Capítulo 49

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29 de agosto, 2020

Adeena:

Mi madre volvió de sorpresa, por lo que ahora estamos yendo a la casa de los padres de Marcus para almorzar.

Lo admito, estoy nerviosa, pero Marcus no.

—¿Por qué te ves tan tranquilo? —le pregunto cuando repiquetea su dedo al compás de la música en mi pierna mientras conduce, sonríe y me mira de reojo.

—Porque lo estoy.

—¿Por qué?

—Porque ya conozco a tu madre, la primera vez que la vi si estaba nervioso, pero no lo notaste porque estabas en tu mundo.

—Nunca te vi nervioso ahora que me doy cuenta.

—Tú me ponías nervioso —lo veo con sorpresa y sonríe más—, al principio de todo lo hacías y no sabía qué hacer.

—¿Y ahora?

—Ahora estoy tranquilo estando contigo y pudiendo hacer todo lo que deseo.

—Tú aún me pones nerviosa a veces.

—Lo sé, a veces me gusta hacerlo.

—Idiota —mascullo quitando mi mano de la suya, a lo que ríe y toma nuevamente mi mano para dejarla entrelazada sobre mi pierna—. Mierda, olvidé la campera.

Digo cuando siento frío.

—En el asiento de atrás hay una —volteo y me doy cuenta que es cierto, la tomo y me la coloco—. Si algún día tienes frio, solo busca ahí, siempre tengo una porque tú siempre te olvidas.

Me quedo mirándolo, él sigue con la mirada en la calle y su mano en mi pierna con total tranquilidad, ignorando lo que acaba de decir. Sólo sonrío y beso su mano cuando la tomo para seguir con el corazón latiendo desbocado.


Mi madre habla enérgicamente con los padres de Marcus que parecen muy interesados en los documentales que mi madre hace.

Logan y Noah hablan de unas carreras mientras que Sierra y Helen discuten sobre unas recetas.

Observo contenta que todo esté saliendo bien, sólo espero que cuando esté mi tío no se ponga como protector.

Debería hablar con él antes.

Creo que sería lo mejor.

Sí...

Debes averiguar los datos que necesitas, no lo olvides.

Joder, casi lo olvido.

—¿En qué piensas? —dice Marcus a la vez que enreda sus brazos en mi cintura colocándose en frente mío.

—En que debo ir a la estación de bomberos —frunce el ceño, confuso y me adelanto a su pregunta—, para conseguir unos datos para mi borrador.

Ahora abre los ojos con sorpresa y sé que mis mejillas se sonrojaron.

—¿Estás escribiendo?

Asiento, nerviosa.

—¿Por qué no me lo dijiste?

Suspiro y trago grueso.

—Empecé mientras limpiaba la librería antes de ser librería. No se lo dije a nadie porque quería estar tranquila, sin presiones o llena de preguntas, solo yo y el borrador... o bueno, yo, el borrador y Isaac. Él era el único que lo sabía y me ayudaba con algunas cosas.

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