Todos saben quien eres.

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#Julieta

Llegue mucho más temprano ese día que otros al garito. Era lo único que no había dejado desde que estaba con Fai, para poder asegurarme de no quedarme del todo en la calle si algún día se cansaba de mí por una de sus damas del placer. Me había traído esa mañana el desayuno a la cama, se había marchado a la academia, había dejado un ramo de flores en la cocina para mí, y me había mandado un chofer a su piso para que me llevase a mí a la academia a mi hora. Pero Fai no era tonto, y se daba cuenta de las cosas en cuestión de segundos. Seguramente por eso él estuvo toda la tarde pendiente a mis pasos y a mi humor, mientras yo intentaba que no se me notara el nerviosismo que tenía porque esa misma noche iba a ver a Killian tocando en el bar después de tantos días.

- ¡Julieta! ¡Llegas con tiempo! - me dice Marc en cuanto me ve entrando tras West.

- Aquí te dejo mi niña, si tienes algún problema esta noche, no dudes en avisarme.

Sonrío hacia el grandullón indicándole que todo iba a estar bien, antes de concienciarme y dirigirme hacia mí jefe con la mejor de mis sonrisas. Desde que Killian había aparecido en mi vida, nuestra relación no había sido la mejor.

- Sí. Creía que no llegaba, y al final me ha sobrado tiempo. Voy a cambiarme, ahora vengo.

Me marcho sabiendo que no me ha creído en lo más mínimo, y sabiendo también, que sabe que me pasa algo... pero de lejos. Marc había sido mi amigo antes que mi jefe, y me conocía mucho más que otras personas en este miserablemente pueblo.

Sin embargo, me limito a apartar esas ideas de mi mente cuando llego al almacén con mi top blanco en la mano y los recuerdos con el rubio avasallan mi cabeza. Cierro los ojos con fuerza cuando me doy cuenta de la debilidad que se apodera de mí cuando se trata de él, y me obligo a mantenerme firme antes de volver a salir ahí. Si quiero la vida que siempre he deseado, ya puedo olvidarme del maldito Adonis que se está robando mis pensamientos constantemente.

- Concéntrate Julieta, eres mucho más que todo esto.

Salgo de allí hasta llegar a la barra para comenzar a servir bebidas a los tipos que están llegando. Algunos me conocen ya, incluso me he besado con unos cuantos de ellos tiempo atrás, cuando pretendía vender más que nadie en este sitio y les hablaba a centímetros de la cara mientras los convencía para que comprasen las botellas de alcohol más caras que teníamos.

Se me daba tan bien gustar a todos... y me hacía sentir tan poderosa, que muchas veces solo quería que se fijasen en mí para demostrarme a mí misma hasta donde podía llegar para conseguir lo que quería. Era algo innato en mí, y tampoco era un secreto para nadie. El morbo de saber que cualquier hombre allí haría lo que fuera solo por tenerme en sus brazos, me hacía sentir de lo más sexy. Y pensaba aprovecharlo tanto como fuera posible.

- Hola guapa - me dice un niño mientras le sirvo un wisky, haciendo que levante mi cabeza para mirarlo.

Guapo. Y muy joven para mi gusto, así que solo le devuelvo una sonrisa mientras le sirvo también al resto de sus amigos.

- Julieta.

La manera en que pronuncia mi nombre, con tanta firmeza, hace que levante rápidamente la mirada hasta encontrarme con sus ojos. El resto de sus amigos se codean al darse cuenta de la situación, y yo sigo haciendo mi trabajo mientras intento apartar los pensamientos de mi mente.

- ¿Nos conocemos? - le digo por encima de los altavoces, echando levemente mi cuerpo sobre la barra para que me escuche. Algo en mí se alegra cuando escucho al resto de sus comentar y reírse sorprendidos por mi proximidad hacia el chico. No se lo esperaban, son unos chiquillos.

- Ahora sí, todos aquí saben quién eres - me dice mirándome tan fijamente a los ojos, que me siento obligada a apartar los míos rápidamente de él.

- ¿Quieres algo más? - pregunto queriendo alejarme de ese niño ya - Necesito seguir trabajando.

Entonces un escalofrío recorre todo mi cuerpo, y mi instinto me hace levantar la cabeza hacia la puerta en busca de lo que sé que voy a encontrar. El golpe que siento en el estómago cuando le veo, no hace más que aumentar el sentimiento de impotencia que ya tengo dentro más y más. Killian se adentra en el garito con el resto de sus amigos y una guitarra en la mano como si fuera un Dios entrando al Olimpio mientras se hecha su pelo rubio sucio hacia atrás. Le ha crecido desde la última vez que le vi, y eso me provoca enormemente querer tocarlo.

- Tu número- vuelve a hablar el chico captando mi atención.

- Lo siento pero yo ya he pasado por esto... y tengo novio - digo antes de quitar el billete de su mano y darme media vuelta para cobrarle. En el camino a la caja, mis ojos se cruzan con los de Marc, quien me mira como si estuviera intentando descifrar que me pasa.

Que le den. Ni siquiera debería importarle.

- Gilipollas - susurro.

Vuelvo hacia el chico para darle su cambio, y cuando veo a sus amigos marcharse hacia el centro de la pista. Y cuando pienso que ya se van a quitar de la barra, el tipo me agarra fuertemente de la muñeca y tira de mí hasta quedar a la distancia perfecta para que escuche lo que tiene que decirme.

- No me extraña que tengas novio, pero yo ya he puesto mis ojos en ti... y no sé perder.

Su confianza al hablarme a pesar de tener unos cuantos años menos que yo, me revuelve el estómago. Muy pocos hombres se habían atrevido a hablarme de primeras así, por lo que decido pasar de él y seguir haciendo mi trabajo mientras intento que mi mente se distraiga con cualquier cosa.

Un nudo se forma en mi garganta cuando al elevar la cabeza, veo a Killian subido en el escenario ajustando el micrófono. No es hasta el momento en el que la luz tenue de un foco le alumbra la cara, que me percato de qué tiene el ojo morado y el labio inferior partido e hinchado. Me tomo unos segundos para pensar qué le ha podido pasar mientras mis manos comienzan a picar. Como si me sintiera, él también levanta la cabeza y me ve quieta allí, observando cada uno de sus movimientos mientras el adolescente de mi lado se separa de mí con una sonrisa. Killian también se percata del gesto, y entonces algo cambia en su mirada.

Mierda. Ojalá no hubiera estado este niñato aquí en este mismo instante.

- Aléjate de mi, niño. Y no vuelvas a acercarte más.

JUGANDO CON EL DIABLO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora