Una maldita enfermedad.

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#Kilian
Dos pa*jas. Dos putas pajas antes de dormirme para poder conciliar el sueño. Dos tías en una misma noche. Cuatro jodidas corri*as, y aún así seguía pensando en los ojos de esa peli negra mirándome desde abajo. No sabía que tenía ni quien era, no sabía de donde había salido ni porque estaba aquí en el pueblo, porqué nunca la había visto... pero ahora iba a entretenerme en averiguarlo por un tiempo. Me interesaba, me ponía.

-Buenos días hijo - es lo primero que me dice mi padre al verme entrar en la cocina.

- Papá, ¿has desayunado ya? - pregunto lo más amable que puedo. Sé su respuesta en cuanto veo su expresión, y me maldigo por ello.

- Yo... yo, hijo yo...

Me acercó al fregadero en busca del plato. Ni rastro de él, no creo que le haya dado tiempo a levantarse, comer, fregar y secar los platos. No hace tanto que ambos nos hemos despertado.

- Está bien papá - le digo poniendo mis manos sobre sus hombros para evitar su nerviosismo y conseguir que me mire a la cara. -Podemos desayunar juntos, después te dejaré en casa de George.

- ¿George? ¿Quién es George, hijo? - pregunta mientras mete dos rebanadas de pan en la tostadora. Yo cierro los ojos intentando apretarlos fuertes para despertar de esta pesadilla cuando los abra, pero para mi desgracia, está mierda de enfermedad no quería irse de nuestro lado.

- George papá, tú mejor amigo. Os veis todos los días, a veces viene él y otras veces te llevo yo a su casa - le digo sirviendo la bebida de ambos en los vasos que él me da.

- ¿Ah, sí? ¿Y qué cosas hacemos? - pregunta repitiendo la conversación de cada mañana- cuéntame más de ese tal George, hijo mío.

Y eso es exactamente lo que hago. Me paso todo el desayuno hablándole de su mejor amigo, de cómo a ambos les gusta discutir sobre jardinería cuando estaban juntos, a pesar de que George no tenía ni la más mínima idea de esta. Rogaba a Dios, Alá, los alienigenas, o a lo que fuese que había sobre el ser humano para que algún día se acabase el tormento de vida que nos hacía pasar el Alzheimer a los dos.

- Estamos aquí papá, hemos llegado - le digo cuando paro el coche frente a la casa de su amigo, quien le espera sentado felizmente en el porche de su casa.

- ¡Ray, amigo! ¡Ven aquí, mi mujer ha hecho limonada para los dos! -escucho decir a lo lejos. Mi padre sonríe en su dirección antes de salir del coche como si nada. Por algún motivo, confiaba plenamente en su amigo a pesar de verlo cada dos por tres como un completo desconocido.

- Vaya, que casa tan bonita - susurro mientras le observo admirarlo todo a su alrededor.

- Vaya, que casa tan bonita - dice él como cada vez que veía la fachada de esta casa.

- Te gusta, ¿eh? - pronuncia George llegando hasta él para llevárselo. Me quedo en el coche como cada día, viendo como mi padre se adentra en esa casa sin ni siquiera mirar atrás, simplemente atento a lo que su amigo tiene que contarle. Y en cuanto George se gira para despedirme con la mano antes de cerrar la puerta, enciendo el motor y me voy de allí.

Un día más en su vida. En su constante y repetitiva vida.

Cuando llego al garaje de Denis y los veo a todos allí charlando como si nada, se me hierve la sangre. Yo llevaba días componiendo otra nueva canción, buscando tiempo entre mi padre y el trabajo, para que al venir a ensayar me los encontrase de charletas como si fueran las niñatas adolescentes que gritaban en nuestros conciertos. Así que me enciendo el primer porro del día para poder lidiar con ello. El día no había comenzado del todo bien.

- ¡Eh, Kilian hermano! - me dice Travis al golpearme amistosamente en la pierna cuando paso por su lado para sentarme a su lado en el sofá, pero no le digo nada.

- Alguien se ha levantado con un humor de perros hoy, ¿eh? - dice Ashton esta vez. Tenían suerte de no píllarme de malas, ninguno de ellos tenían el poder de hablarme ni dirigirse hacia mí así y lo sabían. Excepto Denis, él sí que podía hacerlo. Pero no lo hacía y esa era una de las muchas razones por la que lo consideraba mi mejor amigo.

- No me gusta la gente que se toca los huevos a costa de los demás - es todo cuanto digo. Ellos enseguida se levantan y se ponen cada uno con sus instrumentos detrás del sofá.

- ¿Como se ha despertado hoy? - me pregunta Denis mientras afina su guitarra para que los otros dos no nos escuchen.

- Por lo menos se acordaba de mi nombre.

- ¡Empezamos! -anuncia Ashton desde la batería. Y agradezco que Denise no diga nada más.

- La nueva, empezamos por la nueva - anuncio sin esperar la aprobación de nadie antes de darle otra calada a mi porro. Joder, esto me sacaba de muchas rayadas.

- ¡Un, dos, tres y...!

I get my peches out in Georgia
Saco mis melocotones de Georgia
Ooh, yeah, shit
Oh, si, mierda
I get my weed from California
Obtengo mi hierba de California
That's that shit
Esa es la mierda
I took my chick up to the North
Llevé a mi chica al Norte
Yeah, yeah, that's it
Si, si, eso es todo

- Mierda, me están llamando - anuncia Denise antes de soltar la guitarra en el sofá y salir a la calle para ponerse a hablar por teléfono.

- ¿Qué coño le tiene ahora así de imbécil? - pregunto en voz alta para que él también me escuche mientras voy a por una cerveza a la nevera que la madre de Denise compró para nosotros. Cosas de ricos.

- Te he escuchado imbécil - dice mi amigo molesto entrando de nuevo al garaje. - Tengo noticias.

- ¿Qué pasa? - pregunta Ashton dejando las baquetas de la batería en el suelo para levantarse a por otra cerveza para él también.

- El dueño del garito de ayer, Marc - comienza a decir atrayendo mi atención por completo - quiere que toquemos esta noche también, dice que ayer se le llenó el sitio de gente como nunca.

- ¡De pu*a madre!

- ¡Sí tío, más dinero para el bolsillo!

- ¿Y tú que dices Kilian? - pregunta Denise haciendo que los otros dos también pongan sus ojos de mi.

- Contad conmigo.

JUGANDO CON EL DIABLO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora