Capítulo 47

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24 de agosto, 2020

Adeena:

Ayer fue la exposición de arte en donde las obras de Isaac fueron las principales. Sé que él estaría feliz de saber que fueron el centro de atención y vendidas a diferentes personas del mundo.

Por lo que su último deseo, ya está hecho. Sus obras están repartidas por el mundo, diferentes países, diferentes continentes.


Terminando de editar unos nuevos ingresos, escucho la campanada de la puerta que me avisa que alguien ingresó.

Cuando levanto la mirada abro los ojos con sorpresa.

—Hola —me sonríe y apoya ambas manos en el mostrador.

—Hola, Adi. ¿Cómo estás?

—Bien —me quedo mirándolo sin saber qué más decir.

Él ríe y sonrío un poco.

—Deja de estar tan tensa, terminamos bien, Adeena, no te odio ni mucho menos. Espero que tú tampoco.

—No, no, no, claro que no —me apresuro a decir haciéndolo reír otra vez—. ¿Qué haces aquí? —digo un poco más relajada.

—Es una librería, Adeena. ¿A qué crees que vine?

—¿Palomitas? —niega con la cabeza, divertido—. ¿Qué libro buscas, Nate?

—Orgullo y Prejuicio.

—Un clásico.

—Así es, mi hermana quiere probar entrar en el mundo de la lectura.

—Sabía que eso iba a pasar —digo mientras salgo para llevarlo donde se encuentra el libro.

Nos quedamos hablando un poco, sobre él, sobre mí, sobre todo. Incluso Isaac, lo que me dejó un poco de amargor en la boca.

Me alegra poder estar bien con él, ya que por más que no estemos en pareja, le agarré cariño.


Mientras guardo los datos del día de hoy para luego cerrar, Marcus comienza a besar mi cuello, tratando que le de atención.

—Marcus... —digo en tono de reproche.

—Me gusta más cuando lo dices entre gemidos.

—¡Marcus! —lo regaño dándome la vuelta.

—¡Pero es cierto! —dice divertido y niego con la cabeza, cuando estoy por darme la vuelta y seguir, sus brazos alrededor de mi cintura me lo impiden.

—Debo terminar esto —digo al ver que se inclina para besarme.

Acaricia sus labios con los míos y los desliza por mi mandíbula, cierro los ojos sin evitarlo cuando sus manos acarician mi espalda por adentro de mi camiseta, con su palma me aprieta a él y suspiro al sentir un beso en la comisura de mis labios.

Cuando su mano sube con amago de desabrochar mi sostén, una notificación de la computadora me hace entrar en conciencia de nuevo.

Me separo, alejándolo de mí y volteo a la computadora.

—No, debo terminar esto así está todo organizado para saber qué debe volver a ingresar.

Escucho que ríe suavemente y se vuelve a colocar detrás de mí, pero esta vez solo enreda sus brazos en mi cintura y se apoya en mí.


Terminando de guardar los datos, Marcus me interrumpe acercándose más a la pantalla de ventas.

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