Capítulo 55

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22 de septiembre, 2020

Marcus:

Ya no es como antes.

Ahora le presto atención a cada detalle. Cada mirada, cada toque, cada sonrisa.

Y, mierda, es cierto.

Estaba tan enfocado en otras cosas que no me percaté que Rachel de verdad me coquetea.

Incluso es muy incómodo que lo haga.


Suspiro viendo cómo Adeena sigue ignorando mis mensajes y llamadas, no quiero hablar con ella de esto por teléfono.

Sé que la cagué.

Lo peor que alguien puede hacer, es generarle inseguridades a una persona que le importa o ignorar sus inseguridades, haciendo que estas crezcan.

Joder, yo la amo, jamás hubiese pasado esto si no me hubiese dicho desde un principio que mi secretaria la hacía sentir insegura.

Quiero hablar con ella.

—¿Cómo hago para que Adeena quiera hablar conmigo? —es lo primero que pregunto cuando Noah me responde la llamada.

Escucho que suspira.

—Adeena a veces puede ser muy terca, pero... creo que si le dices algo que haga que se enoje, es capaz de ir hasta allá para tirarte su odio.

—No pretendo que me odie, Noah.

—Bueno... dile que si no va a hablar contigo... mmm... que vas a quemar uno de sus libros —ríe y estoy seguro que debe estar asintiendo—. Sí, con eso va a ir.

—¿Quieres que la extorsione?

—Exacto —sonrío y aunque no me guste mucho la idea, es lo que me queda.

—De acuerdo, si sale mal es tu culpa, gracias.

—Cuando quieras, cuñado.

Corta y me quedo repiqueteando mi dedo en la mesa con el chat de Adeena frente a mí.

Está conectada.

A la mierda.

"Adeena, o hablamos o quemo el libro que dejaste en mi departamento. Hablo en serio."

Claro que no hablo en serio, pero quiero que hablemos, no importa dónde.

Marca como leído, pero no contesta.

Mierda.

Miro mi reloj y falta una hora para acabar, decido que voy a ir a su casa al salir y plantarme en la puerta.


Bueno, parece que no va a hacer falta ir a su casa.

—Tocas mi libro y te aseguro que no vuelves a verme, Marcus.

Adeena irradia furia frente a mí en mi oficina. Me levanto y me acerco un poco ya que sé que no va a dejar que la abrace ahora.

—Lo sé, sólo quería hablar.

Frunce el ceño y se da la vuelta para irse, pero camino más rápido y bloqueo la puerta para que no salga.

Aun con sus brazos como jarras en su cintura y su ceño muy fruncido, me mira.

Si supiera que se ve tan tierna... quiero besarla...

—Hazte a un lado, Marcus.

—No.

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