especial 50K n°1

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- John, me encantaría que dejases de chuparme la cara y dejases que me despertara de una manera bastante más agradable a esta, gracias por tu consideración. - 

El animal, como de costumbre, hizo oídos sordos y siguió su proceso de llenar de babas el rostro de Harry. El chico desistió en su intento de pararlo y se desperezó, mientras se daba la vuelta en la cama y quedaba junto al rostro de Louis, quien dormía plácidamente. Un leve maullido sorprendió al chico, quien levantó levemente las sábanas, encontrándose con un acurrucado Gareth en el pecho de su novio, uno de sus sitios favoritos desde que lo adoptaron. Harry no pudo evitar sonreír frente a la tierna imagen, con Louis haciendo un leve puchero y el gato ronroneando a su lado. Movió como pudo su brazo izquierdo y empezó a repasar las facciones del mayor con la yema del dedo índice, deleitándose de aquel tacto tan íntimo. Tan de ellos. 

- Buenos días, dormilón.- susurró con su usual voz matutina, repartiendo suaves besos sobre el rostro de Louis. 

Éste respondió ante el tacto casi de inmediato, dibujando una inocente sonrisa y arrugando levemente los ojos. Harry siguió proporcionándole mimos, al mismo tiempo que enredaba sus brazos en la cintura del ojiazul, quien enterró su rostro en el hueco del cuello del menor, inhalando su suave aroma, algo que adoraba hacer cada vez que podía. Empezó a hacer círculos sobre su espalda y besó castamente su cabello. Aquello era algo que les llenaba de vida, siempre era su punto de inflexión entre todos los acontecimientos que les ocurrían. Solo el tacto del uno sobre el otro. Sus miradas colapsando. Su piel rozando. El aura de una envolviendo a la otra. 

- No hay mejor manera de despertarse que ésta.- comentó, con una tonta sonrisa en el rostro. 

Harry le copió el gesto y le estrechó fuertemente contra él, imaginándose una vida entera en aquella posición. Junto a los pequeños amores de su vida y a su futuro esposo, entre sábanas blancas y una habitación que los había visto amarse y crecer juntos. No podía pedir nada más que eso. 

- Creo que me debería dar una ducha.- dijo Louis, mientras se alejaba de Harry y dejaba un casto beso sobre sus labios. 

- Ya va siendo hora...- contestó en tono burlón, haciendo que el chico frunciese levemente el ceño e hiciese un puchero, imagen que derritió internamente al rizado. 

- Lo mismo puedo decir yo, Hazz. Así que no me tientes.- 

- Uy, uy, que se enoja el pequeño gnomo.- le respondió, soltando una sonora carcajada. 

-¿Gnomo, eso qué es, un nuevo apodo Styles?- 

- Puede ser, solo si a ti te molesta...- 

- Ugh, mira que eres...- 

Louis dio medio vuelta en la cama, saltando de ésta y yendo hacia la puerta de la habitación. Harry se le adelantó rápidamente y besó su frente antes de salir. El chico sonrió frente al gran sentimiento de cariño que le tenía a la espontaneidad del menor, quien demostraba su amor por él en cualquier lugar, de cualquier manera. Pero siempre haciendo sentir a Louis como el chico más afortunado del mundo, por haber tenido la oportunidad de entrar en el corazón de un chico completamente roto y haber sabido aprovecharla, llenando su alma de pequeñas margaritas. 

Mientras éste se tomaba una ducha, Harry corría escaleras abajo, con John persiguiéndole por detrás, pensando que aquellas prisas eran algún tipo de juego. El día anterior, el chico había aprovechado que Louis salía tarde de trabajar, para ir al supermercado y comprar un par de cosas para prepararle un desayuno especial. Sacó una pequeña caja de fresas de la nevera y las lavó en el fregadero, antes de echarlas a la batidora junto a un par de vasos de leche. Mientras ésto se batía, cortó un par de trozos de pan y los tostó. Después, sacó crema de queso y mermelada de frambuesa de la nevera y empezó a untarlo en el pan. Sirvió el batido y lo llevó, junto a las tostadas, a la mesa. 

Clínica Cowell [ls]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora