Era de noche. Ryuzaki ojeaba el libro que Noa le había regalado. El detective suspiró y lo dejó a un lado. Se levantó de su sitio y salió de la habitación.
Watari estaba en su sala de operaciones, con un montón de pantallas encendidas a su alrededor. De repente, notó una presencia silenciosa a sus espaldas. Se giró.
Vio a Ryuzaki de pie, con la cabeza gacha y el pelo cubriéndole los ojos, haciendo que su rostro fuera apenas visible. Watari conocía perfectamente esa expresión. Se la había visto desde niño. Era su cara de pedir ayuda.
Ryuzaki nunca había sido capaz de acercarse a él y decirle que le necesitaba. Nunca le había dicho que quería un abrazo, o que tenía ganas de llorar, o que había tenido una pesadilla. Simplemente se quedaba de pie, delante de él, esperando a que Watari pusiera palabras a sus pensamientos, a sus miedos y deseos, como si él fuera incapaz de poner nombre a lo que sentía, como si el hecho de que otros lo pusieran por él, le aliviara, pero a la vez, le permitiera mantener esa gran pared que le separaba de todo lo emocional. En su cabeza solo había espacio para la razón. Estaba seguro en su zona de confort, aunque eso le llevara a renunciar y esconder su parte más humana.
Pero Watari sabía que eso estaba cambiando. Que Ryuzaki se estaba enfrentando a sentimientos que no entendía, o que no quería entender. Y que esa era una de las pocas veces que un anciano como él podía ayudar al niño que había parado la Tercera Guerra Mundial. Al niño asustado que en el fondo seguía siendo.
Le sonrió.
-¿Qué pasa, L?
Ryuzaki no contestó. Continuó en la puerta, con la mirada perdida. Watari se aventuró a indagar en su cabeza.
-Veo que encontraste el regalo para la señorita Vargas.
El detective asintió.
-Creo que le ha gustado mucho- Añadió el anciano.
-Eso parece-Dijo Ryuzaki, en voz baja.
-Es un detalle que le llamara L.
El joven levantó la vista.
-Dice que se parece a mí.
Watari se rio.
-Qué ocurrencias.
Se hizo un silencio. El hombre se volvió hacia el detective. Esta vez tenía que ser él quien hablara. No podía ayudarle a poner palabras a sus sentimientos. Era Ryuzaki quien tenía que hacerlo. Él se tenía que limitar a darle un empujoncito.
-L, estás empezando a experimentar sensaciones con la señorita Vargas, ¿me equivoco?
Ryuzaki permaneció en silencio unos instantes, pero terminó por hablar.
-No. No te equivocas.
Watari siguió insistiendo.
-Bien. ¿Y que sientes?
Ryuzaki meditó.
-Miedo.
Miedo. Un pensamiento muy racional. Demasiado. Tenía que seguir indagando.
- ¿Miedo de qué?
El detective se encogió de hombros. Otra vez el muro. Watari suspiró.
-L. Yo no puedo meterme en tu cabeza. Ayúdame a entenderte.
Ryuzaki bajó la vista, avergonzado.
-Cuando estoy con ella me siento...bien.
Watari asintió, invitándole a continuar.
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Death Note: Kerosene (L Lawliet x OC -COMPLETA)
أدب الهواةCuando un Segundo Kira entra en escena, L empezará a sospechar de una alumna de intercambio relacionada con el entorno de Light, por lo que no dudará en acercarse a ella en busca de pruebas para atraparla. Sin embargo, esa joven aparentemente dulce...