Sí, profesor.

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#Julieta

- ¡La rodilla más recta Woods! ¡Barbilla arriba! ¡Vista al frente! - me gritaba Fai delante del resto de alumnos. Llevábamos más de media hora ensayando mi solo una y otra vez, aunque no pasábamos del tercer paso por qué a Fai nada de lo que yo hacía le parecía bien.

Y yo sabía perfectamente el porqué.

- Profesor... - interviene Elena. La pobre debe haber visto mi cara de cansancio.

- No se le ocurra señorita Fisher, usted no tiene vela en este entierro - fulminó a Fai con la mirada en cuanto se dirige así a mi amiga, ella no está haciendo más que defenderme. Es más, ni siquiera a eso a tenido oportunidad.

- Lo siento profesor, no volverá a suceder - responde Elena con la cabeza agachada. Me siento culpable al instante, sé que Fai se cobrará esa impertinencia por su parte en cualquier momento.

- La clase se ha acabado esta mañana. Id a comer y volved con las pilas cargadas para esta tarde, porque no estoy para soportar a ningún adolescente principiante hacer el ridiculizado insultando el arte de la danza - dice Fai haciendo que todos nos dispersemos y vayamos a coger nuestras bolsas para cambiarnos.

- Tú no cherrí, tu te quedas aquí conmigo. Así que disimula, lo último que me hace falta es que me hagas ser la comidilla de la academia.

Ruedo los ojos cuando no me ve ante la estupidez que acaba de soltar. Como si todo el mundo aquí fuese desconocedor de su fetiche por las jóvenes bailarinas a las que tocaba y manoseaba diariamente a la mínima oportunidad posible.

- Juls, ¿te espero? - me dice Elena junto con otras dos chicas que me miran como si yo fuese la perra más grande del mundo.

Si me conociesen bien, me mirarían aún peor.

- No Ele - le digo con una sonrisa - además tengo que llamar a mi mamá y todo.

Por suerte ella se lo creyó y se marchó con esas chicas. Eran las últimas que quedaban allí. Ahora solo estábamos Fai y yo rodeados de luz, barras y espejos. Y su sonrisa daba asco.

- Bien hecho cherrí, por un momento pensé que te ibas a marchar con tu amiga - dice sentándose en el taburete del piano.

Y me molesta. Me molesta tener que hacer esto por un puesto, y me molesta que encima espere que yo vaya hacia él porque no me queda otra. Y ahora solo me quedaba actuar como lo había hecho siempre, luchando por ser la mejor, por mi futuro.

- ¿Porqué iba yo a hacer eso? - pregunto sensualmente llegando hasta él y acariciándole con delicadeza el pecho sobre la ropa. Eso le gusta, lo puedo ver en sus ojos. O en sus manos, que no tardan en rodear mi cuerpo para acércame a él.

- Porque te conozco cherrí, y eres tan desobediente e imprevisible como un potro recién nacido. Nunca te ha gustado seguir las normas - susurra sobre mí estómago haciéndome estremecer por las cosquillas de su aliento chocando con la fina tela de mi malla.

- Siempre las sigo en esta academia - susurro mientras me siento encima de él con mis piernas alrededor de sus caderas.

- Mírate, has aprendido tanto estos años cherrí - le escucho decir mientras se centra en comerme el cuello.

Tenía razón, hace unos años habría salido de aquí corriendo y llorando como la niña inocente que era. Ahora que había aprendido cómo funcionaban las cosas en el mundo del ballet, solo me dejaba llevar e intentaba disfrutar del sexo a un precio muy caro. Era eso o acabar en la parte de atrás de miles de funciones bajo la sobra de cualquiera, y yo no estaba hecha para ser la segunda en nada.

- Sí, Fai... - estoy apunto de decirle algo más cuando él aprieta sus manos sobre mis partes desde atrás.

- No cherrí, sabes que así no es como me tienes que llamar - susurra sobre mi boca mientras mete su mano por debajo de mi ropa interior - Dímelo cherrí, ponme contento. Tu siempre sabes cómo hacerlo.

- Sí, profesor - musito cuando noto su dedo adentrándose en mi.

- Eso es cherrí. Es por esta y otras cosas más que tú eres mi favorita.

- ¡Ahhh! - gritó inconscientemente cuando noto como mete dos dedos más de golpe y comienza a moverlos sin pudor alguno mientras yo me dejo hacer.

- Bésame cherrí, bésame. Demuéstrame cuanto te gusta que te toque tu profesor. Que te folle tu profesor - dice mientras muerde mi labio.

Nadie podía negar que por muy rastrero que fuese Fai para tener sexo con nosotras, el tipo sabía lo que hacía. Y yo estaba dispuesta a disfrutar.

- Quiero más Fai.

- Claro que quieres más cherrí, tu siempre quieres más. En la clase, en tu puesto para la función del cisne negro, en el sexo... por eso me gustas tanto, porque eres como yo. Tremendamente inconformista.

- ¡Ahh! - gritó cuando parara la ropa interior a un lado e introduce su po*la de una estocada en mí para después comenzar a moverse conmigo encima haciéndome saltar sobre él en ese pequeño taburete.

- También me encanta lo inocente que eres, lo sumisa, lo mucho que disfrutas del sexo. Eres una pequeña pu*a y lo peor es que te encanta serlo.

Me retuerzo al escucharle hablar mientras subo y bajo sobre sus caderas. El miembro de Fai tampoco era gran cosa, pero la forma en la que me tocaba y como me hablaba, siempre me había gustado, incluso cuando me negaba al entrar aquí. Ningún hombre me había tocado mejor hasta entonces, aunque no puedo decir lo mismo sobre las mujeres.

- Lo soy Fai, lo sé - digo con hilo de voz cuando se lanza a besar mis pechos. Y de un momento a otro estoy apoyada en el piano con mis piernas rodeándolo mientras él me embiste.
Subo mi mirada hacia el frente y me veo con él en el espejo, gimiendo y jadeando por más. Y enseguida mi cerebro me da una mala jugada y me hace creer que el que me está fo**ando en esa clase contra un piano es el rubio de anoche. Me imagino su espalda y su forma de agárrame, con el mismo poco cuidado que cogía el micrófono, duro y sin ningún miramiento.

- Joder cherrí, me vas a hacer... ahhh.

Vaya, se acabó la diversión antes de tiempo.

- ¿Ya? - pregunto molesta. Yo no he llegado a nada.

- De repente te has vuelto loca, casi me estabas ordeñando. No sabía que te gustaba así de...

-Duro - terminó yo por él mientras sale de mí y me recompongo.

- Ve al baño y haz lo que tengas que hacer, cherrí. Yo tengo una clase que dar - dice antes de coger los papeles de la obra de una estantería y dejarme allí sola.

Por supuesto que iba a hacer algo con esto. Solo tenía que hacer una llamada rápida.

#Llamada teléfonica.

- ¿Elena? ¿Dónde estás?

- En la sala común con las chicas.

- Pues te espero en el baño de chicas, no te tardes.

#Fin de la llamada telefónica.

JUGANDO CON EL DIABLO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora