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Aquel día fue una tregua para los habitantes de la mayor parte de Inglaterra. 

El fuerte temporal, que había estado azotando el país durante semanas, se había alejado de la zona. Finalmente el sol era visible tras días de oscuridad.

Lo mismo ocurriría unas horas después, cuando la puerta de la sala fuese abierta y cuatro jóvenes hagan su entrada. 

- Louis, sé que estás nervioso, pero necesito que respires bien. Te vas a desmayar.- advirtió Harry.

El chico no se había dado cuenta de aquello, pero respiraba con dificultad e incluso tenía la vista nublada. 

Apoyó las manos en su abdomen y empezó a inspirar y expirar lo más regularmente que le fue posible. 

Y Harry, sin notarlo, había empezado a respirar sincronizado con Louis.

- Ahora mejor.- susurró, mientras le envolvía entre sus brazos y plantaba un beso en su frente.

El mayor se dejó inundar por Harry y respiró tranquilo. 

El chico siempre le hacía sentir en paz, como si su aura se personificase y le envolviese, como estaba haciendo él en aquellos momentos.

Sentía a Harry por cada poro de su piel.

- Vamos, no queremos llegar tarde a desayunar. Por cierto, esta tarde voy a ver a Elisabeth. ¿Quieres venir conmigo o te quedas con los demás?-

- Creo que voy a preguntar si puedo ver a Liam.-

- De acuerdo.- 

Ambos salieron de la habitación, donde se encontraron con Luke. 

- Vaya ojeras que tienes, amigo- comentó Harry, viendo la cara de cansancio del chico.

- Cortesía de tu amigo Niall Horan.- resopló.

- No jodas, ¿acabas de sufrir "Noche de insomnio con el puto irlandés"?-

- ¿Así los has nombrado?-

- Exacto. Si Niall no duerme, tú tampoco.- 

- Eso es justamente lo que ha pasado.-

- Ya están hablando mal de mí, ¿verdad Louis?-

- En efecto Horan.- 

- No me soportáis por el simple hecho de que soy mucho para vosotros.- 

- Esa frase es muy típica de Zayn.- comentó Harry, con tono de añoranza. 

Todos voltearon la cabeza hacia el suelo y volvieron a sentir el peso de la pérdida sobre sus  hombros.

Cada uno de ellos había querido a Zayn, en mayor o menor medida.

Y no era para menos, porque el chico se hacía querer.

Siempre atento a los demás, dando la bienvenida a los nuevos y despidiendo como se merecen a los que se van, intentando sacar una sonrisa donde no hay más que un pozo de dolor. 

Cada baldosa, cada azuleja, cada silla y cada trozo de césped tenía el nombre del chico grabado.

Aquello era visible, ya que todo les recordaba a él.

Una mesa del comedor.

- Me gustaría viajar a Tailandia.- comentó, mientras tomaba un trozo de pan.

- ¿No hay nada más cerca para ir?- preguntó Liam, tras sorber lo que quedaba en su vaso de agua.

- Como haberlos, los hay tonto. Pero quiero ir allí. Hacer un viaje de mochileros. Recorrer el país a pie, durmiendo en tiendas de campaña, con nada más que una mochila a la espalda y el espíritu aventurero.-

Clínica Cowell [ls]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora