Capítulo 46

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21 de agosto, 2020

Adeena:

Fueron duros y dolorosos estos días, pero sé que esto es lo que Isaac querría que hiciera, que siguiera adelante juntando fuerzas para poder avanzar, aunque sea sin él.

Me sigue doliendo en el alma su partida, siempre va a ser así, pero trato de concentrarme en lo bueno.

Ya no sufre.

Ese niño de 13 años ya no va a sufrir más por una enfermedad que nadie debería padecer a tan corta edad, con tanto que vivir.

No trato de pensar en lo que le quedaba por vivir, pienso en lo que vivió, en lo feliz que fue, aunque sea por un corto periodo de tiempo.


Parada en medio de la sala de mi casa, veo todos los cuadros en donde Isaac aparece y con un nudo en la garganta sonrío.

Sonrío porque él no está presente, pero siempre va a ocupar un lugar en mi vida. Sonrío porque él me enseñó tanto con tan poca edad. Sonrío porque sé que aproveché todo el tiempo que pude con él y porque sé que lo hice feliz el tiempo que estuvo conmigo.

—Yo también lo extraño...

Noah pasa su brazo por mis hombros y apoyo mi cabeza en él, sabiendo que siempre que lo necesito, él va a estar conmigo.

—¿Crees que podrías acompañarme esta tarde con Sierra? —volteo a verlo y parece ofendido.

—Claro que sí, Adeena. ¿Cómo no voy a hacerlo?

Sonrío y beso su mejilla para abrazarlo, sintiendo el amor que toda persona debería sentir cuando está en un mal momento. Ese amor verdadero y sano, ese amor puro de familia, ese abrazo en donde te dice que siempre va a estar para ti sin necesidad de utilizar palabras.

—¿No me llamaron para el abrazo familiar? Eso es traición —escuchamos a Sierra que se nos une y reímos mientras Noah también la rodea con sus brazos, levantándonos a las dos juntas, haciendo que gritemos un poco por la sorpresa.

—Soy súper fuerte, seguro Logan no puede hacer eso.

—¡Ya deja de competir! —le digo riendo.

—Claro que no compito —dice sonriendo—, porque yo ya sé que soy el mejor.

—No tienes solución, grandulón —Sierra palmea su hombro y este la ve confuso a la vez que yo río.

—¡Helen quiere verte en su casa! —me grita Sierra desde el baño—. ¡Recién me acuerdo de avisarte!

Niego con la cabeza ya que a veces puede recordar cada detalle, como a veces puede ser muy olvidadiza.


—¿Querías verme?

Helen me sonríe y asiente para irse. Confusa me quedo parada allí.

—Hola.

Volteo y veo a Marcus, sorprendida.

—Hola —digo sonriendo acercándome a él que toma mi cintura y me besa lentamente, haciéndome suspirar—. Pensé que estabas trabajando —digo cuando se separa aún con los ojos cerrados.

—Vine a buscar unos papeles que olvidé, iba a pasar al lado, pero ya estás aquí.

—Okey.

Enredo mis brazos en su cuello y vuelvo a besarlo, siento que sonríe y me pega aún más a él.

Todos estos días Marcus estuvo a mi lado, consolándome, dándome fuerzas y aguantado las noches en las que no podía evitar romper en llanto por horas. Como yo estuve para él cuando se desanimaba y se sentía mal. Apoyándonos mutuamente.

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