y niñas alocadas ... ¿se va decente, o puedo dejar la ropa interior en casa?".

Pd. Espero que vayamos en tu moto, todavía hay fantasías que tenemos por cumplir.

Joder pienso sonriendo a la pantalla. Esta va a ser una muy buena noche, parece ser.

JUGANDO CON EL DIABLO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora