La madre de Julieta.

3.1K 278 37
                                    


#Julieta

#Flashback.

- Me voy, mamá.

- Sí claro - dice entre risas mientras bebe otro sorbo de su cerveza de lata en el sofá.

- Es enserio, mamá.

Por fin se gira para hacerme caso. Su cara de sorpresa es tal, que cuando me ve con la maleta en la mano y el bolso colgado en el brazo restante, la lata se le cae de la mano sin previo aviso. Las lágrimas se agolpan rápidamente al borde de sus pestañas, y ahí me doy cuenta de que por fin está entendiendo lo que llevo diciéndole toda la semana.

- ¡Julieta! ¡Julieta hija! - se lanza a mí para envolverme con sus brazos huesudos y sus delgadas manos.

- Me han aceptado en la Academia Rusoof, es lo que he estado intentando decirte todos estos días. Por fin me voy mamá.

Cuando agacha la cabeza para limpiarse las lágrimas, sus ojeras se dejan ver como de costumbre desde hace un tiempo. Y aunque seguía siendo una mujer fina y guapa por su belleza natural, desde que el hombre que lleva mi sangre nos dejó, nunca volvió a ser la misma. Estaba sola en casa. No teníamos a nadie más que a nosotras. No había hermanos, padres, tíos, abuelos, ni primos.
Nadie la quiso a ella por elegir a ese hombre. Y luego ese hombre tampoco la quiso ante nadie.

- Lo siento. Lo siento por no escucharte hija, sabes lo mucho que me alegro por ti. Siempre he sabido que ibas a llegar muy lejos, mucho más lejos que yo. Lo llevas en la sangre.

Dejo que me acaricie la cara un poco más sabiendo que eso será lo único que le va a quedar mientras estemos lejos. Ella ha sido la única persona que he tenido en mi vida de verdad. La única que ha venido a fiestas de fin de curso, citas médicas o graduaciones. Ha sido quien me curaba la fiebre cuando estaba mala, o incluso quien se comía el pan solo para dejarme a mí la última loncha de lo que quedase si es que quedaba algo. Mi madre lo era todo para mí.

- Nos llamaremos, ¿vale mamá?

- No tengo... - la corto.

- Compraré dos móviles con el primer sueldo que consiga cuando esté allí y te mandaré uno para que podamos hablar, ¿vale? - digo sin querer tocar el tema de todos los móviles que Ignacio le había roto por peleas o simplemente cuando no quería que mi madre llamase.

Era todo una fachada ante su verdadera familia.

- Siempre has sido tan madura, Julieta. Tan independiente que me asombras. Ojalá yo hubiera tenido tu fuerza para poder darte otra vida.

Ojalá.

- Ya. Mamá... quiero que me hagas un favor muy grande antes de irme.

- Lo que quieras hija - dice con un nudo en la garganta.

Aún así, mi madre me parecía la mujer más guapa que había visto nunca. A sus treinta años, mi madre seguía portando un cuerpo de modelo. Ciertamente algo delgada, también un poco huesuda por la parte de las clavículas y el pecho. Con el pelo negro azabache y largo hasta las caderas. Vestía constantemente con ropa holgada y algo hippie, pantalones anchos y camisetas de tirantes. Era una chiquilla marcada por el tiempo, maltratada por un hombre, y llena de cicatrices como al más despreciado de los animales.

Era mi único y mayor punto débil.

- No vuelvas a ese hombre mamá. Ni aunque pegue a la puerta. Ni aunque tengas móvil con el que llamarlo. Hazlo por mí, te prometo que yo puedo darte una vida mejor que la que te da él.

- Hija...

Lloró tanto escondida entre mis brazos, que quise en lo más profundo de mi ser no haber nacido, para que mi madre no tuviese nada que le uniera a él. Ese hombre era el mismo diablo hecho piel. El lastre más grande de mi vida. El culpable de mis desgracias, de todas las horas que había pasado sola, del llanto de mi madre.

Acabaría con su vida si tuviera oportunidad.

- Prométemelo mamá.

- Te lo prometo.

Y así me marché de la casa con tan solo quince años. Sabiendo que mi madre me acababa de mentir en mi propia cara. Sabiendo que nunca sería capaz de superar su droga más dañina. Y deseando poder lograr su sueño y el mío para poder cambiar nuestras vidas.
Solo me iba con una preocupación encima, y era que... si no caía en volver a ver nuevamente a ese hombre, esperaba que no cayese tampoco en la compañía de una botella para olvidarlo como había estado haciendo bajo mi supervisión. No podía dedicar el resto de mi vida a una tarea tan complicada.

Ni mi madre era así.

#Fin del flashback.

- ¿Cherrí? - me aleja de mis pensamientos su acento francés.

- Umm...

- ¿Estás bien, mi amor? - pregunta inspeccionándomela la cara - Te has quedado como ida.

- ¿Has quedado con mi madre? ¿Has... has hablado con ella en persona?

La simple idea de mi madre conociendo a Fai, hacía que mi cuerpo se tensase. Dios mío, apenas se llevarían cuatro o cinco años. Ella no sabía nada de esto. Y dudo que quisiera algo así para mí.

- ¡No que va! ¡Cómo iba a presentarme así ante mi suegra!

Suelto el aire que no sabía que había estado conteniendo.

- Genial.

- Prefiero hacerlo oficial contigo delante, cherrí. Ya sabes que tú - susurra sobre mis labios - eres lo primero.

Une sus labios con los míos, y en segundos le sigo el beso. Fai siempre había sido bueno besando, pero había algo agridulce en sus labios en este momento que nunca antes había encontrado.

- Necesitamos ensayar - susurro esperando que diga que sí y deje el beso estar.

La duda se refleja por un momento en sus ojos, pero de un momento a otro vuelve a sonreír para mí.

- Tienes razón, tenemos que hacerte brillar mi amor. Vas a ser la envidia de todas las bailarinas. No sabes las ganas que tengo de pasear contigo del brazo por la Ópera de París mientras los hombre te miran embelesados después de haberte visto bailar, sabiendo que el único que puede tenerte soy yo.



















Nota de la autora: ¡Hola mis vidas! ¡No se alarmen! ¡Kilian no se ha perdido aquí! ¡Tengan paciencia!
A lo mejor ven algo bueno en lo que hace Julieta a partir de ahora.
Dejen sus opiniones. Los leo!

JUGANDO CON EL DIABLO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora