Capítulo 13

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1 de marzo, 2020

Adeena:

Dakota y Helen me miran desde el sofá evaluando el atuendo.

—Da una vuelta —me pide Dakota y lo hago.

—Sí, te queda genial —dice Helen y Dakota asiente sonriendo.

—¿Seguras? —me miro en el espejo detrás de mí, pollera tubo negra y una camisa azul pero que se abre mucho adelante—. No está mal, pero no lo sé...

—No te vas a poner eso me supongo yo —me sorprendo a ver llegar a Noah junto a Scott y Marcus.

—¿Por qué no? —le pregunta Helen.

—Tiene mucho escote —dice Noah frunciendo el ceño.

—¿Necesitas más ropa? —me pregunta Scott.

—No, debo vestirme mejor para el trabajo según mi jefa —digo colocándome los tacones.

—Pero si no ibas mal vestida —comenta Marcus y lo miro.

—¡Gracias! Necesitaba escuchar eso —sonríe y me paro mejor frente al espejo.

—¿Qué hacen aquí? —escucho que le pregunta Dakota a su marido.

—Estaba hablando con Noah de un caso que tiene y apareció Marcus, seguimos hablando hasta que les dije que ustedes tres estaban aquí y bueno, vinimos.

Camino un poco, tratando de acostumbrarme a los tacones.

—¿Duele? —me pregunta Scott.

—No, pero son muy altos.

—Camina más así tratas de acostumbrarte, sino, buscamos otros.

Asiento y comienzo a caminar por ese pequeño espacio.

Ellos hablan de la camisa y buscan otras prendas, mientras yo hago una mueca por los zapatos.

—¿Incómoda? —volteo a un lado para ver a Marcus.

—Sí, son muy alt... ¡Ah! —me doblo el tobillo y caigo, pero no toco el piso.

Cuando abro los ojos, veo que Marcus me agarró.

—¿Estás bien?

—Yo sí, mis pies no —sonríe aun con su brazo rodeando mi cintura y las mías en sus hombros.

—Tus pies son parte de ti —le devuelvo la sonrisa un poco, de repente nerviosa por la cercanía.

—Entonces no.

Asiente un poco, pero no se mueve y no deja de verme. Siento el corazón en la garganta de lo rápido que va y me ordeno alejarme.

Me acomodo y salgo de los zapatos.

—Definitivamente los tacones tan altos no van conmigo.

—Están estos —miro a Dakota que tiene unos zapatos negros mate de un tacón moderado.

—Son hermosos —digo tomándolos.

—Pruébalos.

Me los coloco y sonrío al sentirme cómoda.

—Sigue sin gustarme esa camisa —dice Noah con Scott asintiendo.

Se me acerca un chico que trabaja aquí ya que hay ropa para ambos géneros y me da otra camisa lila más discreta que le había preguntado si tenía en mi talle.

—Ten, la encontré.

—Gracias —le devuelvo la sonrisa y la suya se ensancha.

—De nada, preciosa.

—Preciosa la tengo, deja de mirarla y vuelve a tu trabajo —le escupe Noah y lo miro disculpándome.

—¡Noah! —le digo.

—¿Qué? No voy a dejar que cualquier idiota te intente levantar.

—Ni que fuese carro para que me levanten.

Entro al cubículo y me cambio la camisa.

—No importa, no me agrada para ti.

—No te agrada nadie para mí, Noah.

—Nate y Marcus sí.

Me quedo estática en mi lugar.

—Puedes descartar a Marcus.

—¿Por qué? —dice el susodicho, por lo que quedo aún más sorprendida.

—Porque tienes novia —le digo obvia saliendo y veo que frunce los labios y asiente.

Me veo en el espejo.

—Me encanta —digo y ellos asienten para halagarme—. Quizás de otro color la camisa queda mejor —digo volviendo al cubículo, pero antes de entrar escucho lo que me dice Marcus.

—Cualquier cosa te va a quedar bien, tranquila —lo miro y le sonrío.

—Eso fue dulce.

Noto que sus mejillas toman un poco de color y sonrío más para entrar y cambiarme.


Los tres hombres van a esperar la comida y nos quedamos las tres solas.

—¿Por qué dijiste eso? —me pregunta Helen bajito.

—¿Qué cosa? —pregunto también bajito y las tres nos acercamos para hablar bajo por alguna extraña razón.

—Que Noah descarte a Marcus —me responde Dakota.

—Porque tiene novia —le digo obvia.

—Pero la puede dejar —me responde y abro los ojos con sorpresa.

—¿Por qué la dejaría?

—Sigue con ella por comodidad, porque no quiere pasar por tener que dejarla y está cómodo —dice Helen.

—¿Y cómo sabes eso?

—Porque lo conocemos, siempre se queda en su zona de confort —sigue Dakota—. Mi padre era militar y estuvo por varios años con nosotros, le secó la cabeza a mi pobre Marcus con eso de ser estructurado.

—Pero ahora está saliendo un poco —agrega Helen—. Gracias a ti.

—¿A mí?

—Sí —dice sonriendo Dakota—. Así que no lo descartes.

—Pero tiene novia y estoy en algo con Nate.

—No están juntos —me recuerda.

—Bueno, pero, no lo sé, no sé si siento algo por Marcus, no me puse a pensar eso.

—No se piensa eso —sigue Helen—. Se siente.

—Bueno, no sé qué siento —digo sinceramente.

—Está bien, pero no te alejes de él, le haces bien —miro a Dakota y asiento para volver a enderezarnos cuando los tres llegan.

—¿De qué hablan? —pregunta Scott.

—De ropa —digo y asienten—. ¿Cómo va el caso, Noah?

Él sonríe y comienza a hablar de cómo le gusta ser abogado y que le está yendo bien, pero no puedo dejar de mirar de reojo a Marcus, teniendo en mi cabeza las palabras de Helen y Dakota.

Empeora cuando nuestras miradas chocan y me sonríe, haciendo que se la devuelva sin siquiera pensarlo.

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