Clínica Cowell [ls]

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La mente de Harry en aquel momento era un completo caos. 

Tenía demasiadas cosas en mente, la presión que sentía en la cabeza le iba a matar. 

Zayn estaba muerto, lo había visto con sus propios ojos. El dolor no le daba tregua y se sentía desfallecer. 

Aún recordaba el principio de su ingreso en la clínica, las primeras palabras que intercambió con el chico, cuando le confió su mayor secreto incluso sin tener una relación de amistad con él. 

Aquello ardía en sus entrañas. 

Pero lo que más le preocupaba era el estado en el que se había sumido Louis. 

A pesar de los grandes avances que el chico había conseguido hacer, no había podido evitar retroceder al estado en el que entró.

Un fantasma que vagaba sin rumbo alguno, alguien quien se consumía en su interior y que no lograba salir de sí mismo. 

La culpa le carcomía por dentro.

Harry había perdido la cuenta de la cantidad de veces que le había explicado porque aquello no era su culpa, pero aquellas palabras no tenían sentido para Louis. 

Debió de ser él, así lo deseaba. 

Ni Liam ni Zayn se merecían aquello, ellos debían tener su final feliz y él se lo había arrebatado. 

Pero otra parte de él estaba siendo egoísta. 

Se alegraba de que la oscuridad hubiera envuelto a su amigo y no a él.

Porque necesitaba estar junto a Harry, no podía permitirse alejarse de su lado. 

No soportaba la idea de ver al chico en el estado en el que se encontraba Liam en aquellos momentos. 

Sabía que esos pensamientos no eran los correctos, pero aún así no podía evitar tenerlos. 

Porque a veces la vida solo se trata de un juego de supervivencia.

Nos pisamos unos a otros intentando llegar a la meta, sin darnos cuenta que la mayor pérdida que experimentamos en la batalla es la de nosotros mismos.

De vez en cuando el egoísmo es la única respuesta frente a un obstáculo. 

No podemos conformarnos con saltar la valla, tenemos que subirla para el que viene detrás no sea capaz de sobrepasarla. 

La única parte de su ser que no estaba bañada en miedo, incertidumbre y desolación, hervía en rabia y en sed de venganza. 

La parte racional y la animal. 

Deseaba vengar a su amigo, lo necesitaba para seguir viviendo.

Y para ello necesita hablar con el mayor responsable al que podía culpar.

No a Louis, no a sí mismo, no a Dios. 

Simon Cowell.

Aquel hombre de semblante serio y cuya voz aterraba a cualquiera que estuviera cerca. 

Alguien que le aterraba profundamente sin saber siquiera el porqué. 

Aunque no por mucho tiempo. 

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- Buenas tardes Elisabeth. Siento interrumpirte de esta manera pero me gustaría pedirte un favor.-

- No te preocupes Harry, no tenía ninguna cita. Dime qué quieres.- 

- Necesito ver al director-