Capítulo 9

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5 de febrero, 2020

Adeena:

Salgo del trabajo a paso rápido.

Pero no logro mi cometido.

—Adeena —escucho detrás de mí y cierro los ojos con fuerza.

Respiro y me doy la vuelta.

Joan me mira con sus manos en sus caderas y una ceja levantada.

—¿Sí?

—¿Terminaste de traducir el libro que te di hoy?

La miro incrédula.

—Es un libro de más de 500 páginas, claro que no lo terminé hoy —digo obvia y creo que eso le molestó.

—Controla tu tono conmigo que soy tu jefa y estoy segura que si te sientas por un par de horas puedes hacerlo, si no hablaras tanto, quizás ya lo tendrías —voy a hablar, pero levanta una mano callándome, odio que haga eso—. No quiero escuchar tus excusas, si para mañana no lo tengo, habrá consecuencias.

—¿En serio? —le pregunto y me mira asintiendo.

—¿Sabes cuántas personas matarían por tu lugar en esa silla?

No respondo, dudo que alguien quiera ocupar mi lugar con todo lo que esta bruja me hace hacer.

—Te hice una pregunta —respiro hondo y decido tragarme las palabras.

—¿Muchas?

—Muchas —afirma—. Así que valora la oportunidad que te di, u otra persona lo hará.

Asiento y antes que me recrimine algo más, me doy la vuelta hacia mi auto.

Cuando subo respiro profundamente y me doy la frente contra el volante.

Mi celular suena y atiendo sin mirar.

—¿Sí?

—Suenas mal ¿Pasó algo?

Sonrío al escuchar la voz de Scott, el hijo de Helen, padre de Marcus.

—Nada que deba preocuparte, tranquilo.

—¿Segura, Adi?

—Segura Scotti.

Su risa me hace sonreír, siempre le pareció gracioso el apodo y no sé por qué.

—De acuerdo, hablamos cuando llegues. ¿Vas a venir no?

—Claro —digo encendiendo el auto—. Estoy yendo.

—Genial, nos vemos.

Me despido y corto.

Me llevo muy bien con Scott y Dakota, que es su esposa, madre de Marcus. Son personas geniales.


Cuando entro un delicioso aroma a salsa llega a mi nariz y cierro los ojos haciendo un ruidito de satisfacción.

—Parece que vas a tener un orgasmo —río por el comentario de Helen y la saludo.

—¿Cómo va todo?

—Mal —dice para mi sorpresa.

—¿Por qué?

—Porque tenemos más compañía de la habitual —dice llegando a mi lado Dakota, besa mi mejilla.

—¿Quién? —pregunto, pero me respondo sola cuando llegamos al comedor.

Una chica aparece en mi campo de visión. Colorada, ojos azules oscuros, un vestido apretado al cuerpo, mostrando cada una de sus voluptuosas curvas, alta, es preciosa.

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