Capítulo 7

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Adeena:

Me alegra que al final Isaac se haya llevado bien con Marcus, es el nieto de Helen, es importante.

—¿Te acompaño a buscar la cena? —me pregunta y asiento.

—¿Pizza? —le pregunto a Isaac y hace una mueca—. ¿Comida china? —ahora sonríe y volteo los ojos—. ¿Te gusta la comida china, Marcus?

—Sí —dice divertido.

Salimos del Hospital y nos encaminamos al restaurante de comida china a unas cuadras de aquí.

—Entonces... Leucemia —dice Marcus un poco precavido.

Suspiro y asiento.

—Lamentablemente —veo que asiente y sonrío—. Puedes preguntar.

Sonríe de lado sutilmente.

—¿Cuándo se lo diagnosticaron?

—Cuando tenía cinco. No hay causa, simplemente apareció.

—¿Cómo se dieron cuenta?

—Porque le aparecían moretones de la nada, estaba muy pálido y siempre cansado, fiebre, dolor en el cuerpo. Al principio pensaron que solo era una infección por un virus, pero cuando siguió así y empeoró por un mes, le hicieron varios análisis hasta que se dieron cuenta que era Leucemia.

—Está haciendo quimioterapia me supongo.

—Sí, está en un tratamiento de consolidación, así se llama, es un nivel medio de riesgo y esperamos que reaccione bien al tratamiento para que baje de nuevo al, bueno, nivel bajo —digo un poco irónica.

Asiente llegando al lugar.

—¿Por eso las manchas rosadas en sus brazos?

—Sí —suspiro—. Va a mejorar, confío en que sea así.

—Esperemos que sí.


Pedimos la comida y mientras esperamos, me cuenta un poco de él.

—Entonces... —digo tratando de entender lo que me dijo—. No tienes tatuajes, pero siempre quisiste uno.

—Así es.

—¿Y qué esperas para hacértelo?

—No lo sé —dice con una sutil sonrisa—. Mi abuelo siempre decía que eran innecesarios y que siempre en algún punto nos arrepentimos y no se borran.

—Tu abuelo suena muy exigente.

—Lo era —dice elevando las cejas como si recordara—. ¿Tú? —pregunta mientras toma la bolsa con la comida—. ¿Tatuajes?

—Sólo dos, uno en la muñeca —se detiene y mira mi muñeca derecha.

—Libros —dice sonriendo y asiento.

—Sí y en las costillas me hice uno que comparto con Noah.

—Eso debió doler —dice con una mueca volviendo a caminar.

—Mucho. Pero lo valió.

—¿Qué es?

Estoy por contestar mientras cruzo la calle, pero una motocicleta pasa a toda velocidad y Marcus me agarra pegándome a él.

Mi pecho sube y baja rápidamente por la adrenalina del momento, pero mis latidos se aceleran al tener a Marcus tan cerca, literalmente su cuerpo pegado al mío y su rostro a centímetros del mío.

Sus ojos verdes preocupados y con algo más que no identifico, no se quitan de los míos.

—Gracias —susurro.

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