Exquisita.

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#Julieta

- ¡Un, dos, tres! ¡Un, dos, tres! - gritaba el profesor mientras marcaba el ritmo con sus manos.

- Dios mío - susurra Elena a mi lado. Ha inclinado su tobillo un poco más de lo debido y ahora le duele. No quisiera estar en su lugar en este momento.

- ¿Te has hecho daño? - pregunta el profesor llegando hasta ella y agachándose para tocarle el pie por todas partes bajo la atenta mirada del resto de la clase.

- Estoy bien, Fai. Solo necesito ponerme de nuevo la zapatilla -responde esta mientras se quita su zapatilla de punta y la deja a su lado en el suelo. Fai me mira por encima del hombro de Elena, sabe que lo que está viendo no está bien, pero nadie dice nada porque seguramente en la clase haya pies más dañados que los de mi amiga.

Así era el ballet, un sacrificio en cualquiera de los sentidos.

- ¡Se acabó el espectáculo! ¡Todo el mundo ensayando el plie y relevé en barras! ¡Parece mentira que a estas alturas todavía haya quien se equivoque en algo tan sencillo! - exclama con su tono enfadado de siempre -¡Ya!

Yo me marcho también del círculo que entre todos habíamos formado, y me pongo en mi sitio de siempre junto a la barra para ensayar hasta la saciedad. Pero hay algo que sin querer me desconcentra. Y no puedo evitar escuchar la conversación de mi amiga con el tarado de nuestro profesor.

- Este pie no me gusta Elena, tienes que ir a enfermería a qué te lo curen antes de que la cosa vaya a peor - le dice el profe mientras le examina el pie.

- Si voy... ¡me tendrán casi una semana sin poder bailar! - cierro los ojos al escuchar las palabras de mi amiga deseando que eso no me pase nunca a mi. Una semana sin venir diariamente a aquí, a la Academia Rusoof, era motivo mucho más que suficiente como para que a su vuelta, mi amiga no tuviera sitio ni en barras, ni en la clase, ni siquiera en la escuela. Daba igual quién fueses o lo que pagases, aquí solo se quedaba el mejor. Y todos peleábamos por ello con uñas y dientes.

- Y si no vas, dejarás de bailar para el resto de tu vida - respondió el profesor tajantemente antes de ponerse de pie para seguir con su clase.

- Pero Fai... - quiso intervenir Elena.

- Ah... Y no me vuelvas a llamar por mi nombre. Ningún alumno mío tiene tal privilegio - dice sin ni siquiera darse la vuelta para mirar a Elena a la cara.

- Lo siento - susurra está intentando ponerse en pie.

Yo dejo lo que tengo que hacer enseguida y me dispongo a ir hasta ella para ayudarla, pero una mano en mi pecho me detiene rápidamente.

- No se escuchan las conversaciones ajenas, cherrí - susurra muy cerca de mi cara mientras me sujeta la barbilla con un dedo para mirarme a los ojos. Yo me quedo callada mientras veo como sus pupilas se dilatan al verme y los ojos se le empiezan a nublar de deseo cuando huele el perfume que me echo cada mañana - Ummm, exquisita.

Pero la puerta de la clase se abre y él se separa de mí a la velocidad de un rayo para ver quien es. En cuanto le veo hablando con la directora y dándome la espalda, me posiciono nuevamente junto a mi barra y empiezo a seguir los pasos de mis compañeros, quienes de vez en cuando me mandan alguna que otra mirada de odio y rencor.
Y lo entiendo. A cualquiera de ellos, incluso los chicos, les hubiera encantado vivir el momento que acaban de presenciar entre el profesor y yo. Pero por algún motivo que desconozco, a Fai le había dado esta temporada por mi.

- Oye Woods, ¿desde cuando tenéis tú y Fai ese tipo de relación? - pregunta Oliver tras de mí sin ni siquiera tocarme. Miro a través del espejo, Fai ya ha terminado de hablar con la directora, y ahora se encuentra cruzado de brazos en la puerta del salón mirándonos fijamente a Oliver y a mí. Creo que se está poniendo de lo más cachondo.

- No tenemos ningún tipo de relación - le digo al chico mientras me doy la vuelta para mirarle cara a cara.

-¡Venga! ¡Se acabó la clase! - anuncia Fai mientras da palmas con las manos y deja los papeles sobre una de las banquetas. Yo aprovecho para separarme de Oliver en cuanto puedo, y me uno al resto de chicas y chicos que guardan sus cosas en las mochilas. Normalmente me iría a ducharme y cambiarme al baño con Elena, pero esta no está y tampoco es que me lleve con el resto de las chicas. Aquí ninguna son muy amigables.

- Si quieres te acompaño yo - susurra Oliver en mi oído cuando pasa por mi lado para salir de clase. Siento la mirada de Fai penetrando sobre mí como si pudiera atravesarme.

- ¿Tienes un papel que darme? - pregunto lo suficientemente alto como para que mi profesor nos escuche.

- No - responde él algo nervioso al ver mi seguridad y cercanía con su cuerpo.

- Entonces nada, no me interesa nada.

Salgo de ahí con una sonrisa en la cara y moviendo las caderas sutilmente para que los dos hombres que he dejado atrás se deleiten un poco. Y como no veo a Elena por ninguna parte cuando llego al baño de chicas, me desnudó y me meto en las duchas comunes con las demás. Todas con sus cuerpos delgados y esbeltos, trabajados para mantener la línea corporal, para no fallar en el equilibrio, en los movimientos...

- ¡Eh! ¡Julieta! - me pregunta Cristina, una de las chicas nuevas - ¿Has visto ya a Elena?

- No - contesto con una sonrisa antes de meterme bajo el agua caliente. Sonrío cuando poco después veo a Cristina besándose con otra chica cuatro duchas más lejos de la mía. Ambas desnudas y mojadas bajo la atenta mirada de alguna que otra bailarina. Los besos entre nosotras era algo tan normal... la sensualidad en el baile, la delicadeza que nos definía, la belleza de cada una...

- ¡July! - exclama alguien por el fondo. Con tanto vapor no puedo divisar quién es - ¡Te llaman de dirección!

E inmediatamente sé lo que significa eso.

JUGANDO CON EL DIABLO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora