Capítulo 31

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10 de junio, 2020

Adeena:

Saludo a los enfermeros y doctores para entrar a la sala.

Cuando llego me encuentro con que Isaac no está solo.

—Hola —digo y ambos me miran.

—Hola —saludan a la vez, sólo que Marcus se levanta y besa mi mejilla.

—No sabía que venías —digo a la vez que me siento en la cama.

—Yo lo invité —dice Isaac y lo miro.

—No me avisaste.

—No sabía que te tenía que avisar, mamá —voltea los ojos y lo miro divertida.

—¿No ibas a venir si sabías que venía? —me pregunta divertido Marcus y río negando.

—¿Tu novio se puso modo tóxico y no te deja juntarte con él? —le entrecierro los ojos a Isaac.

—Claro que no, Nate es genial, no me prohibiría juntarme con nadie.

—Bueeeno... —comienza—. ¿A qué le podemos llamar genial?

Ahora yo volteo los ojos.

—No empieces tú también.

Él ríe y se encoje de hombros.

—¿Te contó que en un par de días sale? —miro a Marcus que tiene una gran sonrisa al darme la noticia.

—Lo sé, me avisaron —ahora frunce el ceño.

—¿Cómo que te avisaron?

—Le avisan todo —dice Isaac—. Cualquier cosa que pase le avisan a ella. Mis padres están muy ocupados trabajando para pagarme el tratamiento que, si los llaman por una emergencia, lo más probable es que demoren horas y me muera en el camino.

—¡Isaac! —le reprocho y me mira confuso.

—¿Qué? ¿Acaso miento? —hago una mueca.

—Tampoco hace falta decirlo así.

—¿No te molesta? —le pregunta Marcus.

—No, prefiero mil veces que esté la pesada de Adeena que los indiferentes de mis padres.

—Pesada tu abuela —le digo.

—Mi abuela es muy liviana siendo un espíritu.

—Por Dios Isaac —digo horrorizada mientras Marcus ríe—. ¡Tú no te rías de eso! —le digo, pero me la contagia un poco.

—Adi —miro a un lado, una niña que está aquí casi siempre, sé que también tiene cáncer, pero no sé cuál.

—Dime, cariño.

—¿Me pasas agua? —se ve muy débil cuando me señala el vaso y asiento.

—Claro.

Me levanto y le sirvo agua en un vaso, la ayudo a levantarse un poco y le sostengo el vaso mientras bebe.

—Despacio, yo te lo tengo, no te preocupes.

Cuando termina la ayudo a acostarse.

—Gracias.

—No hay problema, si necesitas algo más, me avisas —asiente y cierra los ojos, descansando.

Me quedo viéndola, recordando cuando Isaac estaba así o peor, era horrible.

Suspiro y me siento en la cama junto a Isaac para abrazarlo de lado.

Miro a Marcus que me mira fijamente.

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