Aroma a Libros

Capítulo 39

20 de julio, 2020

Adeena:

—¿Puedo saber qué dibujas? —le pregunto a Isaac en mi casa.

—¿Puedo saber qué lees?

Desvío la mirada de Isaac a la palabra clítoris del libro y sonrío.

—Sí... mejor no.

Seguimos en nuestros mundos, él dibujando y yo leyendo. En un momento se sienta en el sofá a mi lado y acaricio su cabello. Mientras leo y él sigue moviendo el lápiz por la hoja.

Música suena por el estéreo. Elección de Isaac, esta canción no la conozco, pero la letra está muy buena.

—¿Cómo dijiste que se llama la canción?

—Cursed, es de un chico llamado Jacob Lee ¿No lo conoces?

—La verdad es que no, interesante letra.

—Bueno, interesante... Yo interpreto que es un poco esquizofrénico ya que escucha voces y que se lo quieren llevar a, no sé, supongo un psiquiátrico por eso dice que tocan la puerta para llevarlo lejos de casa.

Me quedo viéndolo.

—No había interpretado así la letra.

—Lo sé —dice divertido.

—¿Vas a mostrarme el dibujo que no me muestras y estás haciendo hace días? —pregunto viendo que está haciendo otra cosa.

—No.

Frunzo el ceño.

—¿Por qué?

—Porque no está listo.

—Pero...

—Pero nada, no te lo voy a mostrar hasta que lo termine.

Un poco resentida, saco mi mano de su pelo y él ríe.

Luego de un rato la puerta es abierta y llega Noah.

—¿Día duro? —pregunto al ver peinarse su cabello rubio con la mano mientras bufa.

—Ni hambre tengo, voy directo a dormir.

Besa mi coronilla, despeina a Isaac que se queja y se va directo a su cuarto.

Cuando le estoy por preguntar a Isaac qué quiere cenar, el timbre suena.

—Yo voy.

Isaac va a abrir la puerta y saluda alegremente, veo a Marcus entrar y fijar los ojos directamente en mí.

—Hola, Ade.

—Marcus. ¿Puedo saber a qué viene tu visita?

—Estaba aburrido y Noah me dijo que estabas aquí con Isaac.

Asiento y trato de seguir con mi lectura, pero su perfume me invade cuando se sienta a mi lado, lo que me distrae.

—¿Cómo va la librería?

Sonrío porque el viernes pasado la abrí oficialmente y como la palabra fue viajando, ya tengo muchos clientes.

—Genial —lo miro—. Gracias por haber estado allí —digo sinceramente ya que sabía que debía estar trabajando cuando fue.

—No iba a perdérmelo por nada —cuando me sonríe tengo un amago de bajar mi vista, pero carraspeo mi garganta y dejo de verlo.

—¿Vamos a cenar? —me levanto y él también, Isaac vuelve del baño asintiendo.