Siempre has sido mi orgullo.

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#Kilian

Me siento como un puto rey después de haberla probado, después de haber dejado al estúpido ese con la boca descolgada al verme salir de su almacén. Y espero que cuando se encuentre el tanga que he dejado por ahí roto, empiece a comprender alguna que otra cosa.

Y es que lo entendía, lo peor de todo era que ahora entendía porque el maldito y estirado dueño del garito no quería que ninguno nos acercásemos a esa mujer, porque seguramente a él también lo había cautivado con su boca, y su pelo, y su cuerpo de escándalo. Era de esas mujeres que te encuentras una vez en la vida, de las que te vuelven loco en la cama, la mujer por la que dejarías a tu familia o incluso dejarías de hablar a tu madre. Era una hembra en todo su sentido. Diosa por naturaleza, lo he podido notar.
Y lo peor de todo era que ahora que había conseguido probarla y sabía lo dulce que era, quería más. Quiero más de ella y de su cuerpo, de todo lo que tenga para entregarme. Hundirme en ella ha sido una de las sensaciones más exquisitas que he probado jamás. Sin una pizca de temor ni vergüenza, entregada y poderosa para mí.

- ¿Dónde estabas? - pregunta Ashton - están por cerrar el bar.

Miro a mi alrededor cuando llego hasta el escenario donde están los demás recogiendo y me fijo en lo que ellos dicen. La gente que queda aún en el garito, ya está saliendo, y la amiga de la pelinegra se pasea de un lado a otro recogiendo copas de todas partes. Hasta que la veo a ella entrando a la barra de lo más cabreada y con su jefe detrás diciéndole cosas.

¿Acaso no he dejado claro mi propósito?

- Te la has tirado, ¿verdad? - pregunta Denise a mi lado para que solo lo podamos llegar a oír los dos.

- Sí - contestó sin dejar de observar las escena. Ella arrodillada de espaldas a mi para llenar las neveras de bebidas mientras el imbécil sigue diciéndole cosas que no puedo llegar a oír.

- Perfecto tío -bufa mi amigo dándose media vuelta para irse a cualquier otro lado.

<<Qué le den>>

La pierdo de vista enseguida y ya no vuelvo a verla más en lo que queda de noche. El dueño del bar me lanza alguna que otra mirada asesina mientras mis amigos recogen sus cosas. Me encantaría acercarme a él y preguntarle a dónde ha ido o a dónde le ha dicho que se vaya. Quiero ese cuerpo otra vez. Pero no voy a caer tan bajo. Así que me enciendo un cigarro por el camino y me despido de todos con un gesto de cabeza, incluso de Denise, que parece que ha vuelto a recordar quién y cómo soy.

- ¡¿Papá?! - pregunto cuando entro por la puerta y no veo ni escucho a nadie.

- ¡¿Quién anda ahí?! ¡¿Quién es usted?! - exclama atemorizado con mi bate de béisbol entre sus manos.

Joder, con lo bien que estaba yendo la noche.

- Soy yo papá. Soy Kilian, tu hijo - le digo quitándole el bate poco a poco de las manos-  ¿Me recuerdas? - él niega como otras tantas veces y yo suspiro cansado- me pusiste ese nombre por tu padre, siempre decías que te recordaba a él desde el primer minuto en que me viste.

- ¡Oh, Kilian! ¡Hijo mío! ¿A estas horas vuelves del colegio? ¿No es un poco tarde?

Me maldigo una y mil veces por esto, y por esta tortura que me lleva a quedarme en este maldito pueblo hasta Dios sabe cuando. Y aunque todo era una mierda aquí, mi padre me tenía a mi y yo le tenía a él en el mundo. Nadie más, nada más.

- Hace años que deje el colegio papá, ahora trabajo en un taller de autos.

- ¿Autos? - dice mientras le pongo mis manos sobre sus hombros y le doy media vuelta para llevarlo hasta su habitación- ¿sabes que a ti te encantaban los autos siendo un bebé?

JUGANDO CON EL DIABLO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora