Capítulo 19

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17 de abril, 2020

Adeena:

Respiro hondo y toco la puerta de la oficina de Joan.

—Pase.

Entro, precavida.

—Hola, Joan —levanta apenas la vista y vuelve a mirar su celular.

—¿Ya tienes listo lo que te di hoy?

—En realidad, venía a hablarte de otra cosa.

—¿Vale la pena escucharte?

—Creo que sí —digo confusa.

—¿Sí o no? No me importa lo que creas.

—Sí —digo segura y asiente sin mirarme.

Bueno, supongo que ahora es cuando lo digo.

—En unos meses tengo un viaje que planeo hacer... son varios días... y yo... pensaba que podías darme las vacaciones que no me estás dando hace...

—Voy a detenerte ahí —dice levantando la vista del celular con el ceño fruncido—. Sí te di la oportunidad de tener vacaciones anteriormente.

Ahora yo frunzo el ceño, confusa.

—No, me decías que me lo ibas a descontar de mi suel...

—Pero te las daba si querías —me interrumpe con una sonrisa.

—Pero...

—Pero nada —dice levantándose—. Vacaciones te quise dar, tú no las quisiste. Y, si haces ese viaje, no hay problema, sólo no vuelvas aquí.

La miro sorprendida y apoya su cadera en el borde de su escritorio.

—¿Hablas en serio?

—¿Tengo cara de estar bromeando?

No respondo, casi en shock.

—Mira, Adeena, eres muy reemplazable y aquí quieren entrar miles de personas, si no estás comprometida con el trabajo te vas que cualquier persona puede hacer lo que tú haces y mucho mejor —hace una pausa y al ver que no respondo, sigue—. Así que puedes hacer ese viaje, pero antes, recoge tus cosas y no vuelvas que mal no me haría no volver a ver tu cara para corregirte cada cosa que haces mal.

—Lo único que agradezco, es que me hayas hecho caso con tu aspecto. Al menos ahora... —me da un repaso con la mirada— estás medianamente presentable —sonríe de lado volviendo a mirarme—. Pero sigues sin estar a la altura, ni siquiera de ese hombre que vino el otro día, nunca lo estarás, pero no te preocupes —hace un ademán con la mano para restarle importancia y vuelve a sentarse en su silla—, tampoco es que alguien como él se vaya a fijar en ti.

¿Y en ti sí? Vieja zorra roba cunas.

—¿Vas a seguir gastando mi tiempo en algo absurdo? ¿O vas a ir para tratar de hacer bien tu trabajo al menos una vez en tu vida?

Doy media vuelta, con un nudo en la garganta y ganas de llorar por aguantarme todas las cosas que quiero decirle.

No voy a mi oficina, no quiero que Nate me vea así porque sé que va a ir a decirle algo y no quiero; por lo que voy directo al baño y me encierro en un cubículo.

Me siento en la tapa del inodoro y trato de respirar con normalidad.

Las lágrimas se acumulan en mis ojos, pero no quiero llorar, no por su culpa, no quiero que sus palabras me afecten.

Tomo mi celular y marco el número sabiendo que van a contestar.

Salut chérie! Comment ça va? Tu commençais à me manquer en nous appelant.

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