Capítulo 27

3K 455 42
                                    

4 de mayo, 2020

Adeena:

—¿Así que esta es la cueva donde se oculta la bruja?

Dice Noah haciéndome reír cuando entramos a donde trabajo.

Entramos a la que es mi oficina y veo el lugar de Nate vacío ya que el horario de trabajo ya terminó, solo vine por unas cosas.

—Adeena.

Volteo y veo a Joan en la puerta.

—¿Sí?

Entra y me da unos papeles.

—Quiero que hagas esto para esta noche.

Veo el bloque de hojas que quiere darme, paseo mis ojos de ella a los papeles, de los papeles a Noah con una mueca y de Noah a ella.

—No.

Decir que Joan está sorprendida es poco, sonríe y niega.

—Creo que me escuchaste mal, no era pregunta, hazlo si no quieres ser despedida y si vuelves a negarte te aseguro que te doy el doble para que aprendas.

El enojo crece en mí.

Ya no, está vez no.

Puede que las palabras de Marcus me hayan dolido. Pero también me hicieron abrir los ojos.

—No te soporto —le digo haciendo que Noah jadee y ella abra los ojos con sorpresa—. De verdad, te odio, no pensé que podía odiar tanto a alguien hasta que llegaste tú.

—Pero ¿qué...?

—Oh, no, no, no —digo riendo, interrumpiéndola como siempre ella hace conmigo—. Siempre me interrumpías ¡Ahora cállate! —da un respingo y me siento tan bien.

—¡Estoy harta! ¡Harta de tus abusos! ¡Harta de dejarme pisotear por ti! ¡Harta que me denigres por cualquier error o cualquier cosa que no te guste! ¡Harta de tus malos tratos cuando nunca hice nada para merecerme ese desprecio! ¡Harta de escucharte y a tus estúpido tacones! ¡Harta que siempre me explotes solo porque nunca me niego!

—¡Estás despedida!

Río como loca. Abro uno de los cajones y saco un sobre.

—Ten —le pongo el sobre en el pecho y lo toma dando un paso atrás—. Es mi carta de renuncia, la hice hace semanas, pero sentí pena —sonriendo me acerco a ella señalándola—. Pena de renunciar cuando no eres nada sin mí, porque soy la única que sabe francés, porque soy la única que hace todo lo que le pides de la manera que lo pides. Porque sin mi tú te caes a pedazos y sabes que te van a reemplazar por alguien que si esté a la altura. Por eso no lo hice.

—Solo dices estupideces. No acepto tu renuncia, estas desped...

—¡Despedida nada! —se calla—. Si no aceptas mi renuncia, voy a demandarte por explotación, tengo pruebas, tengo testigos de cómo me hacías trabajar hasta altas horas de la noche y días que no debía trabajar con la amenaza de despedirme y darme una mala recomendación, tengo los recibos para mostrar lo poco que me pagabas en comparación a todo lo que me hacías hacer. Puedo demostrar cómo no me dabas vacaciones y si no trabajaba me lo descontabas de mi sueldo cuando no debería ser así.

—Puedo hundirte si así yo lo quiero —le digo furiosa.

Tomo mis cosas y veo a Noah que me mira con la boca abierta, en shock.

—¿Vamos?

Asiente, sin decir nada. En la puerta, este se da la vuelta y la mira.

—Explotadora, que sepas que, si sigues poniéndote ropa cinco talles menos de que eres, tus neuronas pueden fallar. Ah, cierto, no tienes, ignora lo que dije. Jódete.

Aroma a LibrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora